Un cambio de «banda»


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Este 14 de enero de 2012 de nuevo “la banda” cambiará, temporalmente. ílvaro Colom le entregará el poder presidencial a su sucesor. Otto Pérez Molina envolverá su cuerpo, con esa exclusiví­sima insignia que posee los colores patrios. Dicha ceremonia estará cargada de simbolismos patrios: todo lo que sucede tiene un significado profundo. Pero, además, no es un simple cambio de timón, será una diferente forma de hacer las cosas.

Ramiro Mac Donald

 


El “Domo Deportivo” es una modernista y polifuncional construcción que sirve de marco  para esta nueva época. Aunque algunos no les guste, porque fue programado para eventos deportivos, los “Patriotas”  prefirieron hacer allí­ el traspaso de mando, en lugar del Gran Teatro Nacional, que tampoco ha sido un lugar muy adecuado.  Ambos  lugares -sin lugar a dudas- son diametralmente diferentes. Así­ se empiezan a marcar las diferencias, que son notables… desde el primer escenario.

ílvaro Colom dijo desde el primer dí­a que su gobierno tendrí­a una ideologí­a socialdemócrata, con sabor a tamal chapí­n. Cuatro años después, podemos decir que ni uno, ni lo otro. Ni socialdemocracia, ni chapinazgos auténticos. Si bien cambió La Granadera por el Rey Quiché, hoy, cuatro años después, llega un general retirado y la vuelve a imponer como parte de su protocolo. Esto solo puede significar que cuando los cambios no son  realizados a profundidad (y son de puro maquillaje) estos no se consolidan y se desmoronan a la primera de cambio. Lo comprendemos hoy en tan pequeño detalle, pero representativo.

Ahora, ya podemos afirmarlo con toda propiedad: lo sucedido en estos últimos cuatro años para Guatemala, tuvo ese sabor: puro cambio de los formalismos, pero nada serio, nada sustancial. Fueron cuatro años perdidos, como si hubiéramos metido la cabeza en una gruta de ermitaños, dejando pasar ese  valioso tiempo para realizar la verdadera transformación que el paí­s necesita, de cara al tercer milenio que estamos viviendo y ya lleva más de su primera década.

Este 14 de enero se dará una cita con la historia, se verificará el cambio de mando al más alto nivel polí­tico de nuestro paí­s. Los polí­ticos que se dicen ser socialdemócratas perdieron el poder, empecinados en querer llevar a Sandra Torres a la Presidencia, que “casualmente” era la entonces esposa de quien este sábado entregará la primera magistratura. Una estrategia perdedora, a todas luces mal oliente y desafortunada. El resultado será, indefectible, una merecida rechifla (de varios minutos) para el mandatario que se percibe como uno de los más desgastados de nuestra historia reciente.

Recordamos que ni Alfonso Portillo cargó con tan mala imagen, en el final de su gobierno. Aunque el escenario será muy parecido: el saliente entregará a un conservador. Si ílvaro Colom acude a la cita en El Domo seguramente recibirá esa medicina de tan amargo sabor auditivo… pero sólo si acude a presentar su informe. Y hasta el momento se tiene previsto que aquel polideportivo, con pésima acústica -y una sola salida y entrada- se convierta en un histórico ruido de desaprobación generalizado, que indudablemente será protagonizado por los más feroces patriotas, aunque su dirigencia solicite calma.
 
Todo, todo será simbólico este 14 de enero 2012. Desde el cambio de escenario, hasta el La Granadera (un re-torno a lo kitsch, muy al gusto de los militares) hasta el discurso que se pronunciará como despedida (si lo hay) o las palabras de bienvenida de la nueva administración. Esas palabras tienen un carácter performativo, según los lingí¼istas, ya que poseen una peculiaridad: quien las pronuncia, en el marco de un estirado ritual como el cambio de mando gubernamental, estará creando una situación. Tanto el que culmina su perí­odo como el que lo inaugura, a través de sus respectivos discursos, despedirán o instituirán una época. Una que se va, otra que viene. Distinta era, para cada uno, como su concepción ideologí­a-polí­tica. Termina un gobierno que se dijo de izquierda, entra uno que se reconoce de derecha. El péndulo se vuelve a mover hacia el otro lado. La banda cambia, en el eterno vaivén de la vida. Llegan los conservadores… la izquierda se va con la cola machucada.