La genealogía de Michel Foucault: Micro-poder, “la plebe”, la verdad y los discursos


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El pensamiento de Michel Foucault es complejo, nada fácil de asir. Es un cavilar genial que urde ciclos de imágenes sin fin; espiral de conceptos reveladores, hilvanador de múltiples y convergentes hilos que magistralmente nos conducen al poder, a “la verdad” y al discurso, como temas recurrentes.

POR RAMIRO MAC DONALD

Si se inquiere, se leen activamente -con la misma pasión que fueron escritos- de esos textos saltan sapos, culebras y cucarachas intelectuales que retuercen la mente de cualquiera, interpelando la ignorancia. Irredento. Investigador de la ciencia. Arqueólogo del conocimiento, de la ciencia, del pensamiento posmoderno. Es difícil encuadrarlo, enmarcarlo. Por eso, entre otras cosas, llama tanto la atención y cautiva.

¿Cuántas veces hay que releer un párrafo foucaultiano para entender qué quiso decir?, ¿qué realmente esconde?  o ¿cuál es el verdadero, el profundo sentido de su original reflexión? A veces… muchas; muchas veces es necesario repasar tan solo un párrafo: habrá que releerlo para reentenderlo, para redescubrirlo. En tanto, degustar un par de entrevistas de este pensador francés, fue como beber varias tazas de café expresso por la mañana, para despertar de golpe a las circunstancias de ese mundo complejo que vivimos hoy. Sus palabras –su pensamiento veleidoso, terrible-  atrapado hace ya varias décadas en un par de entrevistas, las sentimos vívidas. Intensas. Reveladoras. Más actuales que nunca.
 
Intentaremos, intentaremos -nada más- acercarnos al pensamiento de este pensador sumamente crítico, tras la lectura de los capítulos “Poderes y estrategias” y “Verdad y Poder”, del texto “La microfísica del poder”, editado en 1985. Texto de múltiples temáticas, todas interesantes, pero de las cuales extraeremos las que más nos han interesado, para poder realizar este ejercicio foucaultiano. Y por espacio, seleccionados solo unos pocos conceptos, tal vez claves en su pensamiento.

“LA PLEBE” Y EL PODER

Foucault nos habla de “la plebe”, sin que se entienda como un concepto peyorativo, sino como el blanco constante y constantemente mudo de los dispositivos del poder. Es decir “el pueblo”. Ese pueblo que todos sabemos cuál es.

“No es conveniente sin duda concebir a la plebe como el fondo permanente de la historia, objetivo final de todos los sometimientos, núcleo jamás apagado totalmente de todas las sublevaciones. No existe sin duda la realidad sociológica de la plebe” (Foucault, 1985) Es válido. ¿No existe?, ¿si… siempre ha existido? Ese anónimo “Juan Pérez” -latinoamericano 100%- es “la plebe”, es el rostro foucaultiano y consignado como la plebe, escrito en minúsculas, incluso  sin comillas. Lo que sucede, es que ese grupo social también, según este filósofo, escapa de algún modo a las relaciones de poder. Hay una energía no apresable en “la plebe”, por eso Foucault la redefine como “de la” plebe: “Hay de la plebe en los cuerpos y en las almas, en los individuos, en el proletariado, y en la burguesía, pero con una extensión unas formas, unas energías, unas irreductibilidades distintas”. (1985)¿Vale reducirla a una especie de espíritu de “la plebe” o del pueblo?

La reducción de la plebe puede hacerse de varias formas:
* Por sometimiento efectivo, para su utilización como plebe. El ejemplo es la delincuencia del siglo XIX,
* Cuando ella se inmoviliza a sí misma en función de una estrategia de resistencia (a esa plebe que le tienen miedo los poderosos)
* Como anverso y límite del poder.

