La enorme cobertura mediática que recibió la negociación previa al acuerdo entre Rigoberta Menchú y Encuentro por Guatemala de Nineth Montenegro es ilustrativa de la forma en que no sólo la prensa sino la sociedad está percibiendo esa candidatura que, según algunos analistas, tendría como desventaja que en un país racista la condición de una mujer e indígena pesaría negativamente.
Vistas las cosas en su justa dimensión, pareciera como si esa dual condición de mujer e indígena lejos de ser una desventaja se ha convertido en una enorme ventaja para doña Rigoberta, porque caló el llamado que se hizo inicialmente a no discriminarla y, en la práctica, podemos hablar de la existencia de una auténtica acción afirmativa en su beneficio. Acción afirmativa es el término acuñado por los norteamericanos tras la lucha por los derechos civiles de los negros a efecto de asegurar la existencia de cuotas que redujeran la desventaja en que se encontraban los ciudadanos de origen afroamericano. Posteriormente esa misma acción afirmativa estableció cuotas para las mujeres, también discriminadas y relativamente para los miembros de otras minorías, incluyendo a lo que ellos llaman hispanos.
La acción afirmativa se convierte, pues, en un remedio contra la discriminación y obliga a la sociedad a adoptar posturas de tolerancia. Se ha dicho que la acción afirmativa tiene el defecto de que, como pasa generalmente, se va del otro lado y asigna privilegios no con base en méritos, sino por pura cuestión de «corrección política». Pues lo mismo puede pasar en nuestro medio y hemos visto que ningún candidato ha recibido la cobertura otorgada a doña Rigoberta, lo cual no es malo, pero esa cobertura no es producto de sus planteamientos ni propuestas, sino simplemente porque se trata de la primera mujer e indígena que se postula a la Presidencia.
Y así como no hay medio de prensa que deje de brindar amplia cobertura a Rigoberta, tampoco habrá financista que se niegue a darle al menos algo, porque sería mal visto quien dejara a un lado a una mujer e indígena. Por lo visto y tomando en cuenta las evidencias, ser mujer y ser indígena no resultó una desventaja para la Premio Nobel, quien contrariamente a lo que algunos habían temido, no es objeto de discriminación en ningún sector, sino que contrariamente es beneficiaria de una amplia acción afirmativa que le coloca en primera fila aún sin que se conozca plan de gobierno, línea de acción ni propuesta concreta. Si el temor era que no se debatiera sobre temas sino sobre su condición de género y racial, a la larga el temor no sólo fue infundado, sino que pasó por alto la acción afirmativa para, de golpe y porrazo, superar a otros candidatos que han trabajado durante algún tiempo y que creen haber articulado una propuesta política con base en algún lineamiento ideológico. Por cierto, el tema de la ideología de Rigoberta se convierte ahora en una gran incógnita, como otra de las tantas paradojas de su participación.