MIL NORTEAMERICANOS: «Los verdaderos gobernantes de los Estados Unidos»


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George Seldes, periodista y escritor estadounidense, fue el autor del libro titulado MIL NORTEAMERICANOS, “Los Verdaderos Gobernantes de los Estados Unidos” (Editorial Triángulo, Argentina, 1957) en el que demuestra la premeditada censura voluntaria de los órganos informativos, el modo de cómo, el poder de los MIL NORTEAMERICANOS presiona o domina a la prensa en general, anulando así­ la práctica de uno de los más preciados resortes de la democracia: la libertad de prensa.

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POR FERNANDO MOLLINEDO

El libro nos relata de forma documentada actos humanos que desplegaron las actividades económicas y polí­ticas en los Estados Unidos de América,  siendo fundamentales para amasar fortunas, mismas que, incidieron de forma directa en la polí­tica interna y exterior del paí­s, así­ como la determinación de los paí­ses africanos de interés comercial para la economí­a de los Estados Unidos.

¿Quiénes integraban este selecto millar de personas?  Eran los MIL NORTEAMERICANOS, los verdaderos gobernantes de los Estados Unidos,  los mil hombres y familias cuyos intereses asociados o entrecruzados determinaban las resoluciones del Congreso, provocaban guerras, como la de 1914-1918, impedí­an la construcción de obras de beneficio social, derogaban leyes de protección de la clase trabajadora y orientaban a la opinión pública en la dirección de los objetivos que perseguí­an.

En el desarrollo del presente trabajo, presentaremos algunas de las familias más poderosas y sobresalientes en el campo económico financiero de los Estados Unidos de América en la década de los años cuarenta a cincuenta; para los efectos de identificación, los nombres de las mismas estarán impresos en negrilla.

A comienzos del primer gobierno de Franklin Delano Roosevelt, el Congreso de los Estados Unidos dispuso una investigación que estuvo a cargo de la llamada Comisión McCormack-Dickstein; la cual tomó declaración al general retirado Smedley A. Butler, quien no vaciló en afirmar bajo juramento que, en efecto, se le habí­a ofrecido la dirección de un golpe de estado fascista, en varias oportunidades, siendo de todas la más seria e importante la que le formuló La Liga Norteamericana de la Libertad.

Aparecieron implicados en lo que era ya algo más que una propuesta, la mayorí­a de los banqueros de Nueva York, agentes de bolsa y los directores de la “American Legión”  entidad que ofreció armar a 500,000 hombres para apoderarse de la capital de los Estados Unidos y de los puntos vitales del paí­s.

¿Quién proporcionarí­a esos armamentos? Se obtendrí­an mediante un crédito de la fábrica de armas “Remington Arms” garantizado por el empresario Du Pont de Nemours (fundador del más grande imperio industrial de los Estados Unidos); así­ como por John W. Davis, otrora precandidato a la presidencia de la República; además de los generales Douglas MacArthur y Hanfort Mac Nider que figuraban en los planes sediciosos como presuntos reemplazantes, junto con el general Butler, de la “Camarilla Comunista” de Roosevelt.

Los MIL NORTEAMERICANOS de las décadas de 1930 y 1940 son los mismos que en los gabinetes del gobierno de Dwight Eisenhower, tuvieron en vilo la paz del mundo simplemente porque representaron a la General Motors, a General Electric ó al consorcio E. I. Dupont de Nemours, antes que a la clase trabajadora estadounidense.

Así­ mismo, habla de los “lobbyist”, los “pasilleros” del congreso o procuradores de los comerciantes industriales y financistas ante los legisladores.  La palabra inglesa “lobby” cuya traducción literal es vestí­bulo o corredor, designa a los grupos extraoficiales que se entrevistan con los legisladores en carácter de representantes de grupos particulares, con el propósito de inclinar su opinión a favor o en contra de determinados proyectos.

Tal acción permite, a veces, el ejercicio de presiones ilegitimas, lo cual también esta institución utiliza en la polí­tica y maneja a los polí­ticos con el único fin de producir beneficios económicos para sus sostenedores que son los intereses de carácter financiero e industrial.

