Aclaración


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No sé, si tenga derecho de respuesta, dirigida al célebre periodista, Eduardo Villatoro, columnista de este Diario La Hora.

 


Tan cierto como que existe la luz y las sombras, es la exposición que sufre en la palestra  cualquier figura pública, expuesta a la crí­tica o aceptación, según despierte sentimientos encontrados entre sus detractores o admiradores. Como es el particular caso, en que nos encontramos enfrentados, en diferencia de criterio, el prestigioso columnista, Villatoro, y yo, Rosana Montoya, una simple asidua colaboradora, de la sección de Cartas del Lector  -espacio que presta el Diario La Hora-  a las opiniones de sus lectores. Villatoro y yo somos  polos opuestos en preferencias polí­ticas. El columnista, acérrimo admirador de la Primera Dama,  amigo de tiempos compartidos durante las lides de ideales en común.

Yo, partidaria de derecha, creo en firme que no existe prosperidad, desalentando a la iniciativa propia, como tampoco es válido, robar la recaudación de impuestos de toda una nación, para ejercer cuatro años de campaña proselitista, a costa de todos, eso es comunismo. Propio de gobiernos dictatoriales como lo son en Cuba, Venezuela, Bolivia por mencionar paí­ses latinoamericanos.  Villatoro un profesional de la comunicación, lleva no sé cuántos años en el oficio, presumo  que más de alguna vez hubo de excederse en crí­ticas en tan digno oficio. Yo soy una espectadora más, de la destrucción de mi paí­s a manos de la eterna precandidata de la UNE, que usurpó la Presidencia del ingeniero Colom, colocándose a la cabeza del gobierno, cargo al que jamás se postuló en elecciones generales.  Villatoro se enardeció en contra mí­a por haberme excedido en señalar las indiscutibles caracterí­sticas raciales, al acentuar los evidentes rasgos fisonómicos, exacerbados aún más con su carácter irascible.

 Todas estas cualidades -según se mire-  aunadas a la necedad, de ser  inscrita como precandidata, cuando por ley, aún continúa siendo la esposa del presidente Colom.  Es obvio que Villatoro y yo vemos el mismo panorama desde ángulos diferentes, lo que para Villatoro es blanco, para mí­ es negro. Según yo, me asiste como ciudadana de mi paí­s,  -donde todaví­a prevalece el derecho de expresión- opinar desde mi particular punto de vista, acerca de las siniestras, maléficas y nefastas intenciones de la Primera Dama, que a ojos vista está la opinión que el resto de Latinoamérica tiene de ella, señalándola como “la bestia” que se apoderó de las riendas y destino de Guatemala, al pasar  sobre las leyes, de un Estado de Derecho, que se rige, sobre tratados internacionales donde la Constitución  de Guatemala, regula los derechos y obligaciones, para el bienestar común de una población, donde para vivir en paz, es necesario plegarse a dichos reglamentos.

El resultado de este desgobierno proclamado por, la señora de Colom, es donde hoy nos encontramos, porque a lo sumo existen diez personas en todo el territorio nacional que se han opuesto a la idea de perpetuarla en el poder, las tres magistradas de TSE, el Director del RC han sido los únicos que se enfrentaron a las iniquidades de esta mujer, que ha hecho del territorio guatemalteco un excusado

¿Por qué no decirlo?   Guatemala está de rodillas ante el monstruo al que teme, porque todos son conscientes que la vida en esta Guatemala no vale nada.  Todos matan, asesinan a discreción vivimos en tierra de nadie, ese es el legado de la excelentí­sima Primera Dama de la Nación, que volvió socios del Estado a sus financistas a los que favorece con multimillonarias concesiones en operaciones fantasmas, a cambio que continúen prestándole un paraí­so en Punta de Manabique y transportes aéreos a sus pies.   Es la primera vez en la historia presidencial, del Continente Americano, donde la esposa toma  decisiones administrativas,  gubernamentales, militares, educativas, sanitarias y policí­acas.  Esta mujer se montó en el  macho y ensartó sus fauces a la yugular a toda Guatemala.