El poder privatizado


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Desde 1954 cuando se produjo el derrocamiento del gobierno nacionalista de Jacobo Arbenz Guzmán como consecuencia de una invasión armada auspiciada por Estados Unidos, en Guatemala se rompió la esperanza de la primavera democrática inaugurada con la Revolución de octubre de 1944.

Félix Loarca Guzmán

 


A partir de ese triste suceso, que la historia no oficial registra con crespones negros, nuestro paí­s ha estado dominado por una sucesión de gobiernos de derecha, defensores de los intereses de los grupos oligárquicos y con paranoia anticomunista.

Como cada cierto tiempo hay elecciones supuestamente transparentes, se ha hecho creer al pueblo que en el paí­s predomina el sistema de libre alternabilidad polí­tica.

Sin embargo, esa comedia electoral encubre el verdadero trasfondo del poder polí­tico que invariablemente se encuentra bajo el control de organizaciones empresariales de gran influencia, aglutinadas en el Comité Coordinador de Asociaciones Agrí­colas, Comerciales, Industriales y Financieras, CACIF, que reúne en su seno a la “crema” de los sectores más ricos del paí­s.

Son esas organizaciones, las que financian las campañas de los partidos polí­ticos para asegurar la continuidad del orden establecido, en el cual una minorí­a vive en la opulencia, mientras más del 50 por ciento de la población está  agobiado por la pobreza.

En su libro Rendición de cuentas, el doctor Juan Alberto Fuentes Knight, ex Ministro de Finanzas Públicas, dice al respecto que “…como en Guatemala los partidos dependen principalmente de contribuciones voluntarias, ello significa que en la práctica sus candidatos se convierten en rehenes de los sectores empresariales”.

Si hubiera alguna duda sobre los ví­nculos del nuevo gobierno con el gran capital, hay que leer con detenimiento el libro del ex Ministro, en cuyas páginas queda claro que la ahora Vicepresidenta electa, Roxana Baldetti, destacó en su actuación como diputada por su oposición a la Reforma Fiscal, transmitiendo los argumentos de la iniciativa privada.

Los miembros del conservador Partido Patriota, que a partir del próximo 14 de enero dirigirán el paí­s bajo la Presidencia del general  Otto Pérez Molina, no serán los mismos del régimen que agoniza, pero sí­ serán más de lo mismo, y por tanto, no habrá mayores cambios.  El nuevo gobernante será un simple administrador de la cosa pública en función de los intereses de los poderosos.

A estas alturas es un secreto a voces que los núcleos hegemónicos de la clase económica dominante, fueron los que financiaron la candidatura del ahora Presidente electo.  Dentro de ese contexto, no es aventurado decir que el general Pérez Molina será un nuevo rehén de la oligarquí­a, y que permanecerá en una jaula de oro.