José de Espronceda, escritor español, es uno de los más representativos literatos del Romanticismo europeo, ya que no sólo destacó en las letras de dicha corriente, sino que su actitud vital correspondió a los principios románticos. Asimismo, no sólo su arte, sino que sus propuestas políticas, sociales y económicas estuvieron encaminadas a rebelarse ante la «esclavitud» de lo tradicional.
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José de Espronceda fue el eterno inconforme con su tiempo, lo cual representa una de las actitudes eminentemente románticas. En un principio, tomó clases con el poeta sevillano Alberto Lista, uno de los escritores que inicialmente formaron parte del Romanticismo español. Sin embargo, Espronceda pronto dejó su tutoría, debido a que no lo consideró muy radical.
La crítica ha calificado de mala manera el poema histórico «El Pelayo» y la novela histórica «Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar» de Espronceda, debido a que no muestra ahí su vitalidad romántica. Caso contrario es «El estudiante de Salamanca» o «El diablo mundo», ambos extensos poemas, en donde la temática casi siempre es la misma: la imposibilidad de que el ser humano sea dueño de su destino, y que hay un enorme abismo entre la felicidad ideal de cada persona y su realidad.
Antes que Espronceda, ya existían otros románticos españoles, pero que con el paso del tiempo renegarían de esa corriente literaria. De hecho, Espronceda, junto a Mariano José de Larra, son los símbolos del romanticismo español, ya que vivieron inconformes de la España decadente, que por entonces sufría de los movimientos independentistas.
La actitud de Espronceda fue la de querer cambiar la sociedad de su tiempo; fue un político audaz de agresivas propuestas, lo cual iba acorde con sus poemas, que buscaban la libertad total, el culto a sí mismo y la búsqueda de la felicidad por sobre todas las cosas.
Posteriormente, el romanticismo español fue más ligero, como el de José Zorrilla, con su «Don Juan Tenorio», personaje a quien lograba salvar gracias a piadosas peticiones de su amante, o la de Gustavo Adolfo Bécquer, a quien se le ha clasificado como romántico tardío, pero más bien pertenece a un movimiento premodernista.
En un artículo de un diario español, publicado hoy en honor al bicentenario de Espronceda, se cita lo siguiente: «Se considera a Espronceda el poeta romántico español por excelencia a causa de su talante byroniano. En efecto, su poesía presenta ecos de la de Lord Byron, sobre todo en sus dos poemas narrativos más extensos: El estudiante de Salamanca, sobre el tema del seductor donjuanesco, que se puede considerar como un acabado exponente del género romántico leyenda, considerado el mejor poema en su género del siglo XIX, y el incompleto El Diablo Mundo (1841), heterogéneo poema filosófico en donde describe al hombre como un ser de inocencia natural que sufre la realidad social y sus maldades, en el que se incluye el famoso «Canto a Teresa», dedicado a su amante Teresa Mancha, una de las más grandes elegías amorosas. También escribió gran cantidad de poemas cortos que denominó Canciones, de entre los que destaca como el más conocido la «Canción del pirata»; también figuran «A Jarifa en una orgía», «El verdugo», «El mendigo», «El reo de muerte» o «Canción del cosaco». Todos estos poemas se inspiran en personajes marginados o excluidos de la sociedad, con lo que por primera vez aparece claramente formulado el tema social en la lírica española.»
Canción del pirata
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
José de Espronceda
José de Espronceda nació en Badajoz el 25 de marzo de 1808. Estudió en el Colegio de San Mateo de Madrid, donde tuvo como profesor a Alberto Lista, a quien siguió en el colegio fundado por el mismo Alberto. A los quince años creó con sus amigos Ventura de la Vega, y Patricio de la Escosura una sociedad secreta a la que llamaron los Numantinos (1823-1825), según decían, para vengar la muerte de Rafael del Riego. Denunciado por ello en 1825 fue desterrado a un monasterio de Guadalajara durante cinco años. Posteriormente viajó por Portugal, Bélgica, los Países Bajos, Francia e Inglaterra -donde se enamoró de Teresa, hija del coronel liberal emigrado Epifanio Mancha? en su condición exiliado liberal. Participó en las oleadas revolucionarias de 1830. Poco después Teresa se casaría por orden de su padre con un comerciante llamado Guillermo del Amo; sin embargo se reencontrarían en París en 1833 con la que regresó a España, junto con otros liberales, gracias a la amnistía declarada por la muerte del soberano Fernando VII, en 1833. En 1838 Teresa se apartó de Espronceda y poco después murió.
A partir de aquí Espronceda se dedicó a la política y al periodismo. Se enroló en la Milicia Nacional llegando a ser Primer Teniente de la Compañía de Cazadores. En 1841 es nombrado secretario de la Legación española en La Haya y poco después es elegido diputado progresista en Almería. Fue elegido parlamentario ante las Cortes Generales, en 1842 por el Partido Progresista. Murió a los treinta y cuatro años en ese mismo año de 1842, cuando se iba a casar con Bernarda de Beruete.