A solo unas pocas horas


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Cuando nos encontramos a menos de 48 horas de iniciar las elecciones generales de este año, debo empezar esta columna con tres importantes frases célebres: “Tras un evento electoral solo importa quién es el ganador. Todos los demás son perdedores” (Winston Churchill); “Ante una lista de candidatos, se puede pensar que, felizmente, solamente uno puede ser elegido” (Noel Clarasó), y la última que comparto plenamente: “Somos ví­ctimas de nuestras elecciones”  (Anónimo).

Héctor Luna  Troccoli

 


Dicho lo anterior, el domingo, millones de guatemaltecos acudirán a las urnas electorales para designar al Presidente, Vicepresidente, diputados, alcaldes y corporaciones municipales, con lo cual se integrará una gran parte del andamiaje jurí­dico del Estado que nos regirá en los próximos cuatro años a partir de enero del 2012, cuando es posible que algunos estemos vivos… o muertos.

Repasar los listados de los aspirantes a estos cargos por lo general evoca sentimientos de tristeza y desánimo, porque, si empezamos con los presidenciables, al menos tres candidatos tienen colas machucadas y la posibilidad de servir a intereses contrarios al paí­s, no solamente como ocurre con la mayorí­a que está “alentada” por financistas que representan al poder económico nacional, sino, lo que es peor, por los  que servirán al crimen organizado y particularmente al narcotráfico, desde presidenciables, diputados y alcaldes y corporaciones.

Cambiar este estado de cosas es una tarea titánica y lamentablemente casi imposible, dado el grado de corrupción e impunidad que nos ha corroí­do durante muchos años. De allí­ que es absolutamente indispensable que el sistema de Justicia sea fortalecido y depurado para tener desde agentes de policí­a, hasta magistrados honestos, sin olvidar el papel del Ministerio Público y la Contralorí­a de Cuentas en esta tarea.
 
Sin importar la simpatí­a que se puede tener por uno o varios candidatos, para quienes ya hemos estado en las fauces del lobo, es indudable que nuestra aprehensión se acrecienta cuando observamos una buena cantidad de gente corrupta, e incluso criminal, aspirando a cargos, muchos de los cuales ganarán. Todos piden emitir un voto consciente, pero ¡cómo darlo! ¿si una gran mayorí­a de los votantes no conoce a las personas por quien lo harán? o al revés, muchos tienen hasta 24 años de ser diputados y todaví­a se votará por ellos. Y si el tiempo fuera de logros y honestidad, pues bien vale reelegirlos, pero de ese 80 por ciento que busca seguir ganando buena plata y haciendo negocios, solo tres o cuatro han sabido dignificar su cargo, por eso me ha parecido ingenuo el llamamiento que  hacen para que los mejores asuman el poder ¿Mejores para quién o para qué? Si de más de 7 millones de empadronados ni siquiera un 5 por ciento sabe la trayectoria y cualidades de idoneidad, honestidad, honradez de los aspirantes, solamente a través de canciones, gritos y promesas.

El sistema de gobierno democrático por hoy es lo menos malo que existe, pero en Guatemala debe fortalecerse totalmente produciéndose incluso mí­nimas pero trascendentales reformas constitucionales a las cuales, hace cinco años me oponí­a rotundamente pero ahora las encuentro indispensables, sobre todo para transformar sistemas polí­ticos, sociales, económicos y de justicia. Además hay leyes como la electoral, la de amparo y otras no menos importantes que se pueden modificar ya sin la complejidad de una reforma constitucional. Lo que aquí­ se ha deteriorado enormemente es el sistema polí­tico y es allí­ donde debe enfocarse toda la fuerza social a fin de hacerlo cambiar.
 
Cada elección es una luz de esperanza porque somos un pueblo que vivimos de utopí­as y pensamos que siempre el mañana será mejor. Sé que es inútil pedir a los electos que trabajen por el paí­s y no se sirvan de él. Ya mis años me demuestran que eso ni Dios puede lograrlo, pero al menos me atrevo a pedirles que sean menos malos, que leguen algo positivo a las generaciones del ahora y del mañana. Deben abandonar aunque sea en un porcentaje el yoí­smo que los conduce a buscar su propio bienestar y no el bien común.

No espero mucho, pero conque Guatemala pueda avanzar algunos pasos a un futuro más digno y feliz, estaré más que agradecido. Que así­ sea.
CON ESPECIAL AFECTO. A aquellos polí­ticos  que se rasgan las vestiduras hablando de democracia les dedico esta frase del filósofo inglés, autor del “Leviatán”, Thomas Hobbes, considerado ateo  (sus libros fueron quemados dos veces) y quien hace más de 400 años dijo: “UNA DEMOCRACIA NO ES EN REALIDAD SINO UNA ARISTOCRACIA DE ORADORES INTERRUMPIDA TEMPORALMENTE POR LA MONARQUIA DE UN SOLO ORADOR”. ¿O no…?