Acerca de la iniciativa del Diálogo Nacional


Con la instalación de la asamblea del Diálogo Nacional se cumple con el objetivo de crear un espacio confiable para que los diversos sectores sociales, económicos y polí­ticos del paí­s puedan discutir francamente sobre los problemas nacionales y proponer las soluciones viables y globales a los mismos en un clima de libertad, respeto mutuo y recí­proca comprensión de los participantes, a fin de que los guatemaltecos puedan entenderse y, de esa forma, contribuir a la paz social y al desarrollo de la Nación.

Eduardo Villatoro
eduardo@villatoro.com

El párrafo anterior no es parte de algún discurso que el presidente ílvaro Colom se haya propuesto pronunciar después de haber convocado al Diálogo Nacional, sino que es una sí­ntesis de las palabras inaugurales que dijo el 1 de marzo de 1989 el entonces presidente de la desaparecida Comisión Nacional de Reconciliación, el otrora obispo Rodolfo Quezada Toruño, al haberse iniciado las deliberaciones de ese encuentro que arrancó con prudente optimismo, toda vez que sus resoluciones no tendrí­an carácter vinculante, sino que se limitaron a convertirse en simples recomendaciones, fuera de que un importante grupo que se negó a participar fue el CACIF, arguyendo una serie de razones que no convencieron al ahora arzobispo metropolitano ni al resto de miembros de la CNR.

Pese a que han trascurrido casi 20 años de haberse realizado el Diálogo Nacional convocado por la citada Comisión, recuerdo el entusiasmo con el que acudieron a la cita representantes de los más variados sectores de la sociedad guatemalteca, en la creencia de que el gobierno del presidente Vinicio Cerezo y que los diputados que integraban el Congreso en esa época, iban a tomar en serio el esfuerzo, la capacidad y la buena fe volcados por los participantes, cuyas organizaciones debieron cumplir determinantes requisitos: legitimidad, legalidad y representatividad.

Durante aproximadamente tres meses, delegados de partidos polí­ticos de todas las tendencias, de las iglesias y sus distintas denominaciones, organizaciones sindicales, populares, pobladores y de la sociedad civil, universidades y otros centros académicos, asociaciones de prensa, pequeños y medianos empresarios, gremiales de comerciantes, colegios profesionales, cooperativas, refugiados y repatriados guatemaltecos en México, promotores de desarrollo integral, solidaristas, magisteriales y de organizaciones no gubernamentales, durante tres meses -decí­a- se integraron en grupos de trabajo, formaron sus juntas directivas, presentaron propuestas, las discutieron y las aprobaron con sus reformas.

Sin embargo, pese a la buena voluntad, al tesón y los desvelos de los representantes de todos aquellos sectores, se cumplieron algunas de las advertencias del obispo de Zacapa y presidente de la CRN, cuando dijo: Si el bien común de los guatemaltecos no fuera el único objetivo de nuestra instancia, este diálogo sólo estarí­a creando falsas expectativas y, lo que serí­a más lamentable, únicamente contribuirí­a a acelerar aun más el proceso de descomposición de los valores humanos en un pueblo secularmente golpeado por la opresión y sumido en la frustración.

Lamentablemente así­ ocurrió; pero no por que se desvirtuara la naturaleza de la CNR, sino por razones ya apuntadas y otras más; sin embargo, se obtuvieron valiosas experiencias y se formularon importantes recomendaciones, algunas de las cuales fueron recogidas por organizaciones polí­ticas, centros académicos y el propio Estado, a la vez que surgieron a la vida pública personajes que posteriormente fueron y siguen siendo protagonistas de la actividad nacional, como la diputada Nineth Montenegro, la dirigente indí­gena Rosalina Tucuy, el lí­der evangélico ecuménico Vitalino Similoc, el ex titular de la Copredeh Frank la Rue, la propia Premio Nobel Rigoberta Menchú, el ex candidato presidencial Manuel Conde y otros que se me pasan por alto.

Cuento con esta información, de primera mano, en vista de que, como ya lo he señalado en otras ocasiones, fui secretario ejecutivo de la CNR, y en tal carácter cumplí­ las mismas funciones en el Diálogo Nacional. (El hijo de un polí­tico dialoga con Romualdo Plátika, a quien le comenta:-Mi hijo anda en bicicleta desde los cuatro años. Mi compadre repone: -Uhmmm… ya debe estar bastante lejos).