Foucault habla más adelante, de la cuestión del ejercicio del poder, cuando se piensa corriente en término de amor (al maestro) o al deseo (de las masas por el fascismo) y se pregunta: ¿Pueden especificarse las formas de este consentimiento, “las razones del obedecer” en las que dicha subjetivación disfraza el funcionamiento? Seguramente estaba pensando en Mussolini, Hitler o cualquier otro dictador de la historia.

“Lo que molesta, dice Foucault, es la afirmación del deseo de las masas por el fascismo, es que  la afirmación encubre la falta de un análisis histórico preciso” (1985) El no análisis del fascismo, agrega, es uno de los hechos políticos de estos últimos años. Lo que permite hacer de él un significante flotante, cuya función es esencialmente de denuncia: “los procedimiento de todo poder son sospechosos de ser fascistas, del mismo modo que las masas son sospechosas de serlo con sus deseos. Bajo la afirmación del deseo de las masas por el fascismo se esconde un problema histórico que no se ha intentado resolver”, (1985) ¿Qué diría Foucault sobre el Pinochet, de Chile o el Ríos Mont, de Guatemala. ¿Es ese el amor a los tiranos, esa apetencia de “las masas” por los dictadores, ese amor al maestro que nos interpela, cuestiona y restriega en la cara a los humanistas del presente siglo, este filósofo de mediados del siglo XX?

EL SISTEMA JURÍDICO Y EL PODER
         
Hablar de sistema jurídico en términos foucoultianos es pensar en esta reducción del poder en la figura del maestro; del maestro que “dicta la ley” y que dice “la verdad”; del maestro que “censura y prohíbe”. Ese proceso de  reducción del poder en la figura del maestro, está ligada a otra: la reducción de los procedimientos del poder en la ley de la prohibición. Los siguientes conceptos juegan un papel importante en el pensamiento de Foucault:
* Permite valorar un esquema de poder que es homogéneo a cualquier nivel en el que uno se sitúe, y en cualquier dominio: familia a Estado, relación de educación o de producción;
* Permite pensar el poder solamente en términos negativos: rechazo, delimitación, barrea, censura. El poder siempre dice no. Enfrentársele, es transgresión.
* Pensar en poder es pensar en un acto de palabras: enunciación de la ley, discurso de la prohibición. La forma del poder reviste la forma pura del “no debes” (1985)

Una sola y única “formula” de poder –la noción de prohibición- así es aplicada a todas las formas de sociedad y a todos los niveles de sometimiento. Esto implica que el poder es un “gran sujeto absoluto”: -real, imaginario a jurídico, poco importa- que articula la prohibición (y la represión) Es la soberanía del Padre, del Monarca, de la voluntad general (¿hoy conocida como voluntad popular’)

La vieja concepción jurídica, dice Foucault, debe pasar por el análisis contemporáneo del poder en términos de líbido: un poder negativo que supone por un lado un padre, un soberano cuyo papel es prohibir y por otra, un sujeto que debe algún modo decir sí a esta prohibición. ¿Por qué el poder es pensado como sistema de derecho?…porque en Occidente, el derecho ha sido instrumento de máscara del poder. “El poder ha sido un instrumento efectivo de constitución de los poderes monárquicos de Europa, y durante siglos el pensamiento político ha girado en torno al problema de soberanía y de sus derechos” (1985) En tanto, debemos considerar al derecho como el arma de lucha del poder monárquico en el siglo XVII, que le ha servido para afirmarse y el modo de su verdadera representación no como pantalla o ilusión, sino modo de acción.

