Ucrania: buscan salidas a crisis polí­tica


El euro alcanzó una posición récord frente al dólar durante esta semana.

La subida del euro, que hoy rozó su récord histórico al alcanzar los 1,3637 dólares, es un arma de doble filo porque ’templa’ la factura energética y eleva el poder adquisitivo de los europeos pero penaliza a los exportadores del viejo continente a nivel mundial.


«Tener una moneda fuerte es, en principio, una buena noticia. Cuando el euro era débil todo el mundo se desesperaba», comenta Olivier Pastré, profesor de economí­a de la Universidad Parí­s VIII.

Al limitar el costo de las importaciones, el euro fuerte reduce el monto pagado por el petróleo, que se factura en dólares, y permite al consumidor comprar a menor precio productos extranjeros, como aparatos electrónicos asiáticos.

Para las empresas de la zona euro, el alza de la moneda única equivale a una reducción del precio de los materiales o equipos adquiridos fuera de esa zona. Así­, una empresa como Vivarte, que importa textiles de América del Sur o de Asia para distribuirlos en Europa, resulta favorecida por la apreciación del euro.

Al incidir sobre los precios de las importaciones, el euro fuerte también frena la inflación y, por extensión, el aumento de las tasas de interés en la zona.

Aun cuando se cumplan las previsiones y los tipos suba al 4% en junio, contra el 3,75% actualmente, todaví­a permanecen muy por debajo de los niveles en Estados Unidos (5,25%).

A pesar de estos puntos positivos, la actual escalada del euro suscita inquietud porque esta valorización podrí­a perjudicar las exportaciones europeas.

Un euro fuerte encarece los productos de esta zona en comparación con los artí­culos cotizados en dólares, yenes japoneses o yuanes chinos.

Al mismo tiempo, dentro de la zona euro los artí­culos locales aparecen «comparativamente más caros que los productos importados». Ese fenómeno debilita las partes de mercado de las empresas europeas en su propio territorio, señala el economista Marc Touati.

«Si el euro se aprecia un 10% en un año, reduce en 0,5 puntos el crecimiento de la zona euro y 0,6 puntos el de Francia», agrega Touati.

El euro, que se cotizaba en alrededor de 1,23 dólares hace un año, superó la barrera de 1,36 dólares, lo que implica un alza de 10,5% en el último año.

Los defensores de la moneda única argumentan con frecuencia que Alemania ha vuelto a ser uno de los principales exportadores del mundo, y que –a pesar del euro– paí­ses como Bélgica, Irlanda u Holanda presentan excedentes de la balanza comercial.

Pero Touati resalta que «los bienes de equipamiento representan el 45% de las exportaciones alemanas». Estos productos de inversión son menos sensibles a las variaciones de precio que los bienes de consumo.

Además, Alemania ha resistido mejor que los otros paí­ses de la zona euro al alza de la moneda única gracias a la polí­tica de desinflación competitiva adoptada hace unos cinco años.

Esa polí­tica, articulada a partir de una «moderación salarial y una baja en los aportes sociales», se complementa con un incremento del Impuesto al Valor Agregado (IVA) social, señala Matthieu Plane, economista del Observatorio Francés de Coyunturas Económicas (OFCE).

Algunos sectores, como la construcción o los servicios, están relativamente a salvo de la apreciación del euro, pero el turismo, la industria del lujo, la aeronáutica, la automotriz, la quí­mica y casi toda la industria manufacturera sufren el impacto del fenómeno monetario.

En el sector empresarial, las más afectadas son las pequeñas y medianas empresas (PYMES), ya que las multinacionales tienen recursos financieros para cubrirse de las variaciones cambiarias y cuentan además con una moneda fuerte para realizar adquisiciones en el extranjero a precios interesantes.