Sarkozy y Royal retoman campaña


Celebración. Seguidores y seguidoras de la candidata socialista Segolene Royal festejaron el paso a la segunda vuelta.

El conservador Nicolas Sarkozy y la socialista Ségolí¨ne Royal, vencedores en la primera vuelta de los comicios presidenciales franceses, vuelven el lunes a sus puestos para tratar de atraer el voto de centro, que será determinante de cara al duelo final, el próximo 6 de mayo.


Con una participación histórica, de entorno el 84% según cifras provisionales, los franceses se movilizaron en masa el domingo y muchos optaron por el «voto útil» para dejar claro que quieren renovar el enfrentamiento tradicional entre la derecha y la izquierda que ha marcado la polí­tica del paí­s de los últimos 25 años.

Sarkozy, de 52 años, obtuvo el 31,11% de los sufragios, seguido a cierta distancia de Royal, de 53 años, con un 25,84%, y se enfrentarán dentro de dos semanas en la última contienda para suceder al conservador Jacques Chirac, que dejará la presidencia tras doce años en el poder.

Según los sondeos publicados el domingo por la noche, el candidato de la derecha se impondrí­a con una cómoda ventaja sobre Royal, con el 52-54% de los votos, frente al 48-46%. Ambos candidatos se verán las caras en un debate televisado el próximo 2 de mayo.

Sin embargo, para muchos analistas el «contador vuelve a estar a cero», puesto que ni el campo de la izquierda ni de la derecha logró el 50% necesario para acceder a la presidencia de la República. La pelota está ahora en el centro, cuyo electorado se convierte en el «árbitro» de la recta final de estos comicios.

El centrista Franí§ois Bayrou, que habí­a soñado con romper moldes y acabar con la alternancia bipartidista, quedó en tercera posición con el 18,55% de los votos.

El domingo por la noche, Bayrou, que formó parte de la mayorí­a del gobierno conservador saliente pero tendió la mano a la izquierda durante la campaña, eludió enseñar su próxima carta y hacer un llamamiento en favor de alguno de los dos candidatos finales.

Sarkozy, que obtuvo más sufragios que ningún candidato de derecha desde 1974 gracias en parte al electorado de extrema derecha que se vio reflejado en sus medidas de mano dura contra la inmigración y la inseguridad, deberá ahora adoptar una postura conciliadora para atraer el voto moderado.

El lí­der conservador prometió el domingo «unir a todos los franceses en torno a un nuevo sueño de Francia» y pidió a su adversaria «un verdadero debate de ideas».

Sin embargo, el brazo derecho de Sarkozy, Brice Hortefeux, excluyó el lunes cualquier negociación entre su partido, (UMP, derecha en el poder), y la UDF, la formación de Bayrou.

Royal, que podrí­a aglutinar además los sufragios recabados en la primera vuelta por los pequeños candidatos de izquierda, llamó a los franceses a apoyar su candidatura para «reformar Francia sin brutalizarla».

El primer secretario de los socialistas, Franí§ois Hollande, estimó el lunes que «muchos de los electores que votaron a Bayrou querí­an derrotar a Sarkozy». «No creo que ahora vayan a votar» al lí­der conservador, agregó.

La gran decepción de esta primera vuelta fue para el lí­der de extrema derecha, Jean Marie Le Pen, que, con el 10,51% de los votos, se quedó muy lejos de repetir su proeza del 21 de abril de 2002, cuando pasó a la segunda ronda junto a Chirac, lo que provocó un verdadero terremoto polí­tico.

La alta participación, la más elevada desde 1965, actuó en favor de los partidos moderados y espantó así­ el temido «fantasma» de 2002.

Los resultados de la primera vuelta «abren una nueva era». «Este 22 de abril es una bella forma de borrar el 21 de abril de 2002 cuando los franceses perdieron la oportunidad de un debate entre la derecha y la izquierda «, señaló el lunes el diario conservador Le Figaro.

«Francia eligió la claridad», indicó por su parte Liberation, de izquierdas. «Francia salvó a la izquierda, pese a una campaña de puñetazos procedentes del propio campo de» Royal, calificada «sin reproches posibles», subrayó.

Ninguno de los ocho pequeños candidatos logró superar el 5% de los sufragios, pero el voto de sus electores podrí­a hacer decantar la balanza en el duelo final.