La dirigencia magisterial dijo que la manifestación de ayer era fundamentalmente una demostración de fuerza ante el nuevo gobierno, lo que concuerda con el comportamiento que ha tenido la organización sindical de los maestros en los últimos años. Sin embargo, creemos que hay que decir que la fuerza del magisterio tiene que estar fundamentalmente en el resultado de su trabajo con los alumnos.
En otras palabras, un magisterio fuerte es aquel que forma adecuadamente a nuestros niños y jóvenes y no necesariamente el que se junta para una manifestación.
Guatemala necesita un magisterio fuerte, competente, dedicado, comprometido y que, por supuesto, perciba prestaciones adecuadas y acordes con ese rendimiento que de ellos se espera. Pero un magisterio que el año pasado fue tan débil que no pudo ofrecer a los alumnos ni siquiera la mitad del tiempo que tenían para recibir clases, no puede presumir de ninguna fortaleza, como no sea en el campo del bochinche que no tiene ni siquiera la fuerza edificante de la formación cívica para reclamar derechos.
Sentimos que Guatemala tiene que sufrir un proceso de renovación de valores y de liderazgos en casi todos los campos de la vida nacional. No podemos seguir actuando conforme a una tradición que no nos ha dejado nada positivo y eso vale para el liderazgo político, para el liderazgo empresarial, para el liderazgo sindical y para el liderazgo de la sociedad civil en su conjunto. La misma prensa está obligada a ir renovando sus liderazgos si queremos aires de refresco que nos permitan renovar la actitud del conjunto de la sociedad hacia el restablecimiento de valores que han ido cayendo en el abandono.
Dejar un día a decenas de miles de alumnos sin recibir clases simplemente porque la dirigencia del magisterio necesitaba demostrarle fuerza al nuevo gobierno es un acto de profunda irresponsabilidad que no se puede repetir. En tiempo de Colom el magisterio fue utilizado como fuerza de choque del gobierno, como instrumento para presionar al resto de los guatemaltecos, y eso tiene un costo enorme, un costo que no tienen por qué pagar nuestros niños y jóvenes.
Repetimos nuestro interés en tener un magisterio fuerte, bien organizado y motivado para cumplir con los altos fines que le competen en la sociedad. Creemos en un magisterio capaz de satisfacer sus necesidades, pero que no pierda ni un minuto del valioso tiempo que tienen para educar a nuestros niños y jóvenes porque no es un simple lugar común decir que en sus manos está el futuro de la patria. El magisterio fuerte se compone de maestros responsables, que trabajan con profesionalismo y que entienden el apostolado que significa su oficio.
Minutero:
Para mí sí que es un misterio
cómo es que los docentes
olvidan su ministerio
por seguir a incompetentes