Son dos los toros bravos que están en el coso, prestos a protagonizar la cívica embestida final que nos habrá de decir quién de ellos será el «mero, mero» de la próxima jornada constitucional de cuatro eneros?
El ingeniero ílvaro Colom Caballeros es un elemento que se mueve en las aguas abisopelágicas de la política, y el general Otto Pérez Molina se ha declarado portaestandarte de la paz en democracia.
Ya veremos, pues, quién es quién, no sólo tras el evento de urnas, sino también cuando haya de empuñar ?el vencedor? las riendas del poder.
Los dos gallos de pelea están picándose las crestas estos días que corren como a zancadas para llegar al domingo 4 de noviembre.
Tanto el doctor Rafael Espada como el significado hombre de empresa Ricardo Castillo Sinibaldi (dos ciudadanos vicepresidenciables que van en ancas de las alfanas que jinetean Colom Caballeros y Pérez Molina) dan prestancia a las acciones de los dos presidenciables.
El doctor Espada es un afamado cardiólogo, y Castillo Sinibaldi un industrial que ha dado muestras de grandes realizaciones que benefician al país. Nada menos, como director del IRTRA, ha hecho en Retalhuleu un pequeño Disney World a semejanza, puede decirse, del de Orlando, Florida, Estados Unidos de América.
Es oportuno traer a cuento lo que ofrecen en mítines, en los medios de comunicación y en algunos foros los mencionados candidatos al trono del palacio verde-guacamol…
Colom Caballeros ha ofrecido empleo, educación, salubridad, seguridad en el marco del estado de derecho, elevar cada año, durante su cuatrienio de gobierno, el salario mínimo de los laborantes, y Pérez Molina asimismo ofrece paz con libertad, poner en orden la casa (léase la patria), frenar la corrupción de tantos burócratas y de sus compinches, la inseguridad que se ha enseñoreado del territorio nacional; también empleo, garantías a los inversionistas locales y extranjeros, etcétera.
Lo que viene pidiendo a gritos la población es seguridad patrimonial individual y colectiva, ya que la criminalidad y la delincuencia en todas sus nefandas manifestaciones nos tiene entre la espada y la pared sin esperanzas, al menos por ahora, de marcar alto de una vez por todas a los sangrientos y aterrorizantes actos de barbarie incesables.
Los asaltos y los robos a mano armada, las violaciones atribuidas a sátiros empedernidos, los secuestros, las extorsiones, así como los asesinatos de hombres, mujeres y niños son cometidos a toda hora del día y de la noche en los ambientes urbanos y rurales; incluso, en muchos casos, en las barbas de las autoridades encargadas de garantizar la integridad física y patrimonial de las personas.
Casi siempre el «traidito de la película», o sea el de la segunda vuelta comicial es el que ha obtenido la mayoría de votos en la primera; sólo a finales de la pasada centuria se sacó el loteriazo el ingeniero Jorge Serrano Elías para dejar en la lona a su tocayo Jorge Carpio Nicolle, quien había barrido en las urnas en la primera andanada de sufragios.
Se nota cierto entusiasmo entre el conglomerado ciudadano en cuanto a concurrir nuevamente a votar el 4 del mes entrante, pero la pelea de los candidatos presidenciales y vicepresidenciales, con las «culas» de su gente, es dura y se cree que arreciará ruidosamente en los pocos días que faltan para llegar al desengaño. Infortunadamente, no dejan de preocupar las decenas de miles de cédulas duplicadas (muchas de ellas falsificadas, merced a las alcaldadas de las mafias) y, además, muchos empadronados con nombres duplicados, entre ellos buen número de «fantasmas» o muertecitos?
Deseamos, una vez más, que del evento de referencia surja un ciudadano «de los buenos», como decía en su propaganda de campaña el doctor Alejandro Giammattei, para ostentar en bandolera la codiciada banda azul y blanco y, luego, sentarse al timón de la nave gubernamental que, por cierto, peligrosamente viene escorando.