El experto, el zar contra las drogas y el crimen de Naciones Unidas, dijo en su cómoda y muy segura oficina de Viena que está en contra de la despenalización de la droga y que su pregunta es si anualmente mueren 250 mil personas por crímenes vinculados con las drogas, cuántos morirían si se legaliza el negocio. El señor Yuri Fedotov, experto de Naciones Unidas, no ofrece más que la postura del rechazo, misma que planteó Estados Unidos, sin aceptar la necesidad del debate para buscar solución a un problema que no ofrece ahora ninguna salida.
Hay que preguntarle a Fedotov si entonces nos tenemos que conformar con 250 mil muertes al año para mantener la misma política y estrategia que él impulsa y aconseja. Debemos preguntarle al señor Fedotov si la guerra contra las drogas ha realmente aportado algo positivo a la humanidad, especialmente en términos de reducción del consumo.
Según el último número de la revista The Economist, lo que dijo la embajada de Estados Unidos sobre la reducción del consumo son puras babosadas. Dice la revista que “40 años han transcurrido desde que Nixon declaró una guerra federal contra las drogas, pero el tema sigue siendo un inmenso problema. En 2008 aproximadamente 8.9 por ciento de los americanos mayores de 12 años usan alguna droga ilegal, mientras que de 1991 a 1993 esa cifra era de 5.8%”, lo que contrasta con la tajante afirmación que hizo la Embajada sobre la drástica reducción del consumo gracias a sus esfuerzos internos.
Que nos diga Fedotov cuántos años más, además de los cuarenta ya sufridos, ha de vivir América Latina para que Estados Unidos enfrente el problema de la droga y que Naciones Unidas defina una política efectiva, que no se base en la patraña de que estos pueblos pongan los muertos y los demás se den el lujo de certificar si hacen bien o no las cosas. Si de certificaciones se trata, Naciones Unidas debiera medir los resultados de lo que hacen en Estados Unidos y su cooperación con el resto del mundo para contrarrestar el problema mediante un abatimiento sensible de la demanda. No hablamos sólo de drogas tradicionales como mariguana y cocaína, sino de las drogas químicas cuyos precursores son fabricados, precisamente, en Estados Unidos y enviados a estos países para su procesamiento.
Lo que ha hecho Pérez Molina es obligar a un debate sobre el tema y eso es indispensable y sensato. Enterrar la cabeza como el avestruz, al estilo de Fedotov y Chacón, es un error porque es aferrarse a una estrategia fallida que sigue cobrando demasiadas vidas.
Minutero:
Ese señor Fedotov
más parece molotov
pues quiere que a bombazos
sigamos con los trancazos