A 200 de la rebeldí­a pura


José de Espronceda (1808 - 1842) cumplirí­a mañana 200 años de vida, una efeméride que será ampliamente celebrada en España.

José de Espronceda, escritor español, es uno de los más representativos literatos del Romanticismo europeo, ya que no sólo destacó en las letras de dicha corriente, sino que su actitud vital correspondió a los principios románticos. Asimismo, no sólo su arte, sino que sus propuestas polí­ticas, sociales y económicas estuvieron encaminadas a rebelarse ante la «esclavitud» de lo tradicional.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

José de Espronceda fue el eterno inconforme con su tiempo, lo cual representa una de las actitudes eminentemente románticas. En un principio, tomó clases con el poeta sevillano Alberto Lista, uno de los escritores que inicialmente formaron parte del Romanticismo español. Sin embargo, Espronceda pronto dejó su tutorí­a, debido a que no lo consideró muy radical.

La crí­tica ha calificado de mala manera el poema histórico «El Pelayo» y la novela histórica «Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar» de Espronceda, debido a que no muestra ahí­ su vitalidad romántica. Caso contrario es «El estudiante de Salamanca» o «El diablo mundo», ambos extensos poemas, en donde la temática casi siempre es la misma: la imposibilidad de que el ser humano sea dueño de su destino, y que hay un enorme abismo entre la felicidad ideal de cada persona y su realidad.

Antes que Espronceda, ya existí­an otros románticos españoles, pero que con el paso del tiempo renegarí­an de esa corriente literaria. De hecho, Espronceda, junto a Mariano José de Larra, son los sí­mbolos del romanticismo español, ya que vivieron inconformes de la España decadente, que por entonces sufrí­a de los movimientos independentistas.

La actitud de Espronceda fue la de querer cambiar la sociedad de su tiempo; fue un polí­tico audaz de agresivas propuestas, lo cual iba acorde con sus poemas, que buscaban la libertad total, el culto a sí­ mismo y la búsqueda de la felicidad por sobre todas las cosas.

Posteriormente, el romanticismo español fue más ligero, como el de José Zorrilla, con su «Don Juan Tenorio», personaje a quien lograba salvar gracias a piadosas peticiones de su amante, o la de Gustavo Adolfo Bécquer, a quien se le ha clasificado como romántico tardí­o, pero más bien pertenece a un movimiento premodernista.

En un artí­culo de un diario español, publicado hoy en honor al bicentenario de Espronceda, se cita lo siguiente: «Se considera a Espronceda el poeta romántico español por excelencia a causa de su talante byroniano. En efecto, su poesí­a presenta ecos de la de Lord Byron, sobre todo en sus dos poemas narrativos más extensos: El estudiante de Salamanca, sobre el tema del seductor donjuanesco, que se puede considerar como un acabado exponente del género romántico leyenda, considerado el mejor poema en su género del siglo XIX, y el incompleto El Diablo Mundo (1841), heterogéneo poema filosófico en donde describe al hombre como un ser de inocencia natural que sufre la realidad social y sus maldades, en el que se incluye el famoso «Canto a Teresa», dedicado a su amante Teresa Mancha, una de las más grandes elegí­as amorosas. También escribió gran cantidad de poemas cortos que denominó Canciones, de entre los que destaca como el más conocido la «Canción del pirata»; también figuran «A Jarifa en una orgí­a», «El verdugo», «El mendigo», «El reo de muerte» o «Canción del cosaco». Todos estos poemas se inspiran en personajes marginados o excluidos de la sociedad, con lo que por primera vez aparece claramente formulado el tema social en la lí­rica española.»

Canción del pirata


Canción del pirata

Con diez cañones por banda,

viento en popa, a toda vela,

no corta el mar, sino vuela

un velero bergantí­n.

Bajel pirata que llaman,

por su bravura, El Temido,

en todo mar conocido

del uno al otro confí­n.

La luna en el mar riela

en la lona gime el viento,

y alza en blando movimiento

olas de plata y azul;

y va el capitán pirata,

cantando alegre en la popa,

Asia a un lado, al otro Europa,

y allá a su frente Istambul:

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria, la mar.

Son mi música mejor

aquilones,

el estrépito y temblor

de los cables sacudidos,

del negro mar los bramidos

y el rugir de mis cañones.

Y del trueno

al son violento,

y del viento

al rebramar,

yo me duermo

sosegado,

arrullado

por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria, la mar.

José de Espronceda

Vida


José de Espronceda nació en Badajoz el 25 de marzo de 1808. Estudió en el Colegio de San Mateo de Madrid, donde tuvo como profesor a Alberto Lista, a quien siguió en el colegio fundado por el mismo Alberto. A los quince años creó con sus amigos Ventura de la Vega, y Patricio de la Escosura una sociedad secreta a la que llamaron los Numantinos (1823-1825), según decí­an, para vengar la muerte de Rafael del Riego. Denunciado por ello en 1825 fue desterrado a un monasterio de Guadalajara durante cinco años. Posteriormente viajó por Portugal, Bélgica, los Paí­ses Bajos, Francia e Inglaterra -donde se enamoró de Teresa, hija del coronel liberal emigrado Epifanio Mancha? en su condición exiliado liberal. Participó en las oleadas revolucionarias de 1830. Poco después Teresa se casarí­a por orden de su padre con un comerciante llamado Guillermo del Amo; sin embargo se reencontrarí­an en Parí­s en 1833 con la que regresó a España, junto con otros liberales, gracias a la amnistí­a declarada por la muerte del soberano Fernando VII, en 1833. En 1838 Teresa se apartó de Espronceda y poco después murió.

A partir de aquí­ Espronceda se dedicó a la polí­tica y al periodismo. Se enroló en la Milicia Nacional llegando a ser Primer Teniente de la Compañí­a de Cazadores. En 1841 es nombrado secretario de la Legación española en La Haya y poco después es elegido diputado progresista en Almerí­a. Fue elegido parlamentario ante las Cortes Generales, en 1842 por el Partido Progresista. Murió a los treinta y cuatro años en ese mismo año de 1842, cuando se iba a casar con Bernarda de Beruete.