Abogan por la reingenierí­a del Congreso


Las acciones emprendidas por las nuevas autoridades del Congreso de la República para transparentar su manejo han sido calificadas como positivas, pero polí­ticos y analistas señalan la necesidad de una reforma profunda.

José Luis Hernández

«Hay que hacer una reingenierí­a total en el Congreso, partir de cero nuevamente, establecer los criterios y los conceptos que se van a aplicar y pensar seria y profundamente la cuestión presupuestaria», dijo el polí­tico Alfonso Cabrera, primer presidente del Congreso de la República de la apertura democrática en 1986, tras comentar el escándalo financiero en el Organismo Legislativo.


Diputados, ex diputados y analistas abogan por mejorar la imagen del Congreso en momentos en los que su presidente, Eduardo Meyer y su ex presidente, Rubén Darí­o Morales son investigados por el Ministerio Público por haber transferido fondos de ese organismo a una casa de bolsa y el parlamento es cuestionado por la excesiva contratación de asesores y personal a su servicio.

Cabrera plantea la necesidad de someter al Parlamento a una reingenierí­a que, partiendo de cero, elimine de tajo «la piñata en la que ha sido convertido el Parlamento». Al igual que el ex parlamentario, la diputada Nineth Montenegro y representantes de organizaciones no gubernamentales consideran que este momento es preciso para transparentar el actuar legislativo.

«Los diputados están clavando su propia tumba si no hacen nada por transparentar su actuar», dijo Manfredo Marroquí­n, de Acción Ciudadana, situación que preocupa a Nineth Montenegro, quien considera que la población podrí­a llegar a cansarse e impulsar que los «diputados se vayan».

Pese a ello, la representante señaló que las acciones impulsadas por el presidente en funciones, Arí­stides Crespo, han sido positivas pero insiste en señalar la necesidad de adoptar medidas «drásticas» que permitan recuperar la confianza del pueblo en sus instituciones. En esos planteamientos coincide Gustavo Berganza, quien califica como aceptables las acciones anunciadas por las nuevas autoridades.

La imagen en franco deterioro

Desde la reanudación de la democracia, han sido varias etapas en las que el Parlamento se ha visto sometido al deterioro de su imagen por el comportamiento de algunos de sus diputados, al punto que en sondeos de opinión se sitúa en niveles muy bajos de credibilidad.

En la administración de Vinicio Cerezo, varios legisladores fueron señalados de estar involucrados en actos reñidos con la Ley; en tiempos de Jorge Serrano Elí­as se conoció que el gobierno utilizó la práctica de los «sobres bajo la mesa», para comprar votos de los congresistas de oposición e independientes, pero los diputados fueron subiendo la «tarifa» hasta que para el gobierno la situación se volvió inmanejable. Serrano Elí­as no vio más salida que propinar un autogolpe, que trajo la disolución del Congreso, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y la Corte de Constitucionalidad. En 1993 Serrano fue obligado a renunciar, se depuró el Congreso y la CSJ, a través de la consulta popular celebrada el 30 de enero de 1994.

Esa acción permitió que Arabella Castro (PAN) y Efraí­n Rí­os Montt (FRG), quienes presidieron el parlamento de transición hicieran los primeros intentos por rescatar la imagen del parlamento. En los gobiernos de ílvaro Arzí¹ y Alfonso Portillo los escándalos no se hicieron esperar; sin embargo, la mayorí­a parlamentaria logrado por esos partidos les permitió un mayor control del parlamento.

En la administración de í“scar Berger, la creación del llamado PACUR se convirtió en un proyecto planificado y ejecutado con fines de clientelismo polí­tico, mediante el cual se beneficiaba a los congresistas por apoyo polí­tico a los proyectos de ley que le interesan al gobierno, situación que deterioró la maltrecha imagen de los representantes.

Preocupación

Hoy, cuando nuevamente la imagen del parlamento se ve sometida al escrutinio popular, se plantea la necesidad de revisar las relaciones entre el parlamento y la sociedad. Un primer intento, sobre el particular, lo realizó el Programa de Valores Democráticos y Gerencia Polí­tica de la OEA, quien preparó varios estudios que buscaban dar instrumentos a los legisladores guatemaltecos para mejorar su imagen ante la sociedad. Jorge Calderón, Luciano Leiva y Eduardo Núñez, expertos en derecho y ciencia polí­tica plantearon la necesidad de que el Congreso sincerara su administración, planteamiento que hoy vuelve a ser requerido por ex diputados, diputados y analistas.

«…Por eso es necesario generar un grado de discusión y sinceramiento de la administración del Congreso, de manera que este deje de ser un misterio. Probablemente sea necesario para ello informar a la Prensa, los criterios y las necesidades del Congreso para sus gastos con la debida fundamentacií²n?».

Guí­a de las Relaciones entre los diputados y la sociedad civil.

OEA-Guatemala.