Aberrante sistema judicial


Nada es más triste, más doloroso y más aberrante que tener un sistema judicial totalmente corrompido, comprometido  y servil de la corrupción, el crimen organizado y los poderes paralelos. Ahora cuando los guatemaltecos nos mostramos cansados de la impunidad que fomenta el sistema que nos rige y exigimos el fin de la violencia, se da un hecho insólito dentro del marco de la justicia del paí­s.

Pedro Pablo Marroquí­n
pmarroquin@lahora.com.gt

La resolución de no admitir a la CICIG como querellante en el caso Portillo es escalofriante, porque el juzgado Quinto de Primera Instancia Penal nos dio muestras descaradas de cómo se puede tergiversar la ley a través de interpretaciones antojadizas y absurdas.

 

Cuando por fin tenemos un ente de investigación serio como la CICIG, no comprometido a intereses oscuros, el sistema judicial se encarga de poner todas las trabas. Los jueces antes se quejaban y argumentaban que era imposible condenar a los sindicados porque la investigación del MP era deficiente y por ende, los medios de prueba literalmente no probaban nada.

 

Ahora que contamos con un ente internacional con misión de encarar la impunidad y el cual, apoyando por su fiscalí­a especial en el Ministerio Público realiza investigaciones serias, nuestros juzgadores siguen encontrando la forma para volver a salirse por la tangente.

 

La indignación respecto a la forma en que opera nuestro poder judicial debe ser tan enérgica como la que despierta las miles de muertes que se dan en el paí­s. Con un sistema judicial como el nuestro, las muertes jamás disminuirán.

 

Con juzgados así­, ¿cómo esperamos que los actos de corrupción a todo nivel y en todo sector se detengan? ¿Cómo podemos pretender que quien se embolse nuestros impuestos o quien no los pague, deponga su criminal actitud? Así­ pudiera seguir detallando innumerables situaciones.

 

Si no le ponemos el debido ojo al sistema judicial, nos van a seguir metiendo goles y ello puede ser irreparable. Es importante que fiscalicemos a los juzgadores nacionales, de tal manera que ya no puedan seguir viéndonos las caras de babosos.

 

También debemos de recordar que no todas las investigaciones las hace CICIG y por ende, el MP sigue siendo el aparato inicial de impunidad, por lo que, así­ como debemos fiscalizar a los jueces, también es necesario que lo hagamos con los fiscales encargados de aportar pruebas a los procesos.

 

Estas dos entidades, son el cáncer de nuestro sistema judicial y de nosotros depende que dejen de serlo; lo podemos lograr a través de la protesta, la indignación y la exigencia mediante los demás mecanismos legales; acciones que nos permitan rescatar  un elemento del sistema que es  vital para salir adelante.

 

Con juzgados tan cargados de procesos como los nuestros, la justicia nunca será pronta, pero la consigna principal debe ser que sea aunque tardí­a, sea cumplida y certera y de ello nos debemos de encargar todos porque la evidencia de la crisis del Estado la tenemos en que vivimos en un paí­s donde la autoridad no es capaz siquiera de administrar justicia.