La renovación de propósitos


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Esta última semana del 2011 es particularmente especial. Entre otras consideraciones y de manera generalizada, para la mayorí­a de los guatemaltecos es el último aliento de la gestión gubernamental que habrá de concluir en 19 dí­as. Las promesas de campaña se reducen a la renovación de propósitos manifestados por parte del presidente electo en su mensaje navideño. Seguridad y empleo son los principales ofrecimientos. Para muchos, también el fin e inicio de cada año conlleva formular sus propios propósitos. La época es propia para adentrarse en nuestras reflexiones y lanzarnos al afán cotidiano que se enfrenta con las duras rutinas de la obstinación y de un conjunto de situaciones que no favorecen el desarrollo, la paz, la armoní­a y la justicia social para todos.

Walter Guillermo del Cid Ramí­rez
wdelcid@yahoo.com

 


Este lapso es el de los recuentos. Es el momento en el que se contabilizan logros y fracasos. Para el equipo de gobierno que está por concluir su gestión pública, es el momento de hacer un balance que se hace extensivo a los últimos cuatro años. Los datos de la última de las encuestas del Instituto Nacional de Estadí­stica, nos ilustran que a pesar de las grandes cantidades de presupuesto destinados a los programas sociales, la pobreza en términos absolutos no disminuyó. Que la desnutrición continúa enseñoreándose en contra de un contingente de guatemaltecos cada vez más numeroso. Esos elementos son más que suficientes para estimar una enorme frustración por los esfuerzos diluidos en el cuatrienio que pronto habrá de concluir.

En su contrapartida, el presidente electo y su renovación de propósitos, son ahora las únicas promesas válidas de esperar su más amplio cumplimiento. La seguridad y el empleo son los principales ejes ofrecidos. Es de esperar que la relación Ejecutivo-Legislativo sea abordada de una manera diferente a como lo ha sido en los últimos dos gobiernos. El presidido por í“scar Berger condescendió en extremo con un poder legislativo que no supo establecerse lí­mites a sí­ mismo en el alcance de la consecución de sus propias y muchas veces muy particulares metas. Y el actual con su negativa a establecer acuerdos con la principal fuerza de oposición no pudo establecer puentes y acuerdos que flexibilizaran el desempeño de uno y otro organismo. El común denominador de ambos fue el fracaso en pro de objetivos nacionales de largo alcance.

El ejercicio del poder polí­tico emblemáticamente se ubica en la Casa Presidencial, pero si desde este lugar no emanan las atinadas directrices que permitan concretar mucho del ámbito de su trabajo en las normas y regulaciones que emanan del Organismo Legislativo, muy poco se puede hacer para instaurar polí­ticas públicas cuyo alcance en efecto impacten positivamente en las mayorí­as de nuestra población. Por ello es imprescindible que se establezcan medios de comunicación que posibiliten el inminente arribo a consensos. Esa no es una tarea menuda a cargo unilateral del Presidente del Congreso, pero sí­ recae en los hombros de éste el éxito o el fracaso de lo que pueda alcanzarse. Ahí­ se concentra entonces uno de los ejes que podrí­an derivar en el principio del éxito de la gestión que está por instaurarse o en contrapartida, el principio de su fracaso.

Para el resto de comunes mortales no nos queda más que renovar nuestros propósitos por desarrollar nuestras actividades lo mejor posible, procurar que se cumplan nuestros planes en el tiempo que para el efecto les habremos de estipular y así­, en un esfuerzo conjunto procurar un mejor paí­s. Si todos hacemos lo que nos corresponde hacer en consonancia con nuestro propio entorno laboral, es factible alcanzar una sociedad que se equilibre constantemente. El punto de quiebre de tal escenario lo constituye el hecho de toparnos con un conjunto de facciones y poderes fácticos que estimulan la injusticia y la impunidad. En ese contexto se debate el deber ser y las posibilidades reales por alcanzar una mejor sociedad. Las complicaciones que se avecinan no son fáciles de sobrellevar. Nos corresponde a todos hacer nuestro mejor esfuerzo por alcanzar una sociedad que se pueda perfeccionar a sí­  misma de manera constante. Si con el cambio de autoridades en efecto se pueden producir esos primeros e importantes pasos. Todos habremos ganado. Caso contrario todos salimos perdedores. Feliz año y que en efecto podamos encontrar el punto de partida para construir un mejor paí­s.