A propósito del llamado soborno de Taiwán


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Ha tenido gran resonancia nacional e internacionalmente lo declarado en un tribunal de justicia de Estados Unidos por el ex presidente de Guatemala, Alfonso Portillo, procesado por actos delictivos.

Pretendiendo un veredicto que mejore su situación de reo preso –como se dice en argot de operadores de justicia, abogados y güizaches–, Portillo se declaró culpable de peculado que se le imputa.

Marco Tulio Trejo Paiz


Los milloncitos de dólares enviados por el gobierno de la República de China, con asiento en la isla de Taiwán, para realizar un proyecto educativo, tienen entre rejas en la superpotencia del norte al ex gobernante de nuestro país.

Al respecto, pensamos que quienes ejercen el poder taiwanés han puesto en práctica una política de hacer amigos mediante relaciones diplomáticas y comerciales con las naciones del mundo, y con el interés, también, naturalmente, de procurar una convivencia propicia para posibilitar ayuda mutua.

Pero, infortunadamente, Taiwán se mantiene fuera de la Organización de las Naciones Unidas porque se cumple aquello de que el pez grande se come al chico; en otras palabras, porque la China comunista soslayó al pescadito que ha tratado, asimismo, de ser aceptado como miembro  del máximo organismo mundial (la ONU), al igual que las dos Coreas que maniqueistamente se mantienen en pugna.

Taiwán es un Estado con todas las de ley. Surgió en la pasada centuria como tal por abrumadora mayoría de votos de los representantes de los países de todos los continentes.

Categóricamente, declaramos que no tenemos más interés que el de referirnos al borborigmo que ha suscitado el caso de la millonada que llegó a las manos del susodicho ex presidente encartado en la jurisdicción neoyorquina. ¡Nada de interés bastardo! ¡Siempre, por convicción,  damos al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios!

Visitamos la bella isla del sudeste asiático hace algún tiempo y, como periodistas sin ataduras ni mordaza, escribimos en el diario LA HORA unos cuantos artículos haciendo desfilar lo que vimos con propios ojos y escuchamos con propios oídos en Taipéi y en otros lugares hacia donde nos movilizamos. Entonces actuaba como director-editorialista del vespertino don Clemente Marroquín Rojas, en el que ahora  está al frente Oscar Clemente.

El sabor o el olor a  soborno (o cohecho) lo ha percibido el ex gobernante de la URNG,  pero nosotros, de cuando en cuando, únicamente hemos enfocado realidades de admirable progreso de la República de China, como también lo habrán comprobado los funcionarios y las funcionarias de gobierno en todas las épocas, así como hombres de prensa no sólo de Guatemala y millones de turistas de todas partes. ¡Sí, estimados lectores!