No me sorprendió que el titular de la cartera de Comunicaciones destituyera al director general de Transportes, porque desde hace más de 10 años he venido insistiendo en que esa institución se ha convertido en una cueva de corruptos; pero sí me asombró la forma fulminante como procedió el ministro Luis Alejandro Alejos y la diligencia del diputado Noé Orellana para demostrar documentalmente los aún supuestos delitos cometidos por el defenestrado Jorge Mario Sánchez.
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Es que precisamente uno de los principales factores que más han incidido en la ocurrencia de constantes accidentes en las carreteras del país, radica en la corrupción que se ha enraizado en la citada institución, tan notoria en este sentido como lo han sido las direcciones generales de Aduanas y Migración.
Durante la administración del presidente í“scar Berger, escribí y publiqué una docena de artículos, por lo menos, respecto al dinero que se mueve ilícitamente en la Dirección General de Transportes y en la Jefatura del Departamento de Tránsito, de la Policía Nacional Civil, lo que permite que operen armatostes en estados mecánicos calamitosos, que jóvenes inexpertos sean autorizados para manejar unidades del servicio extraurbano, que la mayoría de los pilotos de esos autobuses conduzcan a velocidades escalofriantes, que esas mismas camionetas transiten con el doble de pasajeros autorizados, en fin, que se viole la Ley de Tránsito y su reglamento impune y permanentemente.
Sin contar con el consentimiento de los usuarios de este servicio, me arrogo su representación para agradecer y felicitar al diputado Orellana, de la Gana, porque después de tantas denuncias públicas contra la corrupción en la Dirección de Transportes, al fin hubo un funcionario, en este caso un legislador, que atendió el clamor generalizado de la población, para investigar y descubrir las anomalías que se atribuyen al ex director Sánchez, y de igual manera me complace elogiar la actitud del ministro Alejos, porque tampoco tuvo contemplaciones para echar de su puesto a un individuo que no hizo otra cosa que seguir el pernicioso ejemplo de sus predecesores, con el afán de enriquecerse ilícitamente.
Ahora el titular de Comunicaciones tiene la posibilidad de designar para el cargo vacante, a un técnico en la materia, por lo menos a un ingeniero en sistemas, ya que, al parecer, en Guatemala no se cuenta con ingenieros viales, que, además, sea de conducta intachable, en el sentido de que su honestidad sea su mejor carta de presentación, para evitar, por un lado, la improvisación, y, por el otro, que persista la corrupción.
(Romualdo Tishudo sugiere una limpieza total en Transportes y en el Departamento de Tránsito, para eliminar el enriquecimiento ilícito y enfrentar el problema de los accidentes carreteros)