¿A donde vas, Vicente?


Guillermo Castañeda Lee, Céd. R -19 No 997, Teculután, Zacapa

¿A dónde vas, Vicente? A donde va toda la gente. Así­ decí­an mis abuelitos cuando uno querí­a estar en la moda. Pues bien ahora que está en la moda lo de los pueblos indí­genas yo quisiera saber cuántas generaciones se tiene que haber vivido en un lugar para ser considerado indí­gena, pues según registros históricos algunos de mis ancestros vinieron hace como 15 generaciones, otros pudieron haber venido hace 100 generaciones y así­, a saber si algunos otros vinieron hace 200 o 300 generaciones al continente americano.

Ya que los conocimientos históricos de mi familia no llegan hasta tan lejos me concretaré únicamente a los más recientes, para tratar de descifrar el enigma de que si soy indí­gena o soy extranjero.

Hace 15 generaciones allá por el año de 1600 en el Oriente del paí­s nació una de mis ancestros directos llamada Marí­a de Vargas que era hija de Francisco de Lobo Vargas Paz y doña Gerónima de Galdámez; Francisco era hijo de la mestiza Francisca de Paz, quien era hija de la indí­gena Marí­a de Molina, quien a su vez era hija de don Diego, cacique de Soconusco. Si mis datos están correctos, entre el 80 y 90 % de la población del Oriente del paí­s viene de esta rama, por lo cual los orientales podemos decir que somos herederos de estirpe noble indí­gena.

Yo creo que los actuales residentes del planeta Tierra estamos tan diluidos y tan cruzados, que casi toda la población mundial tiene sangre de dos, tres o más continentes, lo que pasa es que en las Naciones Unidas y en algunas otras organizaciones mundiales hay miles de personas que de eso viven, viajan por el mundo y disfrutan la vida a nuestras costillas, manteniendo a la moda esos temas y creando distanciamientos entre la raza humana.

Tal vez si hubiera forma de viajar en el tiempo podrí­a ser que descubriéramos que los que actualmente son considerados indí­genas, muchos siglos atrás fueron invasores de otros que ya se encontraban establecidos y que éstos habí­an sido también invasores, etc. etc. y allí­ viene otro refrán de los abuelitos: «Nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con que se mira», por eso en Zacapa le ponemos a las vacas anteojos verdes para que crean que están comiendo zacate en lugar de piedras.

Felicitaciones a mi pueblo por la nobleza del Alcalde saliente en reconocer su derrota, sin bochinches y sin berrinches.