Hoy voy a despojarme de todo lo que me ata al suelo, de aquellos pesos de plomo que me impiden alzar el vuelo del triunfo, porque quiero realizar mi destino de grandeza.
El tiempo que me queda de vida, desde este bello amanecer hasta el final de mis días, voy a dedicarlo a la conquista de ese gran ideal que el sueño grabó en mi mente.
Por eso, empezaré ahora mismo a liberarme de lo que pueda sujetarme a la mediocridad y, fortalecido con el espíritu de la ilusión, me lanzaré a la conquista, sin que nada pueda detenerme.
Nada será obstáculo para mi poderoso cerebro y músculos; derribaré todos los muros y fronteras con la fuerza que inspira en mí el amor a mi meta.
Elevaré mi existencia a su máxima expresión y lucharé siempre por acercarme cada vez más al triunfo y a mi Creador.