En esta oportunidad el inicio de un nuevo año prácticamente ha de coincidir con un cambio en la conducción política del país, lo que hace que las expectativas de la población sean mayores que en cualquier festejo de Año Nuevo, con el agregado de que está llegando a su fin uno de los regímenes más insulsos de la historia del país cuyo único logro rescatable fue el uso del argumento de la cohesión social como plataforma electorera porque con ello puso en el tapete la necesidad de atender a la gente pobre del país aunque toda la política oficial en estos cuatro años se hubiera centrado en el proyecto de hacer candidata presidencial a la mujer del Presidente.
Los programas sociales, sin querer, vinieron para quedarse y ahora será tarea del próximo gobierno hacerlos transparentes y eliminar el aspecto de clientelismo político con el que nacieron, para que se pueda institucionalizar la lucha contra la pobreza.
Pero acaso el reto más importante del próximo gobierno será revertir la situación en el tema de la corrupción porque se trata del peor cáncer que afecta a la sociedad guatemalteca al punto de que el Estado y sus instituciones están funcionando para alentar las contrataciones inmorales, con precios inflados y productos de mala calidad, que conforman el tráfico de influencias que se gesta en la misma campaña electoral con los aportes millonarios a los partidos políticos, y que se consagra más tarde en el ejercicio del poder por la ineficiencia de los mecanismos de control y la indiferencia de nosotros, los guatemaltecos, que sabemos que están robando el erario pero no movemos un dedo ni siquiera para hacer una mala seña a los ladrones.
Viendo cómo a tragos y rempujones se ha ido logrando algún avance en el tema de la impunidad, pensamos que no es imposible lograr algunos resultados en el tema de la corrupción, no sólo porque van de la mano y avanzar en lo primero significa castigar a los responsables de lo segundo, sino porque se trata de dos males enraizados en nuestra realidad cotidiana con los que tenemos que lidiar si pretendemos construir un país donde impere la ley y la justicia.
En España, el sobreprecio de un velódromo en una comunidad autónoma, dio espacio a una investigación por la que se han abierto más de treinta causas judiciales, en cuenta la que tiene ya como acusado al mismo yerno del Rey. Fue un trabajo minucioso que permitió establecer el modus operandi de los corruptos, tanto funcionarios como particulares, y eso es algo que nos hace falta en Guatemala. Ojalá que el 2012 nos permita ver que la maquinaria de la justicia funciona en contra de la corrupción que empobrece a nuestro pueblo.
Minutero:
Cerca del despeñadero
viene el año venidero
y se alienta la esperanza
de que acabe tanta transa