¿Tener más de un hijo en China?


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Wu Weiping salí­a tempranito del lugar donde viví­a, casi a hurtadillas, debido a que tení­a siete meses de embarazo. Cargaba al hombro una bolsa en la que llevaba ropa, su computadora portátil y un cuchillo. «Era bueno para mí­ que nadie me viera, pero una fortuna para ellos también», dijo la mujer, de 35 años. Wu temí­a que las autoridades de planificación familiar se la llevaran y obligaran a abortar en un hospital. «Yo estaba dispuesta a pelear hasta la muerte si me pillaban».

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Por ALEXA OLESEN ZHUJI / Agencia AP

Wu eludió a las autoridades y se sumó a una comunidad cada vez más desafiante de padres que han puesto en peligro sus empleos, sus ahorros y su integridad fí­sica por haber tenido un segundo hijo.

Aunque son un número pequeño, estos padres representan un cambio de opinión en lo que se refiere a los derechos de los individuos.

Antes quienes infringí­an en relativa oscuridad los lí­mites oficiales de la natalidad eran principalmente las familias rurales. Hoy muchos infractores son personas urbanas, como Wu.

Con su argumento de que el gobierno deberí­a abstenerse de dictar el número de hijos que cada quien está autorizado a tener, estos padres enmarcan su desafí­o en términos polí­ticos abiertos.

Mediante diálogos y blogs por internet, un grupo reducido ha comenzado a expresar sus demandas a favor de una polí­tica de planificación familiar más liberal. El grupo confí­a además en un aumento de sus seguidores.

A pesar de los rí­gidos controles que pesan sobre la prensa en China, la difusión de historias de padres que han tenido más de un hijo constituye un indicio de que la manera de pensar de estas personas es de interés para la opinión pública.

Cuando se enteró de que su esposa esperaba un segundo hijo, Liu Lianwen estableció por internet un grupo de discusión llamado «Natalidad libre» para intercambiar información sobre la polí­tica de un sólo hijo y formas para eludirla. En menos de seis meses, casi 100 personas se integraron al grupo.

«Somos idealistas», dijo un ingeniero de 37 años cuya hija nació el 18 de octubre. «Queremos imprimir un cambio en la actitud de las personas que nos rodean mediante un cambio en nosotros mismos», afirmó el profesional, oriundo del centro de China.

En la China actual han sido anulados numerosos controles sociales que se impusieron durante la era dogmática del régimen comunista. Los chinos de hoy tienen el libre albedrí­o de escoger dónde vivirán, dónde trabajarán y con quién se casarán.

Pero en lo que se refiere al número de hijos que pueden tener, el Estado establece que la mayorí­a se ajuste a un niño por pareja.

Severas multas a los infractores y los mayores apuros económicos han sido factores que obligan a la mayorí­a el cumplimiento del lí­mite de hijos. Muchas provincias presumen el acatamiento casi perfecto de esa polí­tica.

Es imposible saber cuántos niños han nacido de padres que infringieron la polí­tica de un sólo hijo, pero Zhai Zhenwu, director de la Escuela de Sociologí­a y Población de la Universidad Renmin en Beijing, establece que menos de 1% de los 16 millones de nacimientos anuales «no se ajustan a la polí­tica de planificación familiar».

Liu piensa que las autoridades les han lavado el cerebro a sus conciudadanos chinos. «Todos creen que es glorioso tener una familia pequeña», señaló. «Treinta años de propaganda de planificación familiar modificaron la manera de pensar de los chinos sobre la cantidad de hijos».

Asimismo, la renuencia a la procreación es un problema que preocupa cada vez más a los demógrafos chinos.

Estos expertos han expresado preocupación de que la polí­tica de un solo hijo y el encarecimiento de la vida contribuyeron en conjunto a que la tasa de la fertilidad se precipitara a niveles muy bajos y demasiado rápido.

«La preocupación para China no es el crecimiento de su población, sino el envejecimiento veloz de la misma y la renuencia de los jóvenes a tener hijos», dijo Wang Feng, director del Centro Brookings-Tsinghua para Polí­tica Pública, un centro chino-estadounidense de investigación académica con sede en Beijing.

Wang anticipa un desastre inminente ante el envejecimiento de los habitantes y las jubilaciones a las que llegarán las numerosas personas que nacieron en grandes números en la década de 1960.

En el futuro, la fuerza laboral de China tendrá dificultades para la manutención de los jubilados debido a su marcada reducción a causa de la polí­tica de que las parejas tengan hijos únicos.

El experto arguye que el gobierno deberí­a de permitir a todos tener al menos dos hijos. Pronosticó que muchos chinos de todos modos tendrí­an un sólo hijo debido a las preocupaciones de éstos en torno a su capacidad económica para criar más de un vástago.

Las sanciones a los infractores son severas. Quienes sean sorprendidos deben pagar una «cuota de compensación social» que puede ser equivalente a entre cuatro y nueve veces el ingreso anual de la familia, dependiendo de la provincia y el capricho de la oficina local de planificación familiar.

Los padres que trabajan en el gobierno pueden perder sus empleos o ser descendidos de nivel, y sus hijos nacidos «fuera de la polí­tica de planificación familiar» corren peligro de que se les niegue la educación o la atención de salud.

Quienes no trabajan para el gobierno tienen menos de qué preocuparse. Si tienen dinero para pagar la cuota elevada y no les interesa la pérdida de prestaciones sociales, no hay nada que les impida tener otro hijo.

Existe cierto enfado popular hacia este tipo de favoritismo para los ricos pero no hay mucho que puedan hacer en contra de ella los civiles ordinarios, en virtud de que la aplicación de la polí­tica natal queda al albedrí­o exclusivo de la dirección comunista en Beijing.

En 2007, las autoridades de la provincia costera de Zhejiang pretendí­an difundir los nombres de las familias ricas que tuvieron hijos adicionales a fin de exponerlas.

Sin embargo, la iniciativa jamás prosperó, posiblemente debido a que amenazaba con empañar la reputación de muchí­simas personas que tienen influencias en el gobierno.

Las personas a las que se aplica con mayor rigor las reglas de planificación familiar son los padres de la clase media urbana que tienen empleos en el Partido Comunista, que son maestros o que ocupan cargos en empresas estatales.

Li Yongan tuvo que pagar por disposición de la autoridad 240.000 yuanes (37.500 dólares) después del nacimiento de su hijo en 2007 debido a que ya tení­a una niña de 13 años.

Como Li se rehusó a pagar la cuota se le negó el permiso de registro de residencia para su hijo (que confiere prestación de servicios públicos) y se le obligó a que pagara tres veces más por el jardí­n de niños.

Li fue separado de su empleo como maestro de fí­sica en una universidad estatal en Beijing. «Jamás he lamentado haber tenido a mi segundo hijo, pero he vivido durante años con ira y depresión emocional», expresó Li, quien tiene dificultades para ajustar sus gastos como profesor independiente de ajedrez.

Por supuesto que existen medios ilegales para eludir las sanciones, pero no son infalibles: pagar un soborno o falsificar documentos para que, por ejemplo, un segundo hijo quede registrado como gemelo de un hijo mayor.

Otra alternativa a veces es que los segundos bebés sean registrados con parientes que no tienen hijos o con familias rurales a las que se permite un segundo hijo pero que no lo han concebido.

Wu, la mujer que hací­a sus salidas matutinas intentando que nadie la viera, dijo que jamás tuvo la intención de infringir la regla de sólo un hijo.

Asegura que recurrió a tratamientos de fertilidad para concebir su primer hijo, que fue una niña llamada Le Le (Feliz), y se sorprendió cuando un médico le dijo que esperaba otro hijo para agosto de 2008.

Ella dijo que la noticia provocó una «guerra frí­a» que duró un mes con su esposo. Ambos comí­an en silencio y se ignoraban. Ella querí­a tener al bebé, pero él no.

Después de unas semanas él aceptó la idea, explicó Wu con una sonrisa de satisfacción.

«Todos creen que es glorioso tener una familia pequeña (…) treinta años de propaganda de planificación familiar modificaron la manera de pensar de los chinos sobre la cantidad de hijos».
Liu Lianwen

«Somos idealistas (…) queremos imprimir un cambio en la actitud de las personas que nos rodean mediante un cambio en nosotros mismos».
Ingeniero
37 años

«La preocupación para China no es el crecimiento de su población, sino el envejecimiento veloz de la misma y la renuencia de los jóvenes a tener hijos».
Wang Feng
Centro Brookings-Tsinghua