Bulimia y anorexia


La doctora Méndez* es una mujer profesional y con familia propia. Ella sufre de anorexia nerviosa desde su adolescencia, sin embargo, gracias a sus conocimientos médicos puede controlar de manera clí­nica su enfermedad, pero admite que cuando el estrés del trabajo y la tensión familiar sobrepasan sus lí­mites, recae en las prácticas de su adolescencia para, aparentemente, sentirse mejor: termina en el baño vomitando su almuerzo.

Herberth Pineda, Agencia de noticias La Nana

El caso de Méndez se repite en muchas niñas, adolescentes y mujeres adultas, lo preocupante es que en la adolescencia las personas no pueden controlarlo, y más que una enfermedad con tratamiento clí­nico, «es como un vicio difí­cil de controlar en los pacientes», comenta la psicóloga Marí­a Teresa Gaitán, del Hospital General San Juan de Dios.

Poco común, pero preocupante cuando aparece

La psicóloga Gaitán, señala que el hospital San Juan de Dios ha recibido pacientes con un alto grado de delgadez. «La verdad, es una enfermedad difí­cil de detectar en los pacientes, ya que son los padres los que llegan preocupados por el estado de sus hijos. Además, cuando los casos se detectan son de manera indirecta o disfrazada», advierte.

Durante 2006 se registraron unos 50 casos, en el referido hospital, de los cuales se reportaron directamente como anorexia o bulimia unos cinco.

Los casos que se relacionan con la posible presencia de dichas enfermedades son intentos de suicido, fallas renales, y problemas cardí­acos. «Cuando en el expediente clí­nico de las personas aparecen estos casos, se reportan a la Clí­nica del Adolescente y a Psicologí­a, para determinar si se trata de anorexia y bulimia, o es algo más fisiológico», dice Gaitán.

El hospital Roosevelt reporta un dato similar, ya que casos directos detectados en 2006, fueron 5 casos, de éstos, uno correspondí­a a un adolescente y los otros cuatro a jovencitas entre los 13 y 17 años, indica el endocrino-pediatra, Raúl Velasco.

La influencia de los medios

Según Gaitán, actualmente, el acceso a Internet, televisión por cable, revistas y demás medios que trasmiten aspectos de moda y consumo, son un arma de doble filo para la población, especialmente para las adolescentes de clase media, que tienen mayor acceso a éstos.

El Observatorio Mujer y Medios, de la Asociación Desarrollo, Organización, Servicios y Estudios Socioculturales, DOSES, reveló en un estudio que, durante dos meses (marzo-abril 2006), se publicaron 55 notas, de las cuales un 36 por ciento hablaba de concursos de belleza, mientras que el 64 por ciento restante, abordó los roles de modelo, artistas y reinas de belleza.

La socióloga Silvia Trujillo, integrante del Observatorio de Mujer y Medios, explica que los medios son las ví­as para transmitir los estereotipos y pautas de consumo, que legitiman en la sociedad la imagen de la mujer como «flaca y bella».

«Hay temporadas, como en verano, cuando la publicidad y los medios de comunicación incrementan el número de mensajes orientados a que las mujeres estén flacas, bellas, bronceadas. Los mecanismos para conseguir esos cuerpos esbeltos, terminan siendo nocivos porque inducen a hacer dietas extremas e ir al gimnasio por muchas horas diarias», comenta Trujillo.

Asimismo, Gaitán aduce que la adolescencia es un perí­odo, en el cual el ser humano es propenso a imitar patrones, a seguir «al montón». Es por ello que la socióloga Trujillo indica que el papel de los medios en la transmisión de mensajes, con estos contenidos, hace que las adolescentes sean un blanco fácil para estas enfermedades.

Desde el punto de vista de la teorí­a feminista, estos tipos de discurso que presionan a las adolescentes, corresponden a la idea de que la mujer deber ser cuerpo de otros o para los demás. Es por ello que durante la adolescencia, cuando las personas son más influenciables, «tener un cuerpo bello, ornamental, hace que las adolescentes no piensen en sentirse bien, sino en verse bien», agrega la especialista en género.

Sin solución

La doctora Diana Blanco señala que tanto la anorexia como la bulimia, son parte una de la otra, y que no tienen cura. «Lo que se logrará es estabilizar al paciente, pero quien ha sufrido de éstas, sabrá que las padeció alguna vez y que en algún momento podrá recaer, es por ello que el apoyo de la familia es primordial, así­ como consultar a especialistas en nutrición para estabilizar la salud fí­sica», recomienda la doctora.

Asimismo, la psicóloga Gaitán deduce que la tarea de los padres y madres es apoyar a las hijas e hijos, para hacerles ver que tienen un problema y que necesitan ayuda. «No deben obligarlas a comer, porque esto logrará que la rebeldí­a de los hijos se manifieste. El diálogo es la mejor ví­a para ayudar a sus hijos», asegura.

Silvia Trujillo, advierte que el Estado tiene que actuar a través de la educación. «Se deberí­a enseñar a la juventud que el hecho de no seguir los patrones vistos en la publicidad y en los medios, no significa ser anormal. Se deberí­a implementar orientación psicológica en todos los centros educativos del paí­s», recomienda.

Sin embargo, el Ministerio de Salud, no cuenta con algún programa de control o con una campaña de sensibilización. «Estas enfermedades no tienen un í­ndice alto de mortalidad en el paí­s, pero esto no quiere decir que no sea importantes, ya que se trata de la salud de las y los adolescentes del paí­s», declara Lucrecia Alfaro, de comunicación social de dicha cartera.

*Nombre ficticio.