A la zaga de los candidatos presidenciales


Si se impone la esquiva lógica polí­tica, algo difí­cil de entender hasta para los más experimentados en el razonamiento formal, y si las encuestas mediáticas futuras persisten en mostrar los resultados obtenidos hasta la fecha, como reflejo de la opinión de los guatemaltecos, algunos de los candidatos presidenciales ya deberí­an haber abandonado su estéril campaña de proselitismo, porque su futuro polí­tico es desalentador.

Eduardo Villatoro

Por supuesto que estos fugaces aspirantes a suceder al presidente í“scar Berger están en todo su derecho de seguir gastando su dinero y el ajeno y a realizar cualquier sacrificio autoimpuesto, y uno de periodista metiche no tiene por qué darle consejos a quienes van camino al fracaso; pero las mediciones que se han publicado por lo menos pueden servir de entretenimiento, en lo que respecta a los fracasados pretendientes a la Silla Grande.

El único que, hasta el momento de anotar estos apuntes, ha privilegiado su sensatez a los elogios de sus amigos cercanos, es el ex canciller í‰dgar Gutiérrez, con lo que demuestra que su cordura va de la mano con su inteligencia, en vista de que comprendió que su artificial candidatura se limitaba a una aventura que presagiaba un desastre polí­tico.

Mientras el sociólogo tuvo la prudencia de no perder su tiempo en ese proyecto electoral, para dedicarse a la investigación y el análisis, otros candidatos a los que, asimismo, se les puede atribuir una buena dosis de inteligencia y sentido común, persisten en sus legí­timas, pero vanas intenciones, como son el cientí­fico Eduardo Suger y el joven ambientalista Vinicio Cerezo Blandón.

Por lo menos el doctor Suger obtiene un poquito más del 1% de las intenciones de los ciudadanos; pero es totalmente insuficiente como para competir con seriedad contra los candidatos presidenciales ílvaro Colom, Otto Pérez Molina y Alejandro Giammattei, e incluso la señora Rigoberto Menchú, cuyas pretensiones han resultado un tremendo fiasco, a menos que los votantes fueran escandinavos o de paí­ses de Europa occidental, porque ni siquiera los guatemaltecos de las etnias mayas demuestran inusitado fervor por las aspiraciones presidenciales de la Premio Nobel de la Paz.

Respecto a Cerezo Blandón, el estudioso hijo del ex presidente Vinicio Cerezo, que ostenta un doctorado en determinada disciplina cientí­fica, parece ser que al ex mandatario lo cegó la ilusión de ver a su primogénito hospedado en la Casa Presidencial, porque en las encuestas su nombre ni aparece entre los que tienen un raquí­tico 1% de posibilidades.

Quien me causa extrañeza por su bajo rendimiento en las mediciones es el médico Francisco Arredondo, porque presumí­ que bajo el manto del PAN y por la simpatí­a personal que despierta, iba a disputar los primeros lugares; pero se ha quedado rezagado, igual que el empresario radial Luis Rabbé, pese a que tiene a su alcance los cuatro canales de la televisión abierta.

En lo que atañe a la izquierda, no creo que valga la pena exprimirse los sesos para avizorar que ninguno de los dos candidatos que se autoproclaman abanderados de esa corriente ideológica -que ha registrado singulares avances en diferentes paí­ses latinoamericanos, con sus particulares matices- puedan superar el mí­nimo porcentaje que establecen las normas electorales, para que las organizaciones que los apoyan sobrevivan como partidos polí­ticos.

Resulta patético para quienes simpatizamos con las fuerzas progresistas, el anticipado fracaso de las candidaturas de Miguel íngel Sandoval, postulado por la coalición Maí­z y la URNG, y de Pablo Monsanto, abanderado de la Alianza Nueva Nación. Sin recursos, sin un discurso coherente, sin seguidores, pero eso sí­ cada uno contribuyendo a ahondar las divisiones y la atomización de la izquierda de Guatemala, ambos polí­ticos ni siquiera levantan polvo en los caminos de herradura que recorren.

Al frente de todos, incluso de otros aspirantes presidenciales que no hay espacio para mencionar, se mantiene el candidato ílvaro Colom, de la UNE, quien -otra vez apelando a la huidiza lógica polí­tica- probablemente triunfe en las elecciones de primer grado, y resulte victorioso en los comicios de la segunda ronda, a menos que el militar Otto Pérez Molina, del Partido Patriota, logre unificar a la poderosa clase empresarial, tarea muy difí­cil porque varios de esos grupos ya han apostado por el que consideran ganador.

(El indeciso Romualdo Dudoso recuerda: En las elecciones en las que Vinicio Cerezo ganó de Presidente, habrí­a prometido que las vacas de Zacapa darí­an más leche, porque los activistas de la DC pintaron de verde todas las piedras).