Un segundo extranjero que trabajaba con Médicos Sin Fronteras murió a consecuencia de sus heridas tras un ataque en Somalia en el que perdió la vida el director local de la organización humanitaria, la cual anunció hoy que a pesar de los peligros continuará sus labores de asistencia en una de las naciones más peligrosas en el mundo.
Las muertes del belga Philippe Havet, de 53 años, y del indonesio Andrias Karel Keiluhu, de 44 años, ambas ocurridas el jueves en Mogadiscio, ponen de relieve los peligros que afrontan los voluntarios del grupo humanitario en todo el mundo.
Havet era el director de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Somalia, en tanto que Keiluhu, trabajaba como doctor de la organización.
La agresión a tiros fue atribuida a un policía somalí que participaba en labores de logística con MSF y que fue despedido el día anterior debido a acusaciones de que estaba implicado en el robo de medicamentos. El agresor fue detenido tras el ataque.
«MSF reubicará a parte de su personal por motivos de seguridad, pero seguimos comprometidos con la continuación de nuestras labores humanitarias en Mogadiscio y en otras regiones en Somalia», dijo el viernes el grupo en un comunicado. MSF expresó su «horror y su tristeza» por ambas muertes.
Médicos Sin Fronteras había dicho que le preocupaba que Keiluhu fuera blanco de otro ataque mientras se le atendía de las heridas que lo mantenían al borde de la muerte en un hospital en Mogadiscio.
MSF había solicitado al gobierno somalí que brindara protección a Keiluhu, de acuerdo con un informe interno de seguridad que obtuvo The Associated Press.
«Se cree que el clan al que pertenecía el ex policía de logística lograba considerables ganancias con la reventa de los medicamentos belgas de MSF, y había preocupaciones de que se intentara un ulterior ataque contra la vida del doctor», se indicó en el informe de seguridad.
Médicos Sin Fronteras ha sido antes blanco de ataques en los que han perecido integrantes de su personal.
En junio de 2004, cinco empleados de la organización —dos afganos, un noruego, un holandés y un belga— perdieron la vida a manos de individuos armados en Afganistán.