¿A dónde va el dinero de los rescates?


Barack Obama (D), presidente de Estados Unidos, entrega una planta de tréboles, como sí­mbolo de buena fe al primer ministro irlandés, Brian Cowen. Obama mostró su molestia por el millonario bono para los altos ejecutivos de la intervenida AIG. FOTO LA HORA: 

AFP MANDEL NGAN» title=»Barack Obama (D), presidente de Estados Unidos, entrega una planta de tréboles, como sí­mbolo de buena fe al primer ministro irlandés, Brian Cowen. Obama mostró su molestia por el millonario bono para los altos ejecutivos de la intervenida AIG. FOTO LA HORA: 

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<p>La ira popular contra las bonificaciones de la aseguradora AIG generó interrogantes en Estados Unidos sobre el destino de los multimillonarios paquetes de rescate pagados por el contribuyente.</p>
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La polémica se convirtió en una especie de pulseada entre el gobierno del presidente Barack Obama, que se sumó al clamor de indignación, y la empresa rescatada por el Estado, ahora dueño del 80% de los activos de la aseguradora.

Pérdidas masivas en una división del American International Group (AIG) obligó al Estado a inyectar unos 150 mil millones de dólares en sus cofres y el 2 de marzo anunció un nuevo salvavidas de casi 30 mil millones.

La aseguradora es ahora blanco del oprobio general por sus excesos. Un senador republicano miembro de la comisión de Finanzas, Charles Grassley, dijo que sus ejecutivos deberí­an «renunciar o suicidarse» por sus responsabilidades.

«AIG es un cerdo», tituló en primera plana el tabloide Daily News, sintetizando al extremo la ola de reprobación contra las bonificaciones por 165 millones de dólares pagadas a empleados de la empresa en dificultades.

Según Obama, que prometió castigar a quienes pusieron al ex número uno mundial de los seguros al borde de la quiebra, «es difí­cil entender cómo los traders de AIG para el mercado de derivados obtuvieron bonificaciones».

«Â¿Podrá detenerlos?», se preguntó desafiante el diario neoyorquino Newsday, mientras que USA Today, de circulación nacional, arrojó en su portada un tomate podrido contra el logo de la empresa.

Algunos expertos advirtieron que la controversia sobre las bonificaciones concierne apenas la milésima parte del paquete de rescate que recibió AIG y que las verdaderas interrogantes se refieren al resto del dinero.

«Lo más importante es que los bonos son una especie de distracción», comenta en un editorial el New York Times, al destacar que buena parte del dinero terminó en las arcas de firmas asociadas a la empresa en sus negocios.

La lista incluye a Goldman Sachs (12 mil millones de dólares), Merrill Lynch (6 mil millones), Bank of America (5 mil millones), Citigroup (2 mil millones) e incluso una veintena de bancos europeos por un total de casi 60 mil millones. Según el diario, hay además 32 mil millones cuyo paradero se desconoce.

El Wall Street Journal, que habitualmente refleja la opinión del establishment financiero, también deplora la ayuda de facto a bancos extranjeros, aconseja pagar sin chistar las bonificaciones para evitar más problemas a la empresa –incluyendo eventuales represalias de sus ejecutivos despechados– y reclama una reprivatización de AIG.

En medio de la tormenta, el ministro de Justicia del Estado de Nueva York Andrew Cuomo hizo enviar citaciones para obligar a la aseguradora a revelar detalles de las bonificaciones a los empleados.

Cuomo dijo hoy que 73 empleados recibieron bonos de por lo menos un millón de dólares el viernes pasado, pagados con dinero de los contribuyentes.

Los diez más afortunados recibieron en total 42 millones de dólares. Once empleados, incluyendo uno que obtuvo un bono de 4,6 millones, en realidad ya habí­an renunciado a sus cargos. «Todos esos pagos fueron realizados a individuos cuyo desempeño condujo a pérdidas catastróficas y llevaron a AIG al borde de la quiebra», deploró Cuomo.

Mí‰XICO Sorprenden a Obama


La decisión de México de aplicar sanciones comerciales contra Estados Unidos a causa de una disputa sobre camiones es un nuevo percance para el gobierno del presidente Barack Obama, que parece sufrir de improvisación ante un Congreso resueltamente proteccionista.

México anunció ayer aranceles referentes a 90 productos de su principal socio comercial, por valor de hasta 2 mil 400 millones de dólares, como una señal de su irritación ante un tema que no se ha resuelto en 15 años de Tratado de Libre Comercio (TLCAN).

La reacción del gobierno estadounidense fue rápida pero confusa: el presidente Obama dio instrucciones al Departamento de Transportes para que halle una nueva solución provisional que permita a los camiones mexicanos correctamente certificados penetrar en territorio estadounidense.

Pero esa opción ya estaba en vigor, precisamente desde 2007, cuando el gobierno de George W. Bush consiguió establecer un programa piloto que estaba beneficiando a un centenar de camiones.

«La decisión de México de aplicar aranceles es una manera útil de recordarnos que nuestros socios comerciales nos juzgarán no solamente por las palabras de nuestro gobierno, sino por las acciones del Congreso», señala Dan Price, ex consejero de polí­tica económica internacional del presidente Bush.

«Para un gobierno que dice que está comprometido con cumplir con sus obligaciones comerciales internacionales, esto también ayudará a recordárselo», añadió.

El programa de transporte provisional se quedó sin fondos por decisión del Congreso en manos de los demócratas, en un episodio que recuerda a la polémica cláusula «Compre Americano» del gran paquete de estí­mulo aprobado en febrero.

Obama hizo campaña electoral con un tono abiertamente anti-libre comercio que ahora está suavizando, pero los tropiezos se acumulan en su mesa, sin que aún esté su gobierno totalmente conformado.

«La posición sobre el libre comercio (del gobierno Obama) sigue siendo ambigua: la actual disputa con México deberí­a ofrecer una imagen más clara», expresa en una nota de la firma de análisis IHS Global Insight.

Los contactos con el gobierno Obama sobre este conflicto bilateral no han sido fáciles puesto que aún faltan interlocutores, señalaron fuentes diplomáticas mexicanas.

«Hasta hace muy pocas semanas, la administración Obama estuvo preocupada con temas urgentes. Y de pronto, ya empezaron a darse cuenta que México era un tema urgente» a causa de la violencia en la frontera, señala Andrews Selee, jefe del Instituto México del centro académico Woodrow Wilson en Washington.

La secretaria de Estado, Hillary Clinton, viaja a Ciudad de México y a Monterrey los dí­as 25 y 26 de marzo, a invitación de su homóloga mexicana, Patricia Espinosa.

Inicialmente el tema central de la reunión es la situación en la frontera, pero ahora esta incómoda disputa sobre los camiones amenaza con opacarla.