Foucault afirma que “el derecho no es ni la verdad, ni la justificación del poder. Es un instrumento parcial y complejo”. (1985) Debe ser entendido como un sistema que permite una gestión política y económica a través de la diferencia entre legalidad e ilegalismo. Y agrega que “eso no significa que sea necesario admirar una forma inabarcable de dominación o un privilegio absoluto de la ley. Que no se pueda estar fuera del poder no quiere decir que está de todas formas atrapado” (1985)

Foucault propone varias hipótesis a confirmar, relacionadas con este tema, sumamente atractivas. A saber:
* El poder es co-extensivo al cuerpo social, no hay playas de libertad, no hay mallas en su red,
* Las relaciones de poder están imbricadas en otro tipo de relaciones, que condiciona y son condicionadas por el poder. Estas son multiformes, no solo de prohibición.
* Su entrecruzamiento esboza hechos generales de dominación, y esto implica procedimientos dispersados heterónomos y locales de poder que son reajustados, reforzados, transformados por estrategias globales…pero que coexisten con fenómenos de inercia, desniveles y resistencia, no solo a partir de la estructura binaria de dominantes y dominados, sino como una producción multiforme de relaciones de dominación integrables en estrategias de conjunto.
* Sirven como estrategias, no solo porque estén al servicio de un interés primigenio económico, sino porque pueden ser utilizadas como estrategias mismas.
* No existe poder sin resistencia. Igual que él, es múltiple e integrable a estrategias globales.

 Para Foucault el poder está representado en todos lados, eso es lo que denomina micro-poder y está en cualquier parte: en las instituciones, en las relaciones familiares, sexuales, laborales, educativas, etc.

Foucault “admite que el estructuralismo ha sido el esfuerzo más sistematizado para evacuar el concepto de suceso no solo de la etnología sino de toda una serie de ciencias, e incluso, en el límite, de la historia.     No veo quien pueda ser más anti estructuralista que yo. Pero lo que es importante es no hacer con el suceso lo que se ha hecho con la estructura. No se trata de colocar todo en cierto plano, que sería el del suceso, como de considerar determinante que existe toda una estratificación de tipos de sucesos diferentes que no tienen ni la misma importancia, ni la misma amplitud cronológica, ni la misma capacidad para producir efectos” (1985) Esto se debe a que Foucault se desprendió del estructuralismo, que una vez abrazó con ardor y luego criticó.  Pero reconoce en este movimiento, seriedad  cientificidad, aunque posteriormente no compartiera sus métodos.

Entre otros temas, Foucault habla del escritor, como el intelectual que tiene la conciencia universal, el “sujeto libre, se oponía a aquellos que no eran más que competentes al servicio del Estado o de Capital (ingenieros, magistrados, profesores)… pero señala… que el papel del escritor tiende a desaparecer como figura de proa, el profesor y la universidad aparecen no quizá como elementos principales sino como ejes de transmisión, puntos privilegiados de cruzamiento. Que la universidad y la enseñanza se hayan convertido en regiones políticamente ultrasensibles, la razón es sin duda esta…” (1985) en vista que muchos los intelectuales pasan por la universidad.
   
Y el autor considera que esa figura del intelectual específico se ha desarrollado a partir de la segunda guerra mundial, posiblemente en el físico atómico, quien ha sido la bisagra entre el intelectual universal y el intelectual específico, recordándonos a  Julius Robert Oppenheimer (1904-1967), conocido como el padre de la Bomba Atómica, que criticó la muerte de millares de inocentes tras las explosiones nucleares en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
Él es considerado como ese ejemplo de tener un discurso de protesta que concernía a todo el mundo, en vista que la amenaza atómica era contra el género humano. Eso le dio capacidad de lanzar un discurso universal… y no fue perseguido, no por  su discurso, sino por el saber que poseía.
     
LA VERDAD Y EL PODER

Entre otras temáticas relevantes, en estos dos textos de Foucault, salta el tema de “la  verdad” relacionada con el poder. Opina el filósofo: “Lo importante, creo, es que la verdad no está fuera del poder, ni sin poder (no es, a pesar del mito del que sería preciso reconstruir la historia y las funciones la recompensa de los espíritus libres, el hijo de largas soledades, el privilegio de aquellos que han sabido emanciparse.) La verdad es de este mundo, está producida aquí gracias a múltiples imposiciones. Tiene aquí efectos reglamentados de poder.” (1985) Es esa la verdad oficial, la que Foucault denomina “la verdad” en estrecha relación con el poder, soldada en él. Porque cada sociedad tiene su régimen de verdad, su política general de verdad. Esto pasa por “los tipos de discurso que ella acoge y hace funcionar como verdaderos; los mecanismos y las instancias que permiten distinguir los enunciados verdaderos a los falsos, la manera de sancionar unos y otros; las técnicas y los procedimientos que son valorizados para la obtención de la verdad; el estatuto de aquellos encargados de decir qué es la que funciona como verdadero”. (1985)

