Para que dicten conferencias a los alumnos de cursos avanzados en las escuelas superiores del Ejército de los Estados Unidos, acostumbran a llevarles oradores invitados, cuyos puntos de vista sea diferentes al de la mayoría, pero no simplemente porque estos sean diferentes, sino porque al parecer contienen elementos que abren a nuevas ideas, especialmente en el aspecto social. Cupo el privilegio a un guatemalteco ser invitado porque consideraron que sus puntos de vista podrían ser objeto de análisis por los alumnos por graduarse de un curso superior de guerra en el año 1983, quien en ese entonces expuso:
La falta de educación y de salud no exasperan ni convulsionan socialmente tanto a un pueblo, como el abuso de poder, el irrespeto a las leyes y la corrupción.
Aunque en ese entonces el orador invitado creyó que su exposición se tomaría como una de las tantas, le causó sorpresa que quince años después, el combate a la corrupción pasó a ser parte de la política exterior de los Estados Unidos, no sé si para prevenir las convulsiones sociales en Latinoamérica, o una mera coincidencia. Por el aquello que el Departamento de Estado de ese país, haya creído que la exposición tenía elementos valederos, se los repito a las nuevas autoridades que regirán el país en los próximos cuatro años.
Así que ojo, miembros del nuevo gobierno, no vaya ser que lo que dijo ese guatemalteco hace 25 años, nuevamente cobre vigencia y se les convierta en un dolor de cabeza, que sólo se cura con pastillas de exilio, lejos de su tierra natal. Están a buen tiempo de enmendar la plana y hacer la cosas como el presidente electo dice que las va a hacer y no como lo están haciendo los de su partido, en especial sus diputados.