A esta organización también se le conoce como la “La Tercera Cámara” y es en realidad la representación de industrias que ejerce influencia y voluntad dentro de un gobierno polí­ticamente organizado.  Mantienen oficinas perfectas, tienen un cuerpo de agentes de prensa, de la bolsa, y un tren completo de abogados, quienes logran cambiar voluntades en el congreso sin que en el prodigio entre nunca el argumento ni la prueba desconocida.

El bufete jurí­dico Cromwell & Sullivan al cual pertenecí­an los hermanos Dulles, fue desde principios del siglo pasado el ejemplo más conocido de tales actos tuvo participación decisiva y funesta en la historia de Hispanoamérica como entidad agente de la desmembración de la provincia colombiana de Panamá, su inmediata constitución en república y la subsiguiente pérdida de soberaní­a sobre una faja de su territorio (Canal de Panamá) que constituyó una de las marcas del vasallaje impreso por los Estados Unidos sobre territorio panameño y el asalto al poder en el año 1954 en la república de Guatemala. 

Sin hacer mención de sus negocios, los mil norteamericanos están vinculados con el desarrollo de la polí­tica de su patria, con el nacimiento y sostenimiento de tiraní­as, tanto de Europa, ífrica del Norte, y América Hispana.

Hace cien años, en los Estados Unidos los intereses privados se apoderaron de la mayor parte de la riqueza natural de la nación; la única fuente de riqueza que permanecí­a en manos del pueblo eran los recursos hidroeléctricos, los que constituyen el gran capital nacional inagotado e inagotable y puede decirse que quien los posee será también el propietario industrial y comercial del paí­s.

El senador George B. Aiken republicano de Vermont, (1947) denunció que un grupo de “no más de mil norteamericanos impide la conclusión del canal de San Lorenzo” en alusión directa a que ese grupo giró instrucciones a los congresistas para no aprobar la ley para construir la gran represa nacional que brindarí­a energí­a eléctrica a millones de habitantes a un precio económico.

El interés, reconocido tiempo después, fue que la industria de energí­a eléctrica hizo aprobar tres concesiones a favor de los predecesores de la Niágara Falls Power Company, otorgándoles derechos a perpetuidad para usufructuar las aguas desviadas del Rio Niagara.

Como parte de la estrategia del grupo de los mil norteamericanos  para ejercer el control del poder, crearon la Asociación Nacional de Industriales (ANI) misma que fundó la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la cual estaban agremiados los miembros propietarios del sector periodí­stico.

A decir de George Seldes, el autor del libro, para 1947, las doce empresas multimillonarias y sus representantes que constituyeron el comando superior de la industria y la polí­tica de Estados Unidos, las cuales eran:
– American Telephone and Telegraph Company; E.S. Bloom (presidente de la Western Electric Co.)
– Bethlehem Steel Company; Eugene G. Grace
– Eleuthére Irénée Du Pont de Nemours; Lammot du Pont
– General Electric; Ovend D. Young
– General Motors; Alfred P. Sloan
– Goodyear Tire and Rubber Company; E. J. Thomas
– International Harvester Company; A. A, Jones
– Irving Trust Company; Harry E. Ward
– Standard Oil Company de Nueva Jersey; W.S. Farish
– U.S. Rubber Company; L.D. Tompkins
– U.S. Steel Corporation;
– Westinghouse Electric and Manufacturing Company; A. W Robertson.
– Harvey Firestone (1915)

Aparte de las anteriores corporaciones hay que incluir al gran consorcio dominante de los medios de difusión en esa época liderado por el señor  Randolph Apperson Hearst (revistas Cosmopolitan, Good Housekeeping, periódicos en San Francisco, California y en New York entre otros), Harvey Firestone (rey del caucho)  y a la poderosa casa J. P. Morgan & Cí­a. Como uno de los inversores en casi todas las áreas productivas (hierro, aluminio, acero, medios de comunicación radiales y escritos, como Time y Look).

