A pesar de todo, lo bueno es que florezcan una vez más


Me recuerdo que ya una vez hice referencia a que nací­ en El Gallito, allí­ pasé mi niñez y parte de mi adolescencia. Aquél barrio no era lo que ahora es. La Escuela República de Chile me quedaba cerca. Me gustaba irme por la Avenida de El Cementerio, atravesar el palomar que quedaba entre la 14 y 13 calles, salir a la Avenida Elena, pasar frente al Centro Mercantil y llegar a la novena calle. Entre la segunda y tercera avenidas, donde ahora está el Instituto Rafael Aqueche, terminé mis estudios de primaria.

Ricardo Rosales Román

En la Avenida Elena y en la de El Cementerio habí­an, a ambos lados, hileras de frondosas jacarandas. De lo que me acuerdo es que las banquetas se engalanaban de color morado. Ello querí­a decir que la Semana Santa estaba por llegar. Lo que en aquel entonces no llegué a saber es el porqué la Semana Santa no cae siempre en la misma fecha. Tiempo después supe porqué, como supe también que los matilisguates son igualmente frondosos árboles que empiezan a florecer en enero y su punto más alto de hermosura lo alcanzan en marzo o en abril.

Y como pudiera haber alguien que todaví­a no lo sepa, me atrevo a referir lo que sé de porqué la Semana Santa es una conmemoración movible.

Según se me dijo, la Semana Santa es movible porque el jueves en que la soldadesca romana apresó al Hombre de Nazareth, a la luz y esplendor de aquella noche de luna llena, el Iscariote les entregó a la ví­ctima de su traición, según el apóstol Lucas, en el Monte de los Olivos.

De ello se deduce que como las fases de la Luna no son inamovibles, el Jueves Santo tiene que coincidir con la tercera o cuarta luna llena del año y, en consecuencia, o la Semana Santa cae en marzo o en abril. Este Jueves Santo coincide con la tercera luna llena.

Y así­ como las fases de la Luna cambian, igualmente cambia la duración de los dí­as y las noches. En junio se da el dí­a más largo del año y la noche más corta. Hay un dí­a en que en las costas de los paí­ses bálticos no se pone el Sol.

A mí­ me tocó disfrutar lo impresionante que es un dí­a en que el Sol no se pone. Fue en junio de 1965, en Leningrado. En la Ciudad Héroe tuvieron lugar las solemnes festividades del XX Aniversario del Fin de la Gran Guerra Patria y la Victoria del Ejército Rojo sobre el fascismo alemán.

De manera, pues, que todo lo que se da en el universo, en la naturaleza, en las sociedades, en las naciones, en los paí­ses, en los Estados, en las regiones y en los Continentes, está en constante cambio; nada permanece inmutable; todo se transforma. Además, nada hay lineal y sin contradicciones.

Como será fácil advertir, lo que empecé rememorando aconteció hace muchos años y son muchos los cambios que se han dado en el mundo desde entonces para hoy.

Algo de lo más importante a destacar acaba de suceder en el sur de nuestro continente. La firme y a la vez inteligente y consecuente posición asumida por los presidentes de Ecuador, Bolivia y la República Bolivariana de Venezuela, hizo posible lo que parecí­a inalcanzable: superar por el momento la tensa situación que creó provocadoramente el presidente de Colombia en la región andina al haber violado la frontera de Ecuador y en territorio de un paí­s soberano e independiente, asesinar a mansalva al comandante Reyes, a una veintena de combatientes de la insurgencia colombiana, y a cuatro estudiantes mexicanos.

En la Reunión del Grupo de Rí­o celebrada en la capital de la República Dominicana, triunfó la causa de la paz; se derrotó la polí­tica guerrerista e intervencionista del gobierno y la oligarquí­a colombiana y de otros paí­ses del Hemisferio Occidental que, apoyándose en el Plan Colombia como polí­tica contrainsurgente de Estado de la Casa Blanca para Latinoamérica, se empeñan en desestabilizar la región y enderezan su arsenal de mentiras y amenazas, provocaciones y agresiones contra Venezuela, Bolivia y Ecuador y sus gobiernos democrática y popularmente electos.

Lo que no se puede dejar de prever son los peligros y la permanente amenaza que se cierne en la región a causa del doble comportamiento del señor Uribe y la fundamentada desconfianza de que vaya a cumplir con lo que se comprometió a respetar en la Rceunión de Santo Domingo.

En cuanto a nuestro paí­s, cabe decir que lo que ha estado ocurriendo a partir de junio de 1954 no es para mejorar sino para peor.

De ahí­ que sea obligado replantear la necesidad de conformar la alternativa real y posible, desde las izquierdas, a la cadena de gobiernos incompetentes y corruptos que en lo nacional e internacionalmente son obedientes cancerberos de su amo imperial, las grandes corporaciones transnacionales, y las privilegiadas élites corporativas locales.

Lo esperanzador es que, pese a ello, todaví­a he podido tener el tiempo y disponer de este espacio para poder decir que las jacarandas y los matilisguates estén floreciendo este año una vez más y haya tenido la alegrí­a de congratular a Ana Marí­a, mi compañera de toda la vida, por su reciente cumpleaños.