A diez años ¿cuál paz?


Martí­n Cristóbal del Bosque

Recuerdo la alegrí­a que sentí­ frente al televisor cuando se firmó la paz entre el Estado guatemalteco y la URNG. Terminaban 36 años de enfrentamientos entre hermanos guatemaltecos, ya no más masacres, ya no más desapariciones forzadas por opinar diferente o por ser parte de un sindicato, por ser de la oposición al Gobierno que estuviese de turno, recuerdo que de niño soñaba con llegar a ser alcalde del municipio en el cual habito, recuerdo que mi padre me regañaba porque según él era tonto porque ser polí­tico era el equivalente a una muerte prematura porque los asesinatos estaban a la orden del dí­a por lanzarse a la palestra polí­tica, ese dí­a 29 de diciembre estaba realmente feliz porque desde niño he estado preocupado por mi paí­s, según yo ese dí­a empezarí­a una nueva Guatemala, aclaro que lo más cerca que me tocó vivir de ese enfrentamiento fratricida fue que en mi cuadra un par de veces explotaron bombas panfleteras, o que por un bombazo en una subestación de la EEGSA nos quedamos en la «oscurana» decí­an los abuelos… Hoy a diez años de la firma de ese documento hay más muertos por la delincuencia que los que habí­a en ese entonces por causa de la guerra civil, he visto morir amigos queridos a manos de algún delincuente cobarde amparado por la impunidad, he visto morir vecinos por negarse a pagar la extorsión, mal llamada «impuesto» o «renta» por los mareros, he visto negocios pequeños, medianos y grandes cerrar por culpa de estos delincuentes juveniles. Me decí­a mi amadí­sima sobrinita de cinco años que ella quiere poner un salón de belleza cuando sea grande, pero me pregunta ¿me van a pasar cobrando los mareros como hací­an con vos? ?Ya no ?le digo. Pero honestamente no sé qué pensar… que siguen existiendo las causas me dirán los expertos en estudios sociológicos y los directivos de cualquier ONG que «dicen» dedicarse a la rehabilitación de mareros. Yo personalmente, estimado lector, y vuelvo a repetirlo YO, pienso que la pobreza es solamente una de las causas, las otras son porque por nuestra propia idiosincrasia, de querer tener dinero lo cual no es malo, pero no nos importa si es dinero fácil manchado de sangre, y digo esto porque pienso que si así­ fuera no habrí­a pandilleros en los Estados Unidos, Canadá, España, que son paí­ses del primer mundo, en los cuales existen un poquito de más oportunidades de empleo y son sociedades más incluyentes y menos discriminatorias, en donde si se trabaja duro se puede salir adelante, la pobreza no es excusa para salir a matar al piloto de un bus urbano o al dueño de la carnicerí­a o al que vende tomates en el mercado, la pobreza no es excusa para violar a una patoja y descuartizar su cuerpo, no estimado lector, yo estoy seguro que hay dí­as que usted también amanece sólo con lo del pasaje del bus, pero no por eso va ir con un cuchillo a robarle el celular al prójimo… Diez años de paz ¿paz? ¿Qué es eso? Ahora tengo miedo cuando viajo en bus urbano, tengo miedo cuando voy en bus extraurbano, cuando camino al mercado, cuando voy a misa, cuando voy al cine, eso no es paz. Han pasado diez años pero al Estado no le interesa mi miedo y el de once millones más de guatemaltecos, el Estado tiene los medios legales pero no los pone a funcionar, le falta voluntad polí­tica y bastantes pantalones. Los medios allí­ están, urge antes de que sea tarde, aún podemos ganar esta batalla entre el bien y el mal. Somos más la gente honrada, trabajadora que los malos que tienen por trabajo el robar, extorsionar y peor aún: Matar. Urge unirnos, hable con su vecino. Organicémonos. Aún estamos a tiempo.

Por una Guatemala en paz, www.unidoscontralasmaras.com