La concentración del poderí­o económico se convierte en concentración del poder polí­tico, con el resultado de que pequeños grupos de grandes intereses dirigen el Estado y la vida polí­tica de la nación; la familia más poderosa de Estados Unidos (1947) era la Du Pont quienes sin empacho alguno eran de los principales financistas de los partidos republicano y demócrata pues desde 1900  aportó sumas relativamente iguales para ambos partidos; sin embargo siempre venció la agrupación que más dinero pudo gastar.

El origen de las donaciones en las elecciones presidenciales es importante para determinar quiénes son las personas de influencia dentro de la agrupación y porque refleja la organización de la estructura económica y la concentración del poder dentro de tal estructura.  En 1928 Alfred du Pont entregó 20,000 dólares al fondo electoral de Hoover; Lammot du Pont dio 10,000; T. Coleman 10,000; Félix du Pont figura entre las contribuciones de  entre mil y cinco mil dólares; Alfred Pritchard Sloan, de la General Motors, facilitó 25,000, y los hermanos Fisher de la General Motors y de las carrocerí­as Fisher aportaron 100,000 dólares.  Además los du Pont colaboraron en el pago de préstamos  y del déficit causado por los gastos electorales.

La familia Du Pont fue ayudada en esas actividades por el Secretario de Comercio Herbert Hoover, quien posteriormente fue elegido Presidente de los Estados Unidos con la inyección de un fuerte auxilio monetario de sus mecenas, así­ mismo colaboró en el rearme del Japón pues la empresa Mitsui le compró la fórmula de un explosivo con base de ácido ní­trico y amoniaco. La familia Du Pont, como fabricante de armamento, fue acusada por la comisión de Investigación del Congreso Nye-Vandemberg, por: a) negarse a fabricar tanques y aviones para el uso del ejército USA en los inicio de la segunda guerra mundial; b) que antes y después de la ascensión de Herr Hitler al poder, los Du Pont figuraron entre las empresas norteamericanas que facilitaron el rearme de Alemania mediante el suministro de fondos a Hitler en 1923 (Fritz Thysssen, alemán, multibillonario, representante del monopolio del acero, quien expresa su testimonio en su libro “Yo pagué a Hitler”).

Y no se ignoró el significado de su poder, pues en lugar de ser los representantes norteamericanos más importantes en el “Cartel” de la dinamita los Du Pont pasaron a ser el miembro norteamericano de los “Tres Grandes” (Du Pont – Chemicals – I. G. Farbent) que se repartieron toda la tierra para explotarla con la venta de productos quí­micos.

Las viejas generaciones estadounidenses recuerdan a dos personajes como los más funestos de su época: John D. Rockefeller, fundador de la Standard Oil Company, el hombre que robó millones de dólares a viudas y huérfanos y cuyas fuerzas armadas hicieron fuego sobre sus obreros en Ludlow, Colorado, y John Pierpont Morgan, cuyo nombre se convirtió en sinónimo de Wall Street y de amor al dinero. 

La publicidad y la propaganda de los grandes consorcios durante una generación,  hizo desaparecer esa negra maldición, pues las seis casas bancarias más poderosas del paí­s encabezadas por Morgan, y  Stanley & Cí­a. ejercieron un monopolio absoluto sobre la vida comercial de la nación dirigiendo empresas multimillonarias, ferrocarriles, bancos y compañí­as de servicios públicos dominando en forma tal las grandes explotaciones industriales bajo el calificativo de “Libre iniciativa” como sinónimo del término “Capitalismo”.

Con uno solo de los bancos, el First National, se aseguró la dirección de 41 de los 200 consorcios no financieros más importantes, diez de los cuales tienen dos o más directores en común con J. P. Morgan y Cí­a.   
   
