A la espera de ayuda


Unas personas caminan, en Chile, en medio de la destrucción tras el terremoto del sábado. FOTO LA HORA: AFP EVARISTO SA

Cientos de miles de chilenos seguí­an hoy esperando ayuda tras el terremoto y el tsunami que arrasaron el sur del paí­s, provocando la muerte de 711 personas, atrapando a decenas entre las ruinas y dejando a cientos de desaparecidos en zonas costeras de difí­cil acceso.


Un hombre se sienta sobre los escombros que dejó el fuerte sismo. FOTO LA HORA: AFP Evaristo SA

Concepción, la gran ciudad más afectada por el sismo, a 500 km al sur de Santiago, pasó la noche bajo el toque de queda.

Una persona murió baleada durante la noche, en circunstancias aún no esclarecidas y 160 fueron detenidas, pero la calma volvió a esta ciudad de medio millón de habitantes que ayer vivió una oleada de pillajes y saqueos.

«La población colaboró, entendió el sentido del toque de queda. Hay que entender la situación de angustia de mucha gente. Porque, además, hemos tenido réplicas permanentes, y eso se agrega a la oscuridad, a la incertidumbre», señaló hoy el subsecretario de Gobierno, Patricio Rosende.

«Agua, sólo pido agua», decí­a desesperada una mujer de unos 20 años mientras agitaba una botella plástica vací­a, un reflejo de que en esa ciudad falta lo básico.

Rosende señaló que todos los alimentos que se encuentran en los grandes almacenes de la ciudad fueron comprados por el gobierno para su distribución gratuita y que hoy llegarán a Concepción una barcaza y dos aviones de la Fuerza Aérea Chilena (FACH) con más provisiones.

Es tal la magnitud de la tragedia que el presidente electo Sebastián Piñera, que recorrió la zona más afectada, reconoció esta madrugada que «la situación es peor de lo que se esperaba».

Relató que las carencias en la ayuda eran tales que vio enfermos «bajo la bóveda celeste» y que habí­a entrado en un edificio derrumbado donde escuchaba gritos de personas sobrevivientes, y al que todaví­a no habí­an accedido los cuerpos de rescate.

En Concepción, las tareas de rescate se concentraban en un edificio que cayó de lado, y donde viví­an unas 100 personas, de las cuales unas 50 permanecen dentro. Este lunes los bomberos llegaron hasta un lugar donde tres personas de una misma familia estaban atrapadas detrás de un muro.

Según explicó a la AFP el comandante de Bomberos, Juan Carlos Subercaseaux, el rescate es muy peligroso puesto que si perforan el muro, detrás del cual se encuentran las tres personas, la estructura puede ceder.

«Vamos a hacer un trabajo de relojerí­a (…) Que Dios nos ayude», dijo Subercaseaux.

Los temores del gobierno sin embargo se centran en las zonas costeras, donde un tsunami arrasó con varias poblaciones. Por culpa de las rutas cortadas y los puentes caí­dos la ayuda no llegaba a poblaciones como Penco, Dichato, Constitución y Talcahuano, donde se habla de cientos de muertos por la marejada.

En Penco, un poblado de unos 50 mil habitantes, las algas colgaban aún de casas y postes, tras la ola gigante que se abatió sobre gran parte de su borde costero, mientras que en Talcahuano y Dichato varias embarcaciones fueron arrastradas hasta el frente de algunas casas.

«La ola llegó y tapó todo. Era como de seis metros de alto. Botó las casas, un taller mecánico y los casinos (restaurantes)», relató Carlos Palma, mientras recorre la costa de Penco para ver si puede rescatar algunas de sus pertenencias.

La directora de la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi), Carmen Fernández, señaló que «se siguen buscando personas desaparecidas, en un número que todaví­a no podemos precisar».

Ayer la presidenta Michelle Bachelet dijo tener «la certeza de que estos números van a seguir creciendo», en referencia al saldo de muertos y a los desaparecidos.

El sábado, tras el brutal terremoto de magnitud 8,8, el canciller chileno, Mariano Fernández, señaló que su paí­s no necesitaba ayuda internacional, pero este lunes Naciones Unidas confirmó que Santiago la pidió oficialmente.

«El gobierno (chileno) ha pedido la asistencia internacional», indicó a la AFP Elisabeth Byrs, portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), quien agregó que las autoridades chilenas han «entregado una lista con las prioridades».

MINAS Retoman faenas


La mina chilena de cobre El Teniente, la más grande que opera de forma subterránea en Chile, ubicada en el sur del paí­s, retomó sus actividades en forma paulatina, al igual que otros yacimientos ubicados en el sector afectado por el potente sismo de 8,8 grados que azotó a Chile el sábado.

La mina El Teniente, de propiedad de la estatal chilena Codelco, «no sufrió daños de consideración y sólo uno de sus trabajadores resultó con lesiones leves», según un comunicado de la compañí­a.

La mina reinició sus labores la tarde del domingo. Previo a la puesta en marcha de sus faenas, «la empresa realizó una exhaustiva revisión de su maquinaria e infraestructura de manera de funcionar con plena seguridad tanto para sus trabajadores como para la comunidad aledaña a sus instalaciones».

El Teniente está ubicada en la ciudad de Rancagua, 80 km al sur de Santiago, y produce unas 380.000 toneladas de cobre al año. Forma parte de las operaciones de Codelco, la mayor productora mundial de cobre, que junto a otras mineras ubicadas en el norte de paí­s -que no resultó afectado por el sismo- produce unos 1,7 millones de toneladas al año.

El terremoto se sintió a las 03H34 locales del sábado (06H34 GMT) y afectó al centro y sur de Chile, dejando un saldo parcial de 711 muertos.

Otras minas ubicadas en la zona afectada, como Los Bronces y El Soldado, de la británica AngloAmérica, operan también con cierta dificultad.

Los Bronces, ubicada en Santiago, produce unas 230.000 toneladas del cobre al año, mientras que El Soldado, en la vecina quinta región, genera unas 50.000 toneladas al año, según informó personal de la minera.

En igual situación estaba la mina Candelaria, en el norte de Chile, que produce unas 180.000 toneladas.

Chile es el principal productor mundial de cobre, con una producción total de unos 5,3 millones de toneladas al año, equivalente a un tercio de la oferta mundial.