Cinco son los rasgos, en torno a la verdad, que Foucault re-considera. Estos son:
* La verdad está centrada en la forma del discurso científico y en las instituciones que lo producen,
* Está sometida a una constante incitación económica y política,
* Es objeto de formas diversas de una inmensa difusión y consumo, puesto que circula en aparatos de educación o de información, y cuya extensión es amplia en el cuerpo social,
* Es producida y transmitida bajo el control no exclusivo pero si dominante de algunos grandes aparatos políticos o económicos (universidad, ejercito, escritura, medios de comunicación, etc.,
* Y es el núcleo de la cuestión de todo un debate político y enfrentamiento social (luchas ideológicas).

Además, Foucault, ensaya algunas definiciones que deberían ser analizadas con detenimiento. Veamos: “por verdad, entender un conjunto de procedimientos reglamentados por la producción, la ley, la repartición, la puesta en circulación, y el funcionamiento de los enunciados” (1985)

Otro esbozo: “La verdad está ligada circularmente a los sistemas de poder que la producen y la mantienen, y a los efectos de poder que induce y la acompañan. Régimen de verdad. Este régimen no es simplemente ideológico a superestructural; ha sido una condición de formación y de desarrollo del capitalismo” (1985)

Un párrafo para la historia del conocimiento, revelador, por su claridad expositiva, es el siguiente: “No se trata de liberar la verdad de todo el sistema de poder, esto sería una quimera, ya que la vedad es ella misma poder –sino de separar el poder de la verdad de las formas de hegemonía (sociales, económicas, culturales) en el interior de las cuales funciona por el momento. La cuestión política, en suma no es el error, la ilusión, la conciencia alienada o la ideología; es la  verdad misma” (1985) Sin comentarios. Me parecen  ideas esclarecedoras que debieran leer todos los políticos.

A MANERA DE CONCLUSIONES

En poco, hemos visto cómo explica el autor de Las palabras  las cosas y de El nacimiento de la clínica (entre otras obras) su propuesta llamada genealogía. Considerada como  una búsqueda arqueológica del saber, un sumergirse en los saberes de la historia y de la humanidad. Se puede deducir que es una herramienta o una forma de entender la historia humana (a través de sus discursos) la que finalmente da cuenta de la constitución de los saberes y de los dominios políticos y económicos que logra.
   
Estas son algunas ideas finales, a manera de síntesis:

* Discurso y poder están imbricados totalmente.
* Verdad y poder están esencialmente soldados, unidos por medio del discurso
* Lo jurídico es el instrumento del poder que permite hacer del discurso estatal, la fusión con la verdad oficial.
* La verdad y el poder circulan en la sociedad, para sostenerse y mantenerse mutuamente.
* Interdependencia entre verdad y poder, son más que evidentes. El discurso les da vida institucional.

Estas líneas son, también, un homenaje al pensamiento foucualtiano, porque reconocemos la poderosa influencia que ha tenido en los últimos años entre los intelectuales humanistas de todo el mundo. El hecho que su nombre y el de sus textos sean considerados los más citados en los libros de esta disciplina, solo puede indicar esa autoridad que posee y el influjo que despiertan sus ideas, no por cierto aisladas de controversia y discusión. Sus ideas son provocadoras, incitan a que la gente piense. Eso es su aporte, en un mundo chato y sin capacidad crítica. Si, sus son trasgresoras…¿pero, que pensador auténtico no lo es?