Abandono y olvido


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“El maratonista Doroteo Guamuch, indio quiché, fue el atleta más importante de toda la historia de Guatemala. Por ser gloria nacional, tuvo que cambiarse el nombre maya y pasó a llamarse Mateo Flores.

Violeta Cetino
usacconsultapopular@gmail.com

 


En homenaje a sus proezas, fue bautizado Mateo Flores el estadio de fútbol más grande del paí­s, mientras él se ganaba la vida como caddy, cargando palos y recogiendo pelotitas y propinas en los campos del Mayan Golf Club».

-Eduardo Galeano-
Nombres
Patas arriba, la escuela del mundo al revés

Me encanta conversar con mi abuelo, don Oscar Paiz. Sus historias y anécdotas me han enseñado más que cualquier libro de historia y ética. “Yo tení­a 10 años cuando triunfó la revolución y 20 cuando los liberacionistas invadieron el paí­s. Cómo quieren que piense, si yo mamé diez años de verdadera democracia”, dice.

Y de él he conocido la historia de los nombres, además de leer a Héctor Gaitán y su colección de La Calle Donde Tú Vives. Mi abuelo fue quien me contó que el Estadio Nacional habí­a pasado a llamarse Mateo Flores, en honor al atleta que obtuvo varios reconocimientos a nivel internacional.

Sin embargo, la claridad ética de mi abuelo le deja espacio para la crí­tica a los gobiernos revolucionarios, a pesar de simpatizar con ellos. De esa cuenta realiza una crí­tica en la que estoy totalmente de acuerdo con él.

Al parecer el nombre “Doroteo Guamuch” sonaba demasiado indí­gena para una sociedad que tradicionalmente se avergí¼enza de sus raí­ces. A pesar de los avances que promovieron los dos gobiernos de la revolución, la práctica de los funcionarios en aquel 1952, dejó ver la continuidad de la ideologí­a racista que viene acechando a la comunidad indí­gena desde la conquista. Y en su intento de ladinizar y ocultar la verdadera identidad indí­gena del atleta, le cambiaron el nombre y lo rebautizaron como Mateo Flores. Así­ el estadio nacional no llevarí­a un apellido tan “indio”.

Se conoce que luego de ganar la Maratón de Boston, su llegada a Guatemala era esperada. El 3 de mayo de 1952, se realizó un desfile para recibirlo. Este se organizó fuera del complejo capitalino de próceres y héroes nacionales ladinos y  tuvo como punto de reunión el Monumento a la Raza Indí­gena, antes nombrado como El monumento al Indio, ubicado al final de la 7ma. Avenida de la  zona 9.

El caso de Doroteo Guamuch Flores, es una muestra de la diferenciación étnica y racista en el deporte y en otros espacios de la colectividad humana. Los grupos de poder se han beneficiado de estas prácticas.

Pero lo más lamentable de esta historia es el papel de espectadores que hemos jugado los guatemaltecos y guatemaltecas. El abandono y el olvido ha sido el único premio que hemos brindado a los verdaderos talentos nacionales. Es una especie de desprecio y negación ante quienes de alguna manera nos representan positivamente ante la población y ante el mundo.

Muchas personas se enteran de la existencia de otra, hasta que fallece. Así­, en el olvido murió también el locutor y cómico César Garcí­a Cáceres, mejor conocido como Chalí­o Titipuches.

Y así­ en el olvido vive el atleta Teodoro Palacios Flores. Qué desgraciada me siento cuando les comento a algunas personas que en la universidad estamos preparando un homenaje al periodista e historiador Héctor Gaitán. Me ven con cara de desconcierto y la pregunta ya me la sé de memoria “¿y él quién es?”.

Vivimos en un paí­s analfabeto. Analfabeto de cultura, analfabeto de conocimiento y analfabeto de identidad nacional. Y en ese analfabetismo se amparan las élites para mantener el poder.