El Ejército de El Salvador inició este lunes la conmemoración del 40º aniversario de la Guerra de las 100 Horas, más conocida como la Guerra del Futbol, que lo enfrentó a Honduras por la expulsión masiva de salvadoreños víctimas de una reforma agraria.
Con el título «Semana dedicada al cumplimiento del deber», la jornada se realiza «como una forma de rendir un merecido homenaje a los héroes que valientemente ofrendaron su vida a la lucha por la defensa de la soberanía e integridad del territorio salvadoreño en 1969», según el ministerio de Defensa.
La confrontación armada El Salvador-Honduras fue bautizada por la Prensa como «La Guerra del Futbol» debido a que se generó 16 días después de un choque de sus respectivas selecciones por las eliminatorias al Mundial México-1970 ganado por los salvadoreños.
Los actos del aniversario se iniciaron este lunes con la colocación de ofrendas florales en el Monumento a los Héroes.
«Lo que se busca es recordar un hecho histórico y rendir homenaje a quienes entregaron su vida en defensa de la patria», declaró el jefe del departamento de Comunicaciones del Ejército, coronel Eduardo Figueroa.
El martes, los actos continuarán en los cementerios de Aguilares, 30 km al norte de San Salvador y al de San Miguel, en el este del país, donde también se colocarán ofrendas florales en las tumbas de los soldados fallecidos.
El mando de la Fuerza Aérea tiene previsto rendir los honores correspondientes al capitán aviador Douglas Vladimir Varela, cuyos restos fueron repatriados del sur de Honduras en abril de 2006 y se encuentran sepultados en un cementerio privado de la capital salvadoreña.
El acto central de la conmemoración del cuadragésimo aniversario de la también llamada «Guerra de Legítima Defensa» se realizará el jueves en el Centro de Historia Militar, ubicado en el antiguo cuartel El Zapote, en el sector sur de San Salvador.
La guerra estalló después de una reforma agraria decretada por el presidente de Honduras, general Oswaldo López Arellano, mediante la cual unos 300.000 residentes salvadoreños tenían que desalojar tierras nacionales y privadas para entregárselas a los campesinos hondureños.
Honduras, que afrontaba una agitación social interna liderada por el magisterio, resentía, además, el trato desigual que recibía junto a Nicaragua en el Mercado Común Centroamericano.
Miles de familias salvadoreñas fueron expulsadas de Honduras y llegaron a tierras cuscatlecas sin sus bienes materiales y con abundantes denuncias de violaciones a sus Derechos Humanos lo cual acrecentó la tensión.
La confrontación armada se inició al atardecer del 14 de julio de 1969 cuando el presidente salvadoreño, general Fidel Sánchez Hernández (fallecido en 2003), ordenó a la aviación realizar un bombardeo masivo sobre el aeropuerto de Toncontín, en Tegucigalpa y otras ciudades, mientras unidades de infantería y de artillería tomaron posiciones en territorio hondureño.
Honduras reaccionó el 15 de julio bombardeando en San Salvador el aeropuerto de Ilopango y la refinería de petróleo en el puerto de Acajutla y otros tanques de almacenamiento de combustibles en el puerto de La Unión.
Con el saldo de unos 5.000 muertos y heridos, entre militares y civiles, la guerra concluyó el 18 de julio de 1969, cuando la Organización de Estados Americanos (OEA), tras reunir al Consejo Permanente en Washington, ordenó el cese al fuego.
Honduras y El Salvador restablecieron relaciones diplomáticas y comerciales con el Tratado General de Paz, firmado el 30 de octubre de 1980 en Lima, Perú.
La mal denominada Guerra del futbol o la Guerra de las 100 horas fue llamada así por la coincidencia de este hecho con los derivados de un partido de futbol que enfrentó a las selecciones nacionales de Honduras y El Salvador, debido a las eliminatorias a la Copa Mundial de Futbol de 1970 (El nombre de «guerra del fútbol» lo colocó un periódico mexicano para vender más ejemplares). En ella se evidenciaron las tensiones políticas entre estos dos países que finalmente los llevaron a un conflicto armado. Fue una guerra breve (duró sólo seis días). La situación social en ambos países era explosiva y se buscaba por parte de los militares gobernantes una salida conveniente para los grupos en el poder político de cada país.
Los latifundistas controlaban la mayor parte de la tierra cultivable en El Salvador. Esto llevó a la emigración constante de campesinos pobres a regiones de Honduras cercanas a la frontera con El Salvador. En 1969, Honduras decidió realizar una reforma agraria, para lo cual expropiaron y expulsaron a los salvadoreños que habían vivido ahí durante varias generaciones y se habían hecho de propiedades a base de esfuerzo propio. Esto generó una persecución de salvadoreños en Honduras y un «regreso» masivo a El Salvador. Esta escalada de tensión fue aprovechada por los gobiernos de ambos países para orientar la atención de sus poblaciones hacia afuera, en vez de los conflictos políticos internos de cada país. Los medios de comunicación de ambos países jugaron un rol importante, alentando el odio entre hondureños y salvadoreños. Los conservadores en el poder en El Salvador temían que más campesinos implicarían más presiones socioeconómicas en El Salvador, razón por la cual decidieron intervenir militarmente en Honduras.
El 14 de julio de 1969, el ejército salvadoreño lanzó un ataque contra Honduras y consiguió acercarse a la capital hondureña Tegucigalpa. La Organización de Estados Americanos negoció un alto el fuego que entró en vigor el 20 de julio. Las tropas salvadoreñas se retiraron a principios de agosto.
Al final de la guerra, los ejércitos de ambos países encontraron un pretexto para rearmarse y el Mercado Común Centroamericano quedó en ruinas. Bajo las reglas de dicho mercado, la economía salvadoreña (que era la más industrializada en Centroamérica), estaba ganando mucho terreno en relación a la economía hondureña.
Las dos naciones firmaron el Tratado General de Paz en Lima, Perú el 30 de octubre de 1980 por el cual la disputa fronteriza se resolvería en la Corte Internacional de Justicia.