INDUSTRIAS DE J. P. MORGAN:
– U. S. Steel (acero)
– General Electric (implementos de electricidad)
– Kennecott Copper (cobre)
– Pullman Inc. (vagones de ferrocarril)
– Phelps Dodge Corp. (industria pesada)
– Montgomery Ward y Cí­a. (industria pesada)
– American Radiator and Standard Sanitary Corp. (implementos sanitarios y de electricidad)
– Glen Alden Coal Company (carbón)
– National Biscuit Company (bizcochos y galletas)
– Philadelphia Reading Coal Iron Corporation (carbón y acero)
– Continental Oil Company (petróleo)
– St. Regis Paper Company (papel)
– Baldwin Locomotive Works (industria pesada y fundiciones)
– EMPRESAS DE SERVICIOS PíšBLICOS:
– A T & T (teléfonos y telégrafos)
– Consolidated Edison of New York (electricidad)
– American Power & Light (electricidad)
– I. T. & T (teléfonos y telégrafos)
– United Gas Improvement Company (gas)
– FERROCARRILES:
– New York Central Rail Road.
– Alleghany Corporation
– Great Northern Railway
– Northern Pacific Railway
– Atchison, Topeca & Santa Fe
– Southern Pacific
– Delaware, Lackawanna & Western
– BANCOS
– Warranty Trust Co.
– Bankers Trust Co.
– New York Trust Co.

En ese entonces, 1947, esos tres rubros hací­an una fortuna de 30,000 millones de dólares para J. P. Morgan con lo cual se aseguraron un amplio porcentaje de la industria de Estados Unidos.  La familia Du Pont con más de 2,500 millones de dólares manejó la General Motors (automóviles); E. I. Du Pont de Nemours (productos quí­micos) y la U.S. Rubber Co. (caucho).

“Sí­ es cierto que el dinero constituye el factor más importante en las elecciones nacionales y locales, también es cierto que un reducido núcleo de personajes, entre los cuales figuraron los Du Pont, Pew (noveno lugar entre las familias más ricas de los Estados Unidos y miembro de los doce dirigentes de la Asociación Nacional de Industriales), Mellon, Rockefeller y otros nombrados en el libro, dirigieron la vida polí­tica de la época y sus descendientes ahora, el Congreso y hasta la presidencia misma”.

La “Doctrina Truman” tuvo por fin evitar la extensión de la influencia rusa de la filosofí­a soviética (comunismo marxista) en Europa, pero la prensa laborista británica en gran proporción de los diarios europeos y hasta los diarios, semanarios y circulares noticiosas que sirven a Wall Street, dijeron francamente que el propósito perseguido era proteger la expansión comercial, afianzar el sistema norteamericano de libre iniciativa y, especialmente asegurar la riqueza petrolera de Arabia.

Según James Burnham representante intelectual de los conservadores estadounidenses, su idea de proponer el establecimiento de un imperio norteamericano en el cual un grupo de personas detentara un grado de poder superior al que le corresponde, mismo que no tendrí­a que ser necesariamente mundial en su extensión, pero que dominara al mundo por su poder polí­tico y económico, con el objetivo de lograr mediante la coerción (incluso probablemente la guerra o la amenaza de guerra) y como corolario de estas circunstancias, cito la noticia aparecida en el periódico guatemalteco Prensa Libre  el 22 de Junio de 2011, en la cual se indica que el J. P. Morgan Chase Bank fue condenado a pagar una multa por 154 millones de dólares para poner fin a una investigación del regulador estadounidense sobre su negocio sobre las hipotecas de alto riesgo durante la crisis financiera de hace tres años.

Entre los MIL NORTEAMERICANOS se pudieron identificar ocho grandes grupos de intereses económicos, siendo que en todas las actividades industriales y comerciales, cuatro o cinco compañí­as suministraron desde el 50% hasta el 80% de todos los productos vendidos en el paí­s. El gobierno estadounidense invirtió la cantidad de 1,300 millones de dólares en tres fábricas productoras de energí­a nuclear, las cuales fueron dirigidas por empresas privadas como  la Union Carbide and Carbon Company, Eastman Kodak y la casa Du Pont.

El presente trabajo tuvo la intención de mostrar al público lector, un limitado pincelazo de la historia económica – polí­tica de los Estados Unidos que de una u otra forma influyó en el desarrollo polí­tico de Guatemala. Recomiendo la lectura de la biografí­a de George Seldes o en su caso, del libro indicado, pues es una ventana para conocer el desarrollo de la vida interna del pueblo estadounidense; sus afanes, sus luchas y sobre todo, el manejo de los grandes grupos económicos en todas las áreas de la vida diaria para ejercer el control de las actividades comerciales dentro y fuera de su territorio.