A los verdaderos amigos de Venezuela


Jorge_MARIO_Andrino

La sociedad venezolana vive momentos difíciles, por sus divisiones de ideología política, pero también por su situación económica-social, que no privilegia en su totalidad e igualdad a todos los estratos. Por el contrario, la convulsión se ha vuelto incontrolable por malas decisiones del gobierno, que reclaman respeto por su representatividad y legitimidad, pero olvidan que en una democracia real, la población merece el cumplimiento de los derechos que les corresponden todos los días y a toda hora, no sólo al momento de la elección.

Jorge Mario Andrino Grotewold.


En Venezuela, las autoridades de gobierno siguen recreando el fantasma del expresidente Chávez y bajo esa consigna, han gobernado con políticas públicas no eficientes, aunque aún predominando su concepto social, hacia los menos privilegiados. Sin embargo, han olvidado que los procesos democráticos son incluyentes, y que para repartir más, simplemente hay que crear, desarrollar e invertir más. De lo contrario, el país se convierte en un “stand by” para toda la población. Los pobres reciben lo mínimo, y no salen de pobres. Y los acomodados, dejan de invertir, dejan de producir y ahorran fuera del país. Algunos inclusive van a la quiebra cuando el sistema económico no es apropiado, y se dedican a otras actividades que al final, no producen lo mismo que antes. Y la clase media se estrecha cada vez más, pero no hace incidencia en la economía, la que depende cada vez más de su producción petrolera y cada vez menos de su producción interna económica.

Y a todo ello, la oposición política aprovecha las condiciones y arenga a la población, específicamente a sus seguidores políticos para manifestarse violentamente contra el gobierno. La oposición no resigna sus intenciones de retomar al poder, pero olvida que la gente ha estado cansada de la representación de la misma ideología conservadora de siempre, que sumió por años a Venezuela en la pobreza, a pesar de contar con riquezas naturales y de recursos minerales. La verdadera oposición no se consolida políticamente porque su discurso está perdido, por lo que promueve cambios a una Venezuela que se desespera por la situación económica y la poca convivencia social.

Todas las expresiones anteriores, recogidas entre diarios electrónicos y narrativas de funcionarios, profesionales y obreros venezolanos, repiten el error que muchos países como la misma Guatemala han cometido. Mientras unos promueven la igualdad y equidad de condiciones, atacando la historia antigua y reciente del país; otros generan eras de cambio dogmático combinando resoluciones añejas de problemas tradicionales como la inseguridad, el desempleo y la ausencia de políticas públicas de inversión. Y todo ello, dicen estos últimos, se consigue solo con mecanismos de productividad y trabajo, aunque los réditos sean mayores para pocos. Es el efecto cascada que le dicen, que redundará en beneficio para todos, aunque tarde otros 500 años. Pero ninguna de las posiciones, ni aquí en Guatemala ni en Venezuela, promueven lo que realmente se necesita para salir adelante: el principio de solidaridad, conjugado con una reconciliación nacional de sectores opuestos, con base en un ejercicio de poder limitado, transparente y estratégico.

Esas visiones ausentes ahora en Venezuela y en tantos otros países como Guatemala, han creado un mar de divisiones y rencores, que tardarán muchos años en terminar. Y aunque las necesidades sean comunes, los derechos iguales y las soluciones las mismas, parece que la miopía de los líderes en cualquier territorio, de gobierno u oposición, no cumple con las expectativas de toda población, que lo que añora es vivir en paz y con dignidad.

Al oído de los verdaderos amigos de Venezuela… Y los de Guatemala, para provocar los verdaderos cambios que se necesitan.