A todo nos vamos acostumbrando


Oscar-Clemente-Marroquin

La sucesión constante de escándalos y de temas de preocupación hace que se nos vayan olvidando cuestiones en las que debiéramos ser más insistentes. Uno de esos casos es el de los dos niños Barreda Siekavizza, desaparecidos desde hace más de un año sin que ningún esfuerzo haya dado frutos para dar con su paradero; literalmente pareciera como si se los hubiera tragado la tierra, no porque no hayan dejado rastro, sino porque ese rastro está debidamente encubierto por toda una red que se encargó de facilitar su ocultamiento y de impedir que avance investigación alguna sobre el caso.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Naturalmente la actividad de cada día, el ajetreo cotidiano y la sucesión de temas preocupantes y escandalosos, hace que uno vaya centrando su atención en cuestiones distintas y como sociedad bajamos la guardia, cesando en exigir que las autoridades hagan su trabajo para ubicar su paradero y protegerlos como corresponde. Hemos visto que mediante escuchas telefónicas y otras formas de investigación se ha logrado resolver una gran cantidad de casos que parecían intrincados y que pudieron hasta llegar a ser una especie de crimen perfecto, pero en el caso de los niños Barreda Siekavizza pareciera como si los investigadores todavía operan con recursos de la edad de piedra, puesto que no han podido seguir las pistas dejadas en Migración al obtener pasaportes falsos, ni averiguar para qué destino fueron utilizados, no digamos establecer cómo es que el prófugo padre de los niños recibe transferencias de dinero para mantenerse y mantener a sus hijos.
 Muchos son los elementos que podrían servir en una investigación bien realizada y bien intencionada, al margen de interferencias nocivas que son parte del tráfico de influencias. No haría falta una fuerza de tarea, como ahora les gusta llamar a un grupo especial de investigadores, sino que bastaría un pequeño grupo con determinación para seguir todas y cada una de esas huellas que existen y que pueden llevar a la solución del caso y la protección debida a dos niños que se encuentran en riesgo porque todo apunta a que están bajo el cuidado y custodia de un psicópata que tiene que responder a las acusaciones que se han formulado en su contra.
 Pensar en dos niños cuando hay un debate nacional sobre la reforma constitucional y la necesaria reforma del Estado puede parecer pueril, pero es que cuando uno tiene sus propios nietos de esa misma edad y entiende el sufrimiento de cualquier niño cuando se separa temporalmente de sus padres, tiene que preocuparse seriamente por lo que ha ocurrido con estos niños, Y el asunto reviste importancia de Estado porque es obvio que hay estructuras que han funcionario para proteger al supuesto delincuente y las mismas son muy poderosas, al punto de que lograron documentarlo falsamente y borrar pistas sobre la forma en que se logró escabullir de la justica. Manejan un poder que es extraordinario porque tienen tentáculos en distintas esferas de la gestión pública y eso sigue garantizando la impunidad en nuestro país.
 Personalmente encuentro pocas cosas que me afecten y molesten tanto como cualquier problema que pueda afectar a un niño. Por eso detesto más que cualquier cosa esos actos de pederastia que ahora salen a luz con tanta frecuencia y sufro con enfermedades y dolencias de cualquier pequeño. Ya era así cuando mis hijos crecían pero el abuelazgo me ha reforzado esos puntos de vista.
 Estoy convencido de que este caso no camina porque hay poderes muy grandes trabando cualquier investigación seria que se intente. Y por eso mismo creo que es necesario hacer más presión y exigir a las autoridades que se dejen de excusas y que demuestren su capacidad para ubicar su paradero.