Todos hemos notado que en los días tormentosos, después de andar por suelos enmoquetados, sufrimos descargas al tocar materiales metálicos. Esto es debido a que las nubes, durante las tormentas, se cargan negativamente con lo que el suelo próximo lo hace positivamente, consecuencia de la repulsión electrostática.
Al caminar sobre una superficie aislante (no conductora de la electricidad) como la moqueta, vamos tomando parte de esa carga positiva, propiciando un desequilibrio eléctrico. Al tocar un material conductor de la electricidad, como los metales, este exceso de carga positiva tiene la oportunidad de liberarse, haciendo así que la repulsión entre las cargas o iones del mismo signo (polaridad) sea mínimo. La manifestación de este tránsito de carga es lo que sentimos como descarga.
Los aparatos eléctricos, como los sistemas de calefacción y aire acondicionado, así como los dispositivos electrónicos, como el ordenador o la televisión, alteran el balance iónico de nuestros hogares haciéndolo más positivo. Dado que el balance negativo es más saludable, por la naturaleza eléctrica del sistema nervioso. Saliendo al aire libre se restablece de nuevo el equilibrio iónico.
Las personas que pasan tiempo al aire libre a temperaturas agradables tienden a ser más felices y tienen mejor memoria que los que pasan tiempo al aire libre en condiciones menos óptimas, o aquellos que siempre permanecen en casa bajo las mismas condiciones. Esto se debe a que el clima soleado provoca en el cuerpo humano la liberación del neurotransmisor serotonina, que interviene en la regulación del sueño y del apetito, controla la temperatura corporal, la actividad motora y las funciones perceptivas y cognitivas. Ello que lleva a la gente a un estado más alerta y alegre. Además, un aumento en el nivel de serotonina determina un mayor deseo sexual, mayormente en los hombres, ya que producen hasta un 50% más de este neurotransmisor que las mujeres.
La serotonina interviene en otros conocidos neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, que están relacionados con la angustia, la ansiedad, el miedo, la agresividad, así como en los problemas alimenticios.
A su vez, al tomar el sol, nuestra piel produce vitamina D, con una cuantía que depende del grado de exposición al sol y de la intensidad de pigmentación de la piel. Esta vitamina es muy importante ya que favorece la absorción intestinal del calcio y el fósforo, básicos para los huesos y para el mantenimiento del sistema nervioso, la función normal del corazón y la normal coagulación de la sangre.
Por el contrario, el mal tiempo provoca la liberación de melatonina, al estar estimulada por la oscuridad, lo que hace que a la gente le entre sueño. Esta hormona, sintetizada en el cerebro a partir de la serotonina generalmente por la noche, ayuda a nuestros cuerpos a regular los ciclos de sueño. La cantidad de melatonina producida por nuestro cuerpo aminora a medida que envejecemos.
Nuestro cuerpo, ante las inclemencias meteorológicas, debe mantener siempre constante su temperatura interna en torno a los 37 ºC. Cuando la temperatura exterior es baja, nuestra primera defensa es el aislamiento que nos proporciona la capa de grasa bajo nuestra piel. A su vez, nuestro cuerpo produce más calor, a partir de las reservas de materia grasa y proteínica con que cuenta, y hace que la sangre pierda agua para que así se vuelva más espesa y pierda menos calor, limitando su circulación a los órganos vitales (vasoconstricción).
Es por ello que las personas con un cuerpo delgado necesitan dietas más energéticas para mantener su cuerpo caliente ya que no disponen de reservas de grasa (bajo la piel, en el hígado, en los músculos, etc.). Así, el cuerpo delgado tienda a protegerse ahorrando energía siempre que sea posible, haciendo que su metabolismo baje, y no se tenga tanta disposición a tener una vida más activa. Las personan que cuentan con un nivel de grasas adecuado son más optimistas y extrovertidos, disponiendo de buena salud.
Cuando la temperatura exterior es alta, el cuerpo utiliza la sangre como refrigerante, para no aumentar su temperatura interna. El calor es conducido por la sangre a las glándulas sudorípara presentes en la piel y luego es trasmitido al sudor, dado que la sangre está constituida en un 85% por agua. Gracias al proceso de la transpiración, o efecto botijo, este calor es eliminado, disminuyendo así la temperatura de nuestro cuerpo. Es por ello que se deban ingerir líquidos regularmente, para que la sangre sea más líquida, circule más rápidamente y disipe la temperatura más fácilmente.
Las personas que cuentan con grandes reservas de gasa bajo la piel, eliminan el calor de una forma menos eficiente, por lo que tienden a minimizar su actividad física, sufriendo en consecuencia cambios de carácter y de humor…