Un misterioso maestro del feng shui, una forma de geomancia desarrollada en China, reclamó ayer viernes la herencia de la mujer más rica de Asia, Nina Wang, cuya fortuna se estima en más de cuatro mil millones de dólares, abriendo así una batalla legal que promete sorpresas.
Este anuncio tuvo lugar después de que los parientes de Nina Wang reclamaran también la herencia de la excéntrica mujer, popular tanto por sus millones como por su austero estilo de vida.
Según un abogado, Wang, quien en abril falleció de cáncer a los 69 años, nombró en su testamento como único heredero al maestro de feng shui Chan Chun Chuen, un nombre que otros especialistas de este arte nunca habían escuchado.
«El señor Chan se siente muy honrado con la confianza y el afecto que Nina Wang le ha demostrado al legarle todos sus bienes», indicó el letrado Jonathan Midgley en un comunicado.
En una comparecencia ante la prensa en la que no admitió preguntas, Midgely explicó además que su empresa estaba «preparando todos los papeles necesarios para el testamento».
El abogado, que ya defendió a Wang en la larga batalla judicial que la enfrentó durante ocho años con su suegro por la herencia de su último marido, trató además de explicar por qué la millonaria dejó su fortuna a alguien ajeno a la familia.
«(Chan) entiende que la señora Wang decidió que sería mejor dejar sus negocios a una persona con la experiencia necesaria para seguir dirigiendo Chinachem Group y hacerlo en coherencia con la filosofía que ella tenía», dijo Midgely, según el cual el «idóneo» para ese encargo era su representado.
También aseguró que la difunta solía pedir a Chan consejos de feng shui, que significa viento y agua y es una práctica de origen chino que interpreta los flujos de energía de tiempo y espacio en la naturaleza para asegurar la armonía de las construcciones humanas con su entorno.
Todavía en vida, Wang, recordada por llevar siempre minifaldas, alimentaba los rumores en las páginas de cotilleos sobre quién heredaría su fortuna, que según los cálculos de la revista Forbes, en 2006 ascendió a 4.200 millones de dólares (3.100 millones de euros).
Esa cifra la amasó con el crecimiento de Chinachem, la empresa de su marido Teddy, que pasó a manos de Nina tras el secuestro de su esposo en 1990.
Si bien nunca se volvió a tener noticias de Teddy Wang, su esposa siempre se declaró confiada en que seguía vivo, incluso después de haber sido declarado legalmente muerto, en 1999.
Esa declaración abrió la primera batalla jurídica, que ganó Nina Wang en 2005, contra su suegro Wang Din-shin, que ahora tiene 96 años. Entonces salieron a relucir acusaciones de adulterio y holgazanería.
Ahora, dos hermanas y un hermano de Nina reclaman la herencia para la fundación caritativa ligada a Chinachem.
Según ellos, ésa era la intención de su hermana en un testamento de 2002, que también aseguraba partes para los familiares y que presuntamente es un documento anterior al que beneficia a Chan.
De acuerdo con el diario Oriental Daily News, Wang firmó un tercer testamento en los mismos términos, justo antes de que muriera el 4 de abril.
En tanto, la prensa se pregunta quién es Chan, quien al parecer estudió medicina en Canadá. Casi nadie le conoce, ni en los medios a los que supuestamente se dedicaba. Y también se especula con que ya vivía lujosamente.
Su abogado desveló que está casado, tiene 48 años y tres hijos. Y que conocía a Wang desde hace «muchos años.»