«He cambiado». Probablemente esta es la frase más repetida por el candidato conservador a la presidencia de Francia, Nicolas Sarkozy, quien a cuatro días de la primera vuelta se esfuerza en suavizar la imagen de político severo, hiperexigente, clasista o aterrador que le atribuyen sus adversarios y parte de la prensa.
La última batalla del candidato de la derecha, favorito en estos comicios con entre un 27 y 30% de los votos en la primera vuelta, es demostrar que puede ser el presidente francés de la unidad, mientras se multiplican los comentarios sobre su brutal y complicada personalidad y su doble discurso.
El semanario Marianne, que dedicó su último número a analizar «al verdadero Sarkozy» y a publicar informaciones que «los medios de comunicación no se atreven a difundir» tuvo que reimprimir su edición que se agotó rápidamente.
Por su parte, el diario Liberation, de izquierda, titula el miércoles en su primera página «El inquietante señor Sarkozy».
«Â¿Por qué Nicolas Sarkozy siente la necesidad de decir tantas veces que ha cambiado? Es extraño viniendo de alguien que se prepara desde hace tiempo y se siente casi predestinado para la presidencia», critica el periódico.
Liberation considera «preocupante» el «frenesí» del candidato y lo acusa de haber dividido durante meses a Francia entre «malos y buenos», antes de preocuparse de llevar a cabo una «metamorfosis» poco creíble para convertirse en el mejor en la segunda vuelta, el 6 de mayo.
Jefes de Estado como el socialista Franí§ois Mitterrand o el actual presidente, Jacques Chirac, fueron objeto de reproches similares cuando luchaban por el poder hace años. «Y ambos fueron finalmente presidentes pero para ellos, las derrotas previas tuvieron un valor curativo», recuerda Liberation, considerando que pese a los esfuerzos de Sarkozy, su «verdadero espíritu» resurge inevitablemente.
Recientes sondeos muestran que un 43% de los franceses no siente que el candidato les dé tranquilidad. Un 68% lo considera un tipo simpático frente a un 91% que considera una persona más agradable al aspirante de centro Franí§ois Bayrou y un 81% que prefiere a la socialista Ségolí¨ne Royal.
«He cambiado porque las pruebas de la vida me transformaron, porque el poder me cambió y me ha hecho sentir la aplastante responsabilidad moral de la política», aseguró recientemente el candidato del partido UMP (en el poder).
En una entrevista a Le Figaro, un diario que no oculta su preferencia por Sarkozy, el político subrayó el miércoles que la cuestión central de estas elecciones son «los valores» y todo gira en torno a la «crisis de identidad que atraviesa Francia».
«Los franceses han comprendido que no libro una batalla política sino ideológica», declaró.
Su rival más fuerte, la socialista Ségolí¨ne Royal, con entre 23 y 26% de las intenciones de voto en la primera vuelta, pidió por su parte a los ciudadanos un «voto de audacia, útil y positivo» y garantizó que ella representa una propuesta audaz pero «segura».
«Hay todavía 17 millones de electores indecisos. Veo que esta cifra nos exige algo más. Lo que yo propongo es reformar Francia sin brutalidad: reconciliar solidaridad, responsabilidad individual y eficacia económica», pidió, refiriéndose indirectamente a su rival de derecha.
Y los ataques para debilitar a Sarkozy no quedaron ahí. El líder del Frente Nacional (extrema derecha), Jean Marie Le Pen, tocó el punto débil del candidato e insinuó este miércoles que la prensa debería interesarse más por la verdadera relación que tiene con su esposa, Cecilia, de origen español.
Después de atravesar una fuerte crisis, la pareja se reconcilió hace un año pero las escasas apariciones durante la campaña electoral de la que podría convertirse en primera dama de Francia han multiplicado los rumores.
En reacción a estos ataques, los allegados de Sarkozy criticaron el miércoles el «linchamiento mediático» que sufre el candidato y consideraron que «se trata de un ensañamiento lamentable y nauseabundo».
Más de 100.000 franceses se inscribieron en Latinoamérica y España para votar en las elecciones presidenciales, cuya primera vuelta se celebrará el próximo domingo.
El número de franceses residentes en el extranjero que se apuntaron en sus respectivos consulados en todo el mundo es de unos 820.000, más del doble que en los comicios de 2002 (385.000), según datos del ministerio de Relaciones Exteriores.
Los electores podrán votar en 547 colegios electorales repartidos por todo el mundo, frente a los 206 dispuestos en 2002 para la primera vuelta, lo que ha representado una movilización logística sin precedentes.