Sentado en el tribunal en que el magnate texano R. Allen Stanford está siendo juzgado, un ingeniero retirado de IBM estaba ansioso por ver al hombre acusado de estafar a miles de inversionistas con un fraude tipo pirámide por 7 mil millones de dólares.
Jim Eccles, que perdió los ahorros de toda su vida, dijo el viernes que viajó en autobús durante horas por una razón.
«Quería ver al tipo que robó mi dinero», afirmó el residente de Austin, de 76 años, poco antes que se reanudara la presentación de testimonios en el juicio en Houston.
Han pasado tres años desde que el imperio empresarial de Stanford fue desmantelado con la esperanza de que sus compañías, cuentas bancarias y activos suntuosos pudieran ser suficientes para reembolsar a las más de 21 mil víctimas, según cálculos de los fiscales. Muchos perdieron los ahorros para su retiro o vieron cómo se disipaban en el aire los fondos destinados al pago de universidades.
Pero hasta ahora no han recibido nada.
El proceso de recuperación se ha visto complicado por conflictos para asegurar los activos de Stanford, que están desperdigados en varios países, y un pleito legal sobre si algunos inversionistas tienen derecho a recibir un fondo especial que protege a los clientes de las firmas de corretaje en quiebra.
La demora ha provocado que los inversores se sientan engañados y olvidados. Algunos se preocupan de si podrán pagar la consulta de un médico o si lograrán sobrevivir con los cheques que les gira la Seguridad Social.
Eccles estaba entre unos 40 inversionistas en el tribunal el viernes que llegaron de estados tan lejanos como Florida para hacer notar su frustración. Los inversores —la mayoría de ellos de edad avanzada y retirados— dijeron haber perdido los ahorros de toda su vida tras adquirir certificados de depósito (CDs) del banco de Stanford en la isla caribeña de Antigua. El juicio al magnate comenzó el mes pasado.
Los fiscales argumentan que los CDs eran la pieza central del fraude de Stanford, orquestado a lo largo de 20 años. El multimillonario les prometió a los inversionistas que su dinero estaba invertido en acciones, bonos y otros valores, todos seguros, pero los investigadores dicen que en realidad los fondos fueron utilizados para financiar los negocios del extravagante financiero y su estilo de vida lleno de yates y jets privados.
Muchos inversionistas se sienten perdidos y no comprenden las complejidades del proceso de recuperación, dijo Angela Shaw, que fundó la Coalición de Víctimas de Stanford después que ella y su esposo perdieron dos millones de dólares en el fraude. Ella ayudó a organizar la visita de los inversionistas al tribunal el viernes.
«En algún momento a lo largo del camino, muchos de ellos han perdido la esperanza», afirmó.