A propósito de la violencia polí­tica Parte I


David José Escobedo Mayén

Como los grandes filósofos y cientí­ficos sociales no enseñan, la violencia siempre ha formado parte del quehacer polí­tico. Desde el inicio de su historia, la sociedad humana ha actuado de forma violenta para encontrar soluciones a problemas de orden existencial. Conforme pasan los años, la humanidad va perfeccionando mecanismos para llegar a acuerdos de forma pací­fica. En el aspecto polí­tico, a estos mecanismos son a los que se les llama instituciones polí­ticas y las más desarrolladas y que abarcan casi a todos los pueblos del mundo son, las instituciones polí­ticas que conforman la democracia liberal burguesa. í‰stas nacieron más o menos ahí­ por los siglos XVI, XVII y XVIII y en el plano ideológico fueron analizadas con brillantez por hombres tales como: Hobbes, John Locke, Rosseau, Marx, Engels, Lenin y otros pocos. En Guatemala, la violencia polí­tica ha estado presente en toda nuestra historia. Como ejemplos ponemos: la Conquista y Colonización española, en donde fue violento el sometimiento que los españoles impulsaron hacia los indios y fue violenta la resistencia que los indios mostraron hacia sus opresores; la Independencia del 15 de Septiembre de 1821, en donde fueron violentas las pugnas entre liberales y conservadores; la reforma liberal de 1871, en donde fue violenta su preparación; la Revolución del 20 de Octubre de 1944, que fue violenta. (No sólo en su preparación y ejecución, también en los gobiernos revolucionarios que reprimió violentamente a la oposición polí­tica de derecha: el asesinato del mayor Javier Arana y las disoluciones de las manifestaciones del año 1951 son ejemplos concretos de este perí­odo); la contrarrevolución de 1954, la cual reprimió con violencia a sus opositores polí­ticos; la guerra popular revolucionaria del perí­odo 1960-1996, en donde fue violenta la lucha entre el Estado y el pueblo. En sí­ntesis, la violencia polí­tica ha sido la máxima expresión de la lucha de clases y ha predominado sobre el diálogo y el consenso. Todos los ejemplos anteriores nos ratifican la siguiente premisa: que la historia polí­tica de Guatemala ha girado entorno a luchas violentas que determinadas fuerzas sociales y partidos polí­ticos en pugna han librado. Sólo partiendo de la anterior premisa, podemos entender los fenómenos de violencia polí­tica que actualmente se están suscitando y que en lo particular, están afectando al partido polí­tico, Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). Con la firma de los Acuerdos de Paz en 1996, culminó la guerra popular revolucionaria e inició una etapa de consolidación y legitimización de las instituciones polí­ticas liberales formalmente constituidas, ya que dentro de las mismas, las principales fuerzas sociales y partidos polí­ticos luchan: por llegar a tener representatividad polí­tica y así­ hacer valer los intereses que representan. No obstante instituciones polí­ticas formalmente constituidas, consolidadas y legí­timas, las fuerzas sociales y partidos polí­ticos que están en pugna trascienden lo puramente institucional-formal y muchas veces desembocan en actos de violencia polí­tica para resolver problemas polí­ticos. Continúa.