Para las tropas de Solimán el Magnífico, todo parecía estar perdido; el número de bajas aumentada a cada segundo, y ya se había retrocedido mucho terreno; el momento de rendirse había llegado.
Sin embargo, ese valiente sultán de la Edad Media no pensaba así; en contra del consejo de sus generales, lanzó a sus cansadas tropas a un feroz contraataque, para morir o vencer gloriosamente.
Con palabras de fuego, encendió el ánimo de sus soldados; esto fue lo que les dijo:
«Mis bravos guerreros, ustedes nacieron para triunfar, así que vamos todos a luchar seguros de ganar. ¡A conquistar la victoria!».
Y con sangre, sudor y lágrimas, sus ejércitos lograron oro gran triunfo.
«Â¡JAMíS ME RENDIRí‰!» ES EL LEMA DE LOS GRANDES.