Aceleran contra el peatón


Los conductores de vehí­culos en general, en forma prepotente y abusiva, sin el menor respeto a la dignidad y sobre todo, seguridad fí­sica del sector peatonal, aceleran maliciosamente cuando ven los afanes por cruzar la ví­a de tanta gente urgida de ganar la orilla opuesta.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

Tamaña irregularidad al margen del reglamento y un adarme de consideración se volvió práctica común y corriente. Máxime ahora que el parque vehicular está desaforado y los transeúntes semejan hormigueros humanos, deseosos de cruzar y de hacer uso del derecho de libre locomoción.

No les importa el caso de niños de corta edad acompañados de sus padres, ancianos y gente con limitaciones, merecedoras de cuidados por su condición. Aceleran malintencionadamente como que su otro yo los impulsa a ensañarse contra segmentos desposeí­dos.

Sacan a relucir comportamientos reprobables en términos sociales, puesto que nadie tiene la libertad de irrespetar a los demás, todo pareciera ser que gozan al dañar al prójimo y sentirse superiores. Ante la ley divina y humana todos somos iguales en derechos y obligaciones.

Pero no terminan ahí­ las cosas vistas dondequiera, ajenas a que las autoridades pongan un hasta aquí­. La vigilancia se concentra en determinadas zonas, no así­ en las más alejadas del llamado Centro Histórico y sus aledaños privilegiados. El otro lado también censurable viene a ser el otro hecho consistente en similar actitud.

Resulta tan peligroso como el anterior, referido siempre al peatón que lleva la peor parte. En cualquier hora del dí­a y de la noche en sus albores, los conductores también abusan. Ven los esfuerzos de «torear» el paso vehicular, empero nada les vale.

Los transeúntes, ojo al Cristo, calculando cruzar sin novedad, se ven sorprendidos enormemente. Dichos conductores de tales unidades entonces aminoran velocidad, a efecto de causar nerviosismo a los peatones, en virtud que provocan descontroles sin medida. Si no es crudo, es quemado.