A buena hora se vienen a dar cuenta


Oscar-Clemente-Marroquin

Hablando de las falsas promesas que hacen los candidatos con tal de ganar votos, ayer el presidente Colom les advirtió que no anden prometiendo porque a él ya le pasó, que ofreció y al llegar al poder se dio cuenta que “de dónde”, para usar sus propias palabras. Ya antes Alfonso Portillo, cuando igual que Colom ejercí­a aún el poder, reconoció también que habí­a engañado a la gente, diciendo que polí­tico que no ofrece no gana y que en ese contexto es natural que se mienta.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

 


Ahora bien, quien mintió en campaña lo seguirá haciendo en el poder porque resulta que para muchos de nuestros polí­ticos el ejercicio del poder entraña esa permanente sed por la popularidad, por querer ser bien vistos y eso hace que casi todos se mantengan en permanente campaña, olvidando que son representantes de la unidad nacional y responsables de la conducción de la cosa pública. Cuántas de las declaraciones que hace nuestro actual Presidente podrí­a uno calificar como discursos de campaña y cuántas como la expresión madura y serena de un estadista que realmente está preocupado por encarar los problemas del paí­s.
 
 Si tal fuera su preocupación, lo menos que estarí­a buscando es echarle gasolina a la confrontación entre sectores o aún entre clases, pero todo su discurso termina siendo para generar rencores y confrontaciones porque él nunca entendió la función del lí­der nacional que debe articular consensos, sino que al asumir la Presidencia empezó a fungir como vocero de la campaña presidencial de su esposa y en ese papel siguió con la generación de expectativas y con las promesas que nunca se llegan a concretar.
 
 
 No deja de ser cí­nico que luego de casi terminar su perí­odo, venga un polí­tico a decir que prometió puras babosadas porque cuando llegó al poder se dio cuenta que no habí­a de dónde sacar para cumplir con lo ofrecido. Eso nos lo debió haber dicho inmediatamente, cuando se dio cuenta del engaño, y en esas condiciones hubiera sido más creí­ble su expresión, pero hacerlo ahora, cuando estamos en plena campaña y ya sus colegas polí­ticos están desatados ofreciendo el oro y el moro, tiene más sabor a descalificación de los que ve como sus adversarios que un sano consejo.
 
 Porque honestamente hay que decir que uno de los grandes problemas de nuestro modelo polí­tico es que quienes llegan al poder nunca están preparados para ello. No es lo mismo ganar una elección, para lo cual hace falta pisto y desfachatez para ofrecer lo que no se puede cumplir, que gobernar, tarea que requiere honestidad, decencia, conocimiento de la historia, compromiso, visión de futuro y liderazgo para ser el gran articulador de los acuerdos nacionales. No es extraño que andemos dando tumbos porque prácticamente ninguna de esas cualidades han sido parte de nuestros gobernantes y muchos de ellos ni siquiera conocimiento de la historia han tenido, mucho menos capacidad de tener visión de futuro. De honestidad y decencia ni hablar porque salta a la vista mi amigo, como dice el dicho.
 
 Eso sí­, una vez investidos, todos se creen el non plus ultra, el ungido, el único que entiende la realidad nacional y todos los demás son una partida de ignorantes que hablan porque tienen boca. No es lo mismo  verla venir que estar con ella, dicen todos sin excepción, porque se llegan a convencer que lo que ellos mismos pensaron cuando estaban en la llanura era una idiotez. Sólo el que tiene las llaves del reino entiende lo que hay que hacer y los demás son una partida de mulas que no entienden nada.
 
 Por eso es que ahora el señor Colom nos da lecciones hasta de cómo y cuánto hay que babosearse a la gente.