Oasis de dulzura


La Villa Ritz, guarderí­a de lujo abierta desde algunas semanas en Potsdam (cerca de Berlí­n), ofrece a los padres un acomodado oasis de dulzura, en el que la educación de sus hijos incluye desde la meditación hasta la equitación, por un millar de euros (1.340 dólares) mensuales.


«Es el precio que hay que pagar por una enseñanza de alta calidad», asegura Jessica Noi, responsable de la enseñanza en esta guarderí­a («Kita», diminutivo de «Kindertagesstí¤tte», en alemán) que recibe desde marzo a una decena de niños de entre tres meses y 6 años.

«Ofrecemos un servicio para los niños y para toda la familia», agrega Noi, a quien no le gustan los calificativos de «Kita de lujo» o «Kita para los ricos» publicados por la prensa.

La villa, un imponente edificio de dos pisos de comienzos del siglo XIX, deberá recibir a mediano plazo entre 45 y 50 niños en tres niveles (0 a 2 años, 2 a 4 años y 4 a 6 años) y a una decena de educadores. Todo, según sus administradores, debe estar en las antí­podas de la «Kita» pública, de mala reputación por su laxitud y bajo financiamiento.

«Está previsto una institutriz por cada grupo de entre cuatro y siete niños, frente a una por cada 15 en las guarderí­as públicas», subraya Noi.

Entre las actividades, la música, la danza ?en una sala especialmente acondicionada? y el canto ocupan un lugar preponderante.

Pero los niños podrán también practicar judo, kendo o equitación. En el subsuelo, la villa dispondrá de una sauna y de una sala de fisioterapia «para que lo niños se sientan bien».

En cambio, el proyecto de piscina al aire libre, «finalmente no es útil» y fue abandonado.

Noi precisó asimismo que, contrariamente a lo que informa la prensa alemana, «no tenemos guardaespaldas. Hay sólo un portero encargado en especial de la seguridad del edificio».

Los padres que pueden pagar entre 500 y 1.000 euros mensuales, según el tiempo que pasen los niños en la guarderí­a, vienen de todos los ámbitos, asegura la responsable del instituto: juristas, trabajadores de grandes grupos empresariales.

La enseñanza es en alemán, pero también en inglés, español y chino. «Esto no sólo sirve para la integración de los niños chinos, sino también para los alemanes».

«Los niños son capaces de aprender muchas cosas, pero debemos empujarlos», afirma Noi.

«La música desarrolla la inteligencia, la capacidad de escuchar, las relaciones con los otros, la disciplina», afirma Sandy Matischok, encargada de los chicos de entre 2 y 4 años.

Según ella, algunos padres han notado ya cambios de conducta en sus chicos. «El verdadero lujo» de esta guarderí­a «es el abanico de actividades propuestas», resume la institutriz.