Abusos del imperio y del Estado fallido


Raul_Molina

Vivimos bajo la doctrina Kissinger, que dice que mandan los “poderosos,” quienes no se apegan a ningún valor, mucho menos a la justicia y los derechos humanos. El imperio se mete en Oriente Medio y ahora Ucrania, no digamos en lo que llama su “patio trasero”, América Latina, o las “repúblicas bananeras” del Caribe y Centroamérica, como aún las considera.

Raúl Molina


Cada día lo hace más descaradamente, como su espionaje electrónico en varios países de Sudamérica o las injerencias en las políticas internas de regímenes que no le agradan, como el gobierno de Venezuela, y la constante agresión contra Cuba. La mano de la CIA aparece en todos los conflictos sociales que encaran los gobiernos democráticos de centro-izquierda. Se aprovecha de las justas protestas de los marginados de Brasil ante los desalojos motivados por la Copa Mundial, las justas demandas de los profesores en Argentina y la reiniciación de las marchas estudiantiles en Chile. ¿Cómo se explica que en la primera marcha en el nuevo período de Michelle Bachelet individuos encapuchados hayan atacado violentamente a los estudiantes? Ahí está la mano de la CIA, como seguirá en Venezuela, El Salvador, Ecuador y Bolivia, para no dejar gobernar en favor de las grandes mayorías. El imperio ignora su profunda declinación, de la cual sus “guerritas” no podrán rescatarlo; al contrario, lo endeudarán más con los países asiáticos que ya son dueños de su futuro. Sin embargo, aún en declinación, los países de América Latina deben limitar su accionar. Es imperdonable que se permitan representaciones diplomáticas numerosas (pagadas por las visas), totalmente injustificadas; todo personal superfluo debe salir, porque solamente sirven para desestabilizar. Con base en la Carta de la ONU, se debe establecer una sanción para los países que desestabilizan a otros, por ser acto de agresión.

Nuestros militares aprendieron la doctrina de que los “poderosos” reinan, para lo cual no importa si el Estado se hace fallido, como el nuestro, en tanto se garantice la rapiña y la impunidad. Para ello, los “poderosos” chapines tienen lacayos para garantizar que el Estado funcione solamente para su beneficio: una Corte de (In) Constitucionalidad que les defienda y grupos enquistados por todos lados que les garanticen sus intereses. Gracias a la CICIG y a valerosos jueces y fiscales, se empezó a vislumbrar la justicia negada durante decenios. Lógicamente, el Ejecutivo -lleno de militares contrainsurgentes, confabulado con el CACIF, funcionarios y ex funcionarios corruptos y con el crimen organizado- se ha apresurado a cerrar esa ventana de oxigenación. La selección de la nueva Fiscal General le garantiza a Pérez y sus socios que la justicia dejará tranquilos a los genocidas y criminales de guerra (sin derecho a amnistía), ladrones y delincuentes, mientras que actuará con vigor en contra del movimiento social, el cual será cada día más criminalizado, y contra las legiones de pobres que el sistema produce. Desde luego, los “poderosos” ignoran que el mismo regocijo que hoy tienen lo tuvieron en su oportunidad Luis XVI, el Zar Nicolás II y Jorge Ubico. El molino de la historia siempre tritura.