Abren cumbre de Lisboa


Seguridad. Agentes policiales custodian la entrada cercana a Pavilhao Atlantico, donde se realizará la Cumbre Europea. (AFP / La Hora)

Los lí­deres de la Unión Europea abren hoy en Lisboa una cumbre centrada en la adopción del nuevo tratado europeo que reemplaza a la fracasada Constitución y debe poner fin a dos años de crisis, a pesar de algunas objeciones planteadas por Polonia e Italia.


«Habrá un acuerdo en Lisboa porque es necesario que haya un acuerdo», dijo el primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker, decano de los responsables europeos, en una entrevista hoy, primer dí­a del encuentro que debe concluir mañana..

Incluso el presidente polaco Lech Kaczynski, que junto con su hermano gemelo y primer ministro Jaroslaw habí­an provocado maratónicas negociaciones para alcanzar el acuerdo sobre el nuevo tratado en junio pasado en Bruselas, dijo estar «profundamente convencido» de que la cumbre será «positiva».

Sobre la mesa estará el texto de 256 páginas elaborado por los juristas siguiendo el estricto mandato otorgado por los 27, y que incluye muchas de las innovaciones del proyecto de Constitución rechazado por franceses y holandeses en 2005, aunque también otorga importantes concesiones a los euroescépticos, en particular Gran Bretaña y Polonia.

Pero si la presidencia portuguesa de la UE habla de una atmósfera «muy favorable» para lograr un compromiso, también es cierto que aún hay cuestiones por resolver, como la objeción de Polonia al nuevo sistema de votos por mayorí­a calificada o el reparto de escaños por paí­ses en el Europarlamento rechazado por Italia.

Del lado de Polonia, la pretensión es inscribir dentro del tratado, y no en un protocolo anexo, la denominada cláusula de «Ioaninna», que permite que Estados miembros en minorí­a sobre una decisión puedan congelarla durante cierto tiempo.

Polonia insiste en este punto para compensar su pérdida de peso relativa en el sistema de votos previsto por el nuevo tratado que amplí­a la toma de decisiones por mayorí­as cualificadas en lugar de la unanimidad.

El otro problema, más sorpresivo, es Italia, que ha exigido una revisión del reparto de escaños por paí­s en el Europarlamento a partir de 2009, una cuestión que forma parte del «paquete institucional» a aprobar en Lisboa, y que el primer ministro Romano Prodi pidió postegar en caso de no alcanzarse un compromiso razonable.

Italia se considera la gran perdedora de ese nuevo reparto, por el cual tendrá por primera vez menos escaños que Gran Bretaña y Francia (72 contra 73 y 74 respectivamente), y exige respetar la tradición que le asigna el mismo número de eurodiputados que esos dos grandes paí­ses.

Sin embargo, la sensación general es que estos obstáculos, y otros mucho menores planteados por República Checa y Bulgaria, no bloquearán un acuerdo.

«Llegó el momento de poner fin a este periodo prolongado de debate institucional introspectivo», dijo en ese sentido el primer ministro británico Gordon Brown, considerado más bien euroescéptico y que participa en su primera cumbre europea.

En caso de acuerdo en Lisboa, el nuevo tratado serí­a firmado en diciembre, lo que abrirí­a el proceso de ratificación en cada Estado miembro con el objetivo de que entre en vigor a principios de 2009.

Por el momento, sólo Irlanda anunció que realizará un referendo al que está obligado por su Constitución, aunque la mayorí­a de los ciudadanos de los cinco principales paí­ses de la UE (Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y España) quieren que el nuevo tratado sea ratificado por referéndum popular, según un sondeo publicado el jueves.

Augura éxito

El primer ministro portugués, José Socrates, expresó su convicción de que la cumbre de la Unión Europea (UE) que se abre hoy en la capital lusa será un éxito y concluirá en el nacimiento del Tratado de Lisboa, el acuerdo que sustituirá a la fallida Constitución europea.

«Estamos muy cerca de este nuevo tratado, que será el tratado de Lisboa», dijo Socrates a la prensa, minimizando la existencia de algunos problemas que describió como de «magnitud limitada».

«Estoy convencido de que los dirigentes que irán llegando saben de la necesidad de aportar una respuesta a la cuestión institucional», pendiente desde la ampliación de la UE de quince a veintisiete miembros, agregó el anfitrión de la cita.

Polonia, molesto con su pérdida de peso en la toma de decisiones, e Italia, que se niega a tener menos eurodiputados que Francia, son los dos paí­ses que aparecen como los dos principales obstáculos para la adopción del nuevo tratado europeo.