Despiertan por el oriente las primeras luces del nuevo ciclo. Suena en el aire el silbatazo de salida, y vibra la trompeta que ordena el avance. La bandera de cuadros se agita. En medio del frío de enero se respiran aires transparentes cargados de esperanza. Un libro de cuatro tomos empieza a escribirse. Surgen muchas sugerencias y peticiones bien intencionadas. Como parte de un esfuerzo de todos los guatemaltecos aporto mi grano de arena con algunas sugerencias comparativas que atento dirijo al Presidente electo:
1) LEER LOS PERIí“DICOS. La agenda de un gobernante está sobrecargada, queda poco tiempo sin ocupación, sin embargo debe hacer tiempo para leer, directa y “personalmente†las diarias entregas de los periódicos. Es cierto que existen asesores de comunicación y de prensa, pero la visión directa del gobernante no se puede sustituir. No es lo mismo que le informe la gente que lo rodea, pues son parte del equipo y por ende van a tener un sesgo, van a querer ver las cosas siempre favorables y de oficio van a descartar cualquier implicación negativa; por otro lado, siempre surgen los indeseables aduladores con sus cristales rosados que distorsionan el paisaje. En las columnas de opinión se vierten comentarios, criterios diferentes, críticas, opiniones, etc. que de otra forma acaso no llegarían al despacho presidencial.
Por ello, señor Presidente, tómese tiempo para leer los periódicos, especialmente, claro está: La Hora. Igualmente, aunque no es tan fácil (y no se vierte tanta opinión), dedicar un tiempo a ver y escuchar los noticieros.
2) PUNTUALIDAD: El presidente es un líder y el verdadero líder debe ser ejemplar, por tal se entiende a alguien que precisamente dé el ejemplo. El líder impone la pauta y un reflejo de orden y buen gobierno es la puntualidad. No por ser la máxima autoridad va a dejar de ser cumplido; todo lo contrario. Como mal recuerdo traigo a la mente algunas reuniones formales en las que el señor presidente “ha tenido un pequeño retraso†(a veces hasta de dos horas). ¿Una forma de “darse paqueteâ€? Tal vez así lo creen en una mente muy simplista; son otras las formas reales para distinguirse. En todo caso el orden empieza con la puntualidad.
3) TRATAMIENTO. En varios encuentros, tanto con el presidente Berger, como con el presidente Colom, algunas personas, para darse aires de importancia se dirigían al mandatario de manera muy familiar: “vos í“scarâ€, “vos Conejoâ€, “vos Flacoâ€, etc. Muy mal. Desmerece la posición que está desempeñando el mandatario. Tal vez sean cercanos amigos (que no lo creo) pero estaban en un contexto público. Si las personas del círculo cercano se dirigen al presidente con formalidad (con respeto que no con sujeción) los más periféricos entenderán el mensaje y no se atreverán a usos informales. Ya, en los círculos más privados, fuera de la exposición pública, que se dirijan al Presidente como este quiera.
4) RELACIONES PíšBLICAS. VOCERO. El vocero es un funcionario como cualquier otro pero muy diferente porque se constituye en la vitrina del gobierno. Por eso es muy importante nombrar a una persona que conozca del oficio y a los del gremio, que tenga carisma y que sea muy profesional. Un mal vocero trae al suelo los buenos mensajes (si es que los hay) que pueda tener un ejecutivo. No sé si algún día va a dimensionar el presidente Colom cuánto le afectó no tener buenos voceros. Canalice por medio del vocero mucha de la información y resérvese para sí los mensajes más trascendentes. Ya dejó de ser candidato, que necesitaba proyectar y forjar imagen. Ahora es el mandatario que no puede desgastarse con mucha exposición.
5) FOTOS. Mucha atención en los actos protocolarios, cuando se tomen fotografías. En tomas de presidentes anteriores aparecen muy obsequiosos saludando a otros dignatarios de manera muy familiar; pero hay que recordar que son eventos oficiales, digo esto porque por tratar de lucir muy cordial se inclinan (casi doblan) o ríen abiertamente y esto puede entenderse como lenguaje corporal de sujeción o inferioridad, o bien con risas fuera de lugar.
6) VISITAS AL INTERIOR. Es bueno visitar constantemente las ciudades y pueblos del interior, pero no como el show de gobiernos anteriores que iban con todo el gabinete; caro e improductivo. La gente quiere ver al presidente no a los ministros, al general y no a los coroneles. (Continúa).