Acorralan a lí­der de la guerrilla de Sri Lanka


Un soldado da instrucciones a los civiles desplazados luego de que éstos recibieran sus raciones de comida en Puthumalan. Según el ejército, los guerrilleros controlan un espacio de 10 a 12 kilómetros cuadrados.

AFP PHOTO/PEDRO UGARTE» title=»Un soldado da instrucciones a los civiles desplazados luego de que éstos recibieran sus raciones de comida en Puthumalan. Según el ejército, los guerrilleros controlan un espacio de 10 a 12 kilómetros cuadrados.

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<p>El lí­der de la guerrilla tamil de Sri Lanka, Velupillai Prabhakaran, se niega a rendirse y se prepara a librar su último combate en la estrecha franja de jungla de la costa noreste del paí­s donde el ejército lo tiene acorralado, dijo el viernes un alto mando militar.</p>
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El lí­der guerrillero Velupillai Prabhakaran responde preguntas de los reporteros durante una conferencia de prensa ofrecida en Kilinochchi.

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<p>El portavoz de la guerrilla de los Tigres para la Liberación del Eelam Tamil (TLET) «afirmó que Prabhakaran viví­a ahí­ dentro (del perí­metro en el que estaban replegados los guerrilleros) y que estará allí­ hasta el último momento», según el general de brigada Shavendra Silva.</p>
<p>Esta fuente sostuvo que un portavoz de la guerrilla que se rindió a principios de esta semana indicó que Velupillai Prabhakan, de 54 años, se preparaba para dar la última batalla junto a sus combatientes.</p>
<p>«Pero hasta el último minuto tratará de escapar», dijo este general, que supervisa la ofensiva antiguerrillera.</p>
<p>Invisible desde hace 18 meses, el hombre apodado Tigre número Uno lleva más de 30 años liderando una guerrilla sangrienta. Al igual que su jefe, los principales jerarcas de los rebeldes tamiles prefieren morir antes que rendirse, por lo cual llevan siempre con ellos una pastilla de cianuro.</p>
<p>Frente a la amplia ofensiva de las fuerzas gubernamentales que les ha ido echando de su territorio, actualmente muchos combatientes quieren rendirse, añadió el general, quien hizo estas declaraciones ante varios periodistas a bordo de un avión con destino a Kilinochchi, la antigua «capital» polí­tica de los Tigres tamiles, en el norte del paí­s, a 330 km de la capital de Sri Lanka, Colombo.</p>
<p>En Kilinochchi, los periodistas observaron varios morteros y pequeñas armas que habrí­an pertenecido a la guerrilla, capturados por el ejército en combates recientes.</p>
<p>El ejército asegura que los combatientes tamiles restantes se encuentran acorralados en una franja de 10 km2 junto a miles de civiles.</p>
<p>Según Catherine Bragg, subsecretaria general de la ONU para asuntos humanitarios, unos 50.000 civiles están atrapados en la zona de combates entre la guerrilla y el ejército.</p>
<p>Añadió que el número de personas en los campos de refugiados fuera de las zonas de combate era de unas 95.000 personas.</p>
<p>El ejército de Sri Lanka, por su parte, estimó entre 15.000 y 20.000 los civiles atrapados en la estrecha franja del noreste de la isla.</p>
<p>El viernes, el ministro de Derechos Humanos de Sri Lanka, Mahina Samarasinghe, indicó a los periodistas que no era necesario que «la ONU mandara a personal desde el extranjero para visitar» las zonas en guerra, rechazando así­ el plan de la ONU de mandar un equipo humanitario especial, anunciado un dí­a antes por el secretario general, Ban Ki-Moon.</p>
<p>«Ya se encuentra allí­ una misión militar cuyo fin es socorrer a los civiles», declaró por su parte el ministro de Defensa, Gotabbaya Rajpakse, a la BBC.</p>
<p>Según el Comité Internacional de la Cruz Roja, los combates han dejado «en los últimos dí­as centenares de muertos y heridos».</p>
<p>«Estas matanzas deben cesar. El gobierno de Sri Lanka tiene la responsabilidad de proteger a sus civiles y los TLET deben poner fin a su salvaje tentativa de retener a rehenes civiles», declaró el jueves por la noche el ministro indio de Relaciones Extranjeras, Pranak Mukherjee, en un comunicado.</p>
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SEMBLANZA Dios o criminal


Velupillai Prabhakaran, de 54 años, lí­der de los Tigres para la Liberación del Eelam Tamil (TLET), que según el ejército se halla acorralado en el noreste del paí­s, es adulado como un dios por sus partidarios y considerado como un criminal despiadado por sus detractores.

Sin embargo, muy pocos se atreven a negar que se trate de uno de los lí­deres guerrilleros más temibles de la historia reciente: ha demostrado tener la destreza táctica del afgano Ahmad Shah Massud, la convicción de un lí­der revolucionario latinoamericano como el Che Guevara, y ser implacable como Osama Bin Laden.

Prabhakaran se encuentra acorralado en una pequeña franja del noreste del paí­s donde se prepara para librar su último combate, según indicó el viernes un alto mando del ejército de Sri Lanka.

El portavoz de la guerrilla, que se rindió a principios de esta semana, «dijo que Prabhakaran viví­a ahí­ dentro y que estará allí­ hasta el último momento», señaló el general de brigada Shavendra Silva.

La lucha de Prabhakaran se remonta a 1972, cuando el benjamí­n de una familia tamil de cuatro hijos de la clase media de Jaffna (norte) creó a los 18 años los Nuevos Tigres Tamiles. En esa época se proponí­a luchar contra las discriminaciones de la mayorí­a cingalesa contra la minorí­a tamil y crear un Estado marxista.

A partir de entonces, este estudiante que nunca llegó a graduarse, nacido el 26 de noviembre de 1954, pasó a la clandestinidad. Reapareció en 1975 para revindicar el primer asesinato polí­tico de su organización, el del alcalde de Jaffna.

La radicalización estaba en marcha. En mayo de 1976 creó los Tigres para la Liberación del Eelam Tamil, cuyo emblema es un tigre rugiente opuesto al león de la bandera de Sri Lanka. Su objetivo era crear un Estado separado en el noreste, poblado mayoritariamente por tamiles.

Adquirió fama internacional a partir de 1987, cuando organizó ataques mortales contra las tropas indias que llegaron para ayudar a Sri Lanka a combatir a los insurgentes.

Desde entonces, goza de un verdadero culto a la personalidad entre los guerrilleros, que le adulan como el «dios del sol». Escoge él mismo a los «tigres negros», los rebeldes encargados de comandos suicidas.

Se les responsabiliza de asesinatos de envergadura, como el del ex primer ministro indio Rajiv Gandhi, en mayo de 1991, o el del presidente de Sri Lanka, Ranasinghe Premadasa, en mayo de 1993.

Este lí­der guerrillero, considerado como un hombre sanguinario y de gran crueldad, impone a sus tropas una disciplina de hierro y prohí­be el alcohol y el tabaco. Al igual que su jefe, los principales dirigentes de los Tigres prefieren morir antes que rendirse, y siempre llevan con ellos una pastilla de cianuro.

Los insurgentes del TLET, que figuran en la lista de organizaciones terroristas de Estados Unidos y de la Unión Europea, nunca toman rehenes y no suelen dejar supervivientes tras sus ataques.

Debilitados por las deserciones, y según algunos analistas por purgas despiadadas, los guerrilleros han ido perdiendo terreno frente a la ofensiva del ejército gubernamental.

En febrero, el ejército se apoderó de un búnker dos plantas, con aire acondicionado, en medio de una plantación de cocos, en el distrito de Mullaittivu. En el fortí­n, considerado uno de sus escondites, Prabhakaran dejó un tigre disecado y una botella de cognac, según las fotografí­as publicadas por el ministerio de Defensa.

Tras más de 30 años de lucha, acorralado e invisible desde hace 18 meses, el hombre apodado Tigre número uno parece ahora carecer de margen de maniobra.

«Un Prabhakaran que luche hasta el final y caiga se convertirá en leyenda, al menos para su pueblo. Un Prabhakaran que trate de escapar será considerado muy diferentemente por aquellos que le apoyaron», estimó su biógrafo indio, Narayan Swany.

«Hasta el último minuto tratará de escapar», estimó por su parte el viernes el general de brigada Silva, que supervisa la ofensiva sobre la guerrilla.