Nigeria, el país más poblado de Africa, espera superar en condiciones democráticas y sin violencia una página importante de su historia con las elecciones presidenciales del sábado, la primera transición entre civiles desde la independencia en 1960.
Los 61,5 millones de electores nigerianos deben elegir al sucesor del general Olusegun Obasanjo y a los diputados y senadores federales.
El presidente Obasanjo, que dejará oficialmente su cargo el 29 de mayo después de ocho años en el poder, no se ha mostrado insensible a la avalancha de críticas internacionales sobre la manera cómo se desarrollaron las elecciones regionales del 14 de abril.
El lunes, Washington declaró «tomar en serio» las informaciones sobre irregularidades y violencias en esos comicios, mientras que la Unión Europea expresó su «grave preocupación» por esos sucesos.
Obasanjo declaró que los fraudes fueron menos generalizados que en los precedentes comicios pero terminó por reconocer la existencia de dichos fraudes, «por aquí o por allá», como dijo.
No obstante, pidió a «los observadores locales y extranjeros» que «no exagerasen» los defectos de Nigeria.
El presidente del Senado, Ken Nnamani, pese a ser miembro del Partido Democrático del Pueblo (PDP) en el poder fue más crítico y estimó ante una delegación de observadores extranjeros encabezada por la ex secretaria estadounidense de Estado Madeleine Albright que el PDP hizo trampas con ayuda de la policía, el ejército y la Comisión Electoral Nacional (INEC).
Respondiendo indirectamente a las denuncias, Obasanjo declaró que «nunca habíamos ido tan lejos en nuestro viaje hacia la democracia».
No obstante, el presidente pidió a la INEC «hacer todo lo posible para garantir la integridad del proceso (el 21 de abril), del sistema y de su resultado».
La incertidumbre sobre la celebración de los comicios se mantuvo hasta el último momento, pero finalmente, la INEC confirmó la fecha prevista y la coalición del 18 partidos que el miércoles había amenazado con boicotear las elecciones renunció a sus propósitos.
La coalición consideró, al final, que no debía permitir que Obasanjo pudiese mantenerse en el poder so pretexto de una crisis electoral.
La INEC, criticada por la pésima organización y por parcialidad del sábado pasado, tenía previsto entrar en posesión de 71 millones de papeletas que han tenido que ser impresas en el último minuto en Sudáfrica.
A esas papeletas se les debió agregar el nombre del vicepresidente Atiku Abubakar, enemigo jurado de Obasanjo, quien en un primer momento fue rechazado por la INEC para ser finalmente admitido a los comicios por la Corte Suprema.
Según diversos diarios, todas las papeletas deberían ser distribuidas por camiones y aviones en las próximas horas en los 120.000 colegios electorales de toda Nigeria.