La competitividad, tema que en Guatemala se viene hablando desde hace varios años, ha tenido, desde 2005, una agenda específica que tiene seis ejes estratégicos sobre los cuales trabajar. En cuanto a la importancia de abordarlo, el gobierno la establece como elemento prioritario integrado en su proyecto de reforma fiscal.
larevalo@lahora.com.gt
Sobre el primer eje, la Agenda Nacional de Competitividad, 2005-2015, contempla como estratégica el tener una sociedad guatemalteca sana, educada, capacitada e incluyente.
La Agenda describe que “la competitividad está íntimamente ligada con la educación y la salud”, y también establece que uno de los “retos” para lograr solventar el eje en mención es a través de la Seguridad Alimentaria y Nutricional, que, “se busca garantizar (…) especialmente en los primeros años de vida, 0-5 años”.
José Alejandro Arévalo, economista y diputado, dice que si un país quiere ser competitivo, debe “verlo con un enfoque sistémico”, y para ello hay una variedad de indicadores, entre los que se menciona conectividad, estabilidad macroeconómica y políticas fiscal y monetaria.
Sin embargo, según Arévalo, “los países pueden llegar a tener todo eso, pero al final donde termina siendo la comparación de competitiva –de una nación- es en el capital humano y social” y “eso tiene que ver con que quienes participan en la competitividad en última instancia son personas, seres humanos, guatemaltecos”.
En ese sentido, “si el país no tiene el nivel suficiente de educación, sobre todo salud, para poder competir con los trabajadores de otras naciones y regiones, termina siendo el capital humano un factor clave para asegurar la competencia del país (…)
la inversión extranjera directa podría ser el triple o cuádruple” afirma el diputado, “pero si los que traen la inversión, también tienen que traer a los ingenieros, administradores, trabajadores (…) entonces no estamos generando empleo local”.
Al consultarle a Luis Enrique Monterroso, secretario de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesan), sobre los programas que el gobierno implementará enfocándose en ese aspecto, dijo que hay “ciertas áreas concretas” en las que se debe trabajar, entre ellas “la institucionalidad fuerte que parte del fortalecimiento del Sistema Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional”.
Según Monterroso, “no es sólo tocar la puerta a los medios tradicionales de intervención, sino que a otros actores, que además trata de “un involucramiento global de personas y entidades”, para lograr lo que el gobierno llama “Hambre cero”.
En ese sentido, el Secretario comenta los componentes en que están trabajando para lograr alcanzar alimentación y nutrición adecuada.
Entre estos, servicios básicos de salud; educación alimentaria y nutricional; agua y saneamiento básico; organización comunitaria en función a la lucha contra la desnutrición; y mejoramiento de la economía familiar, mediante la generación de ingresos, que vincula la producción local, en algunos casos.
“Sobre eso es lo que se va firmar el Pacto Contra el Hambre”, dijo, que será lanzado el 16 de febrero, en San Juan Atitán, Huehuetenango, que además, contempla aportaciones de sectores que antes no estaban involucrados, afirmó